"Las fiestas de Silvio Berlusconi eran como un har¨¦n"
Patrizia D'Addario, de 42 a?os, prostituta de lujo de Bari y candidata municipal por la lista Puglia antes que nada, es la testigo principal del caso judicial que investiga al empresario Gianpaolo Tarantini por corrupci¨®n e inducci¨®n a la prostituci¨®n. Tarantini es amigo de Silvio Berlusconi desde 2008. Los fiscales sospechan que organizaba fiestas con prostitutas y coca¨ªna para pol¨ªticos poderosos a fin de obtener contratos sanitarios e influencia. D'Addario fue reclutada por Tarantini y acudi¨® dos noches al Palacio Grazioli, la residencia romana del primer ministro. En ambas ocasiones, grab¨® cintas de audio y v¨ªdeo que ha aportado a los magistrados.
D'Addario mete la mano en el bolso y saca la grabadora. "Si grab¨¢is vosotros, tambi¨¦n grabo yo... Lo hago siempre y gracias a la grabadora pude ver c¨®mo condenaban al hombre que ha abusado de m¨ª. Yo no chantajeo. Digo la verdad". Patrizia ha aceptado hablar con La Repubblica con una condici¨®n: "No voy a hablar de los detalles de la investigaci¨®n".
"Las otras callan, ven a Papi, pillan los sobres y hacen carrera"
Pregunta. Berlusconi dice que ignoraba su nombre y que no recordaba su cara.
Respuesta. Si tuviese ganas de bromear, dir¨ªa que no se acuerda de m¨ª porque a su alrededor hay muchas chicas que se parecen a m¨ª. En cambio yo me acuerdo de su cara. La he tenido demasiado cerca como para olvidar los detalles. Pero no tengo ganas de broma. Me est¨¢n masacrando.
P. Usted ha reconocido ser una escort (prostituta de lujo).
R. Podr¨ªa haber seguido haciendo esa vida sin delatarme y recibiendo los sobres del primer ministro con 10.000 euros. Pero cuando me di cuenta de que me estaban enga?ando, me rebel¨¦. Soy la ¨²nica que ha tenido el valor de confesar el oficio que ejerzo. Las otras callan, ven a Papi, pillan los sobres y hacen carrera.
P. ?Puede aclarar cu¨¢nto dinero ha recibido por sus dos visitas al Palacio Grazioli?
R. Mil euros. S¨®lo los recib¨ª la primera vez por asistir a una cena. La segunda vez, cuando me qued¨¦ toda la noche, no me dieron nada. S¨®lo obtuve la promesa de que me ayudar¨ªa a construir el complejo inmobiliario para el que tengo los papeles en regla y por el que ya he pagado cuatro veces las tasas de edificabilidad.
P. Hablemos de la primera vez que fue al Palacio Grazioli, a mitad de octubre de 2008.
R. A diferencia de Berlusconi, me acuerdo de todos los detalles. Llegu¨¦ sobre las diez de la noche. Cog¨ª el ascensor. Atraves¨¦ un largo pasillo que daba a un sal¨®n en el que hab¨ªa muchas chicas. En total ser¨ªamos unas 20.
P. ?Conoc¨ªa a alguna?
R. Algunas me parecieron conocidas de la televisi¨®n. Pero me llam¨® la atenci¨®n otra cosa. Mientras la mayor¨ªa de nosotras llev¨¢bamos vestidos cortos negros, como nos hab¨ªan pedido, dos chicas que siempre estaban juntas, llevaban pantalones largos. Por lo que supe, al o¨ªr lo que dec¨ªan en p¨²blico, eran dos escorts lesbianas que trabajan en pareja.
P. ?Hab¨ªa menores de edad?
R. No me puse a preguntar las edades.
P. ?Hab¨ªa chicas extranjeras?
R. Todas me parecieron italianas y todas, a diferencia de m¨ª, demostraban una gran familiaridad con la casa y con el presidente. Todas le llamaban Papi.
P. ?Usted no le llamaba Papi?
R. Yo le llamaba Silvio. De repente me dijo: "Qu¨¦ mona eres". Llevaba una camisa negra. Cuando se sent¨® repar¨¦ en los tacones de los zapatos. Quiso que me sentara a su lado en uno de los sof¨¢s del sal¨®n donde se proyectaba un v¨ªdeo largu¨ªsimo. Se le ve¨ªa en encuentros con l¨ªderes internacionales, en las elecciones, una multitud que cantaba: "Menos mal que tenemos a Silvio". En ese momento todas las chicas se pusieron a hacer la ola.
P. ?Cu¨¢nto dur¨® el v¨ªdeo?
R. Fue largu¨ªsimo. El presidente se levantaba para pedir champ¨¢n y pizzas. Despu¨¦s fuimos al comedor. Una mesa largu¨ªsima sobre la que daban vueltas much¨ªsimas mariposas. De tul, de papel, de seda, de otros materiales. La cena se prolong¨® hasta el alba. No era una cena de gourmet. Bresaola (embutido parecido a la cecina), tallarines con setas, escalope con patatas, tarta de yogur, que fue lo que m¨¢s me gust¨®.
P. Una cena as¨ª no puede terminar al alba.
R. Se interrump¨ªa constantemente con canciones, bailes, chistes. Berlusconi cont¨® una peque?a historia para hablar de m¨ª. Me miraba y dec¨ªa: "Conozco a una chica que no cree en los hombres. Har¨¦ que vuelva a creer. Ir¨¦ a buscarla con mi avi¨®n privado". Despu¨¦s, bail¨¦ con el presidente una canci¨®n lenta tocada por el pianista de la casa. Era My way. Bail¨¢bamos muy juntos.
P. Cuando usted se fue, ?qued¨® alguna chica?
R. No le puedo contestar. S¨®lo puedo decir que casi hab¨ªa amanecido.
P. ?Recuerda si el presidente se ausent¨® para estudiar alg¨²n informe de trabajo?
R. El presidente nos hablaba de muchas cosas referentes a su trabajo, pero s¨®lo se levant¨® para coger los regalitos. Le gusta mucho repartirlos ¨¦l mismo. Nosotras los abr¨ªamos y nos los pon¨ªamos por obligaci¨®n. Las t¨ªpicas mariposas, tortuguitas, pulseritas, collarcitos y sortijas.
P. ?Qu¨¦ impresi¨®n tuvo de aquella velada?
R. Un har¨¦n. Bueno, los harenes son una cosa seria que yo conozco porque he estado tres veces en Dubai. Los jeques, a su modo, respetan a sus mujeres. Se rodean de ellas y las muestran con orgullo. Lo que yo vi, en cambio, no me gust¨®. Exist¨ªa s¨®lo el jeque: ¨¦l.
P. Volvi¨® a Grazioli la tarde del 4 de noviembre. Tarantini le dijo: "?l quiere que vuelvas".
R. Evidentemente se acordaba de m¨ª. Sobre esa noche no puedo hablar.
P. Pero, ?es verdad que la invit¨® a quedarse a desayunar?
R. S¨ª, pero no en el comedor. Fue una cosa m¨¢s ¨ªntima.
P. Le acusan de urdir un complot pagado.
R. Rid¨ªculo. De esta historia no he sacado nada. Decid¨ª hablar el 31 de mayo cuando vi que me hab¨ªa enga?ado, que nadie me iba a ayudar en el proyecto de construcci¨®n del complejo tur¨ªstico.
Traducci¨®n: M¨®nica Andrade.
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