Todo el 'villaggio' es un hotel

En toda Europa, los pueblos se enfrentan a una situaci¨®n similar: las formas de vida y de producci¨®n practicadas durante siglos han sido desbancadas por el desarrollo industrial, los m¨¢s j¨®venes se marchan a las grandes ciudades y s¨®lo quedan los ancianos y casas cada vez m¨¢s ruinosas. En Italia, adem¨¢s, no son pocos los pueblos situados en las crestas de los Apeninos, lejos de las v¨ªas de comunicaci¨®n r¨¢pidas y, por tanto, al margen de la percepci¨®n p¨²blica. Una de esas localidades, Santo Stefano di Sessanio, en los Abruzos, debe su reactivaci¨®n a un mecenas, Daniele Kihlgren, que descubri¨® este lugar en sus tiempos de estudiante y le gust¨® tanto que unos a?os despu¨¦s, provisto de los medios necesarios, compr¨® masivamente las casas vac¨ªas de la localidad y las transform¨® en un albergo diffuso, expresi¨®n que en castellano vendr¨ªa a significar "albergue diseminado". El modo en que esto ha tenido lugar ha dado como resultado no s¨®lo un alojamiento todo lo agradable que quepa imaginar, sino tambi¨¦n un modelo de reapropiaci¨®n de un patrimonio cultural enterrado.

La historia de Santo Stefano se remonta hasta la antig¨¹edad romana, aunque su apogeo lo alcanz¨® con los Medici, de cuyas propiedades pas¨® a formar parte hacia finales del siglo XVI, tal y como atestiguan todav¨ªa hoy la l¨ªnea de fortificaciones exteriores y las casas-puerta que dan acceso a la piazza. Para llegar aqu¨ª desde Roma hay que tomar la A24 y conducir durante dos largas horas. Pero es muy recomendable hacer un alto en L'Aquila, no s¨®lo por los tesoros art¨ªsticos y arquitect¨®nicos que conserva la ciudad, sino tambi¨¦n por sus restaurantes. Porque aunque en Santo Stefano los hu¨¦spedes no tienen por qu¨¦ pasar hambre (sino todo lo contrario), como es natural, una localidad de 70 habitantes no puede competir con la oferta de la capital de los Abruzos.

Pero a cambio tiene algo diferente que ofrecer al visitante: tranquilidad absoluta y el paisaje monta?¨¦s del Parque Nacional de Gran Sasso, libre de toda intrusi¨®n urban¨ªstica. La localidad est¨¢ emplazada a 1.250 metros de altitud y es el punto de partida ideal para explorar el Campo Imperatore, que en invierno es un destino muy popular entre los romanos amantes de los deportes de invierno. La sinuosa carretera que conduce hasta lo alto empieza justo a las afueras del pueblo y ofrece una amplia panor¨¢mica de los Abruzos hacia el sur.

Nada m¨¢s llegar salta a la vista el particular planteamiento adoptado por Daniele Kihlgren y el arquitecto Lelio di Zio en su empe?o por reactivar este antiguo pueblo de pastores: respetuosa preservaci¨®n de todas las huellas del uso que el paso de los siglos ha ido dejando en la estructura de los edificios, combinada con una calculada inyecci¨®n de contemporaneidad. En estas estancias crepusculares (in¨²til buscar en los edificios de este hotel paredes revocadas y pintadas de blanco reluciente) tienen un papel preponderante los muebles antiguos restaurados y, junto a ellos, una gran pantalla plana colocada en la pared que muestra la p¨¢gina web del hotel. A continuaci¨®n, el hu¨¦sped es acompa?ado por las calles de este silencioso lugar hasta su habitaci¨®n, que se encuentra en uno de los edificios que el hotel utiliza para alojar a sus clientes, por ejemplo, el Palazzo delle Loggette, en el extremo inferior de la Via della Chiesa.

Paredes inalteradas

Esta construcci¨®n contiene estructuras arquitect¨®nicas de los siglos XVI, XVII y XVIII y, con su c¨¦ntrico emplazamiento en el coraz¨®n de la localidad con vistas a la piazza, es el edificio central del hotel: en verano, aqu¨ª se dan conciertos que atraen a Santo Stefano a un p¨²blico interesado por la cultura. La torre-vivienda originaria del Renacimiento presenta una estructura espacial que, con sus ramificados tramos de escaleras y logias, dispone de suficientes zonas de separaci¨®n para los hu¨¦spedes, pero sin dejar de ofrecer posibilidades de encuentro; por ejemplo, adem¨¢s de la logia con vistas a la plaza, hay un gran sal¨®n situado en la planta principal. A pesar de las paredes ennegrecidas por el holl¨ªn, que consiguen que algunas estancias parezcan ahumaderos, y a pesar de los muebles hist¨®ricos y los libros de anticuario, el hotel no tiene el aura de un museo de historia local: las habitaciones se caldean con calefacci¨®n de suelo, las luces se pueden regular a trav¨¦s de una pantalla t¨¢ctil, el equipamiento de los cuartos de ba?o ha sido dise?ado por Philippe Starck y los productos de ba?o y bienestar ofrecidos parecen reci¨¦n embotellados. Esa misma "frescura" caracteriza tambi¨¦n al desayuno, preparado en la cantina situada un par de casas m¨¢s all¨¢ siguiendo recetas tradicionales y con productos locales.

En la temporada de verano, el Albergo Diffuso, inaugurado hace tres a?os tras una larga restauraci¨®n, alberga un promedio de 30 visitantes por noche. Adem¨¢s, tambi¨¦n anima la localidad la presencia de hu¨¦spedes de otras pensiones algo m¨¢s econ¨®micas que han abierto en el ¨ªnterin impulsadas por el proyecto Sextantio. Es evidente que la modalidad de turismo que fomenta Daniele Kihlgren (quien pretende ampliar su proyecto desde los Abruzos hasta la Basilicata, en el sur del pa¨ªs) repercute con mucha menos intensidad en la estampa de la localidad que el usual turismo de masas, habitual no s¨®lo en Italia. En el pueblo s¨®lo hay unos pocos comercios y la parte de su oferta dirigida a los visitantes se compone fundamentalmente de especialidades de la regi¨®n.

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