"El rostro debe ir descubierto. Nos identifica"
Mahinur ?zdemir provoc¨® una peque?a tormenta pol¨ªtica hace unos d¨ªas cuando jur¨® su esca?o como parlamentaria regional de Bruselas con la cabeza cubierta, como pide el Islam que practica. Es la primera vez en Europa que se da un caso semejante. Aquellos truenos apenas se dejan o¨ªr ya, lo que se corresponde muy bien con la radiante ?zdemir, universitaria de 26 a?os y clase media, belga de tercera generaci¨®n con ascendencia turca que llega apresurada a la cita y cuando habla echa por tierra todos los estereotipos sobre los musulmanes. "Si no se me viese la cabeza, nadie hubiera dicho nada sobre m¨ª", reconoce, a¨²n sorprendida por el inter¨¦s internacional que ha suscitado.
Ha elegido el restaurante turco La Sublime Porte, por ser "una mezcla de Oriente y Occidente". Explica en qu¨¦ consisten los diferentes platos de la carta y para ella se pide izgara levrek (lubina a la plancha), acompa?ada de Coca Cola light y luego de agua, porque el d¨ªa es caluroso y ella va cubierta como no lo ir¨ªa ninguna chica de su edad que no fuera musulmana. Se le ilumina la cara a la hora del postre, que ser¨¢ izmik (un pastel de s¨¦mola). ?zdemir es menuda, de rasgos finos, piel clara y vivos ojos oscuros discretamente realzados con una sombra a juego con su delicado velo violeta, al que ella prefiere llamar pa?uelo.
La diputada belga no quiere dictaduras de la ropa. Ni en Europa ni en Ir¨¢n
Tom¨® la decisi¨®n de cubrirse la cabeza de la noche a la ma?ana cuando era adolescente. A sus padres, tambi¨¦n musulmanes, no les hizo gracia, ni tampoco a la abuela, temerosa la familia del efecto que pudiera tener esa ostentaci¨®n en su entorno social, que tiende al laicismo. Mahinur es la mayor de cinco hermanos y su ¨²nica hermana no porta el velo. "Yo he tenido suerte. Quiz¨¢ porque sonr¨ªo mucho, hablo con la gente, me entiendo bien con todos".
Se cubri¨® la cabeza por convicci¨®n religiosa y siempre se ha sentido c¨®moda. En un par de ocasiones se ha planteado si dejarlo o no, para concluir que "con el pa?uelo soy yo misma".
"No tiene que haber una dictadura de la vestimenta", apunta. "Ni para imponerla ni para prohibirla". Ni en B¨¦lgica ni en Ir¨¢n. El debate que se da en Francia sobre la burka y el niqab, que fantasmagorizan a las mujeres, est¨¢ ya resuelto en B¨¦lgica por orden policial y en atenci¨®n al orden p¨²blico, a lo que ella asiente: "El rostro tiene que estar descubierto porque es el ¨²nico modo de identificar a la persona".
?zdemir fue elegida en la lista del Centro Dem¨®crata Humanista, heredero del antiguo partido democristiano franc¨®fono, al que se siente atra¨ªda "porque parte del ser humano para resolver los problemas". Es consciente de ser un modelo entre los de su religi¨®n y conf¨ªa en servir de im¨¢n para sacarles de la marginaci¨®n: "Cuando vean a una chica que ha tenido ¨¦xito, que est¨¢ integrada y que lucha por una sociedad mejor".
Un reciente estudio sobre los belgas de origen marroqu¨ª pon¨ªa crudas cifras a esta marginalidad y ahondaba en las costumbres de una sociedad rural trasplantada a un ¨¢mbito urbano en el que la religi¨®n es el ¨²nico refugio. Justo en el extremo opuesto est¨¢ ?zdemir. La parlamentaria no tiene nada que objetar a las relaciones sexuales prematrimoniales y sobre el matrimonio homosexual es taxativa: "Est¨¢ en la ley belga".
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