El 'mot¨ªn' de los esp¨ªas acab¨® con Saiz
El general Cassinello avis¨® al Gobierno de las supuestas corruptelas y pidi¨® el cese del director - La bicefalia fue el caldo de cultivo de la crisis
En v¨ªsperas de las pasadas Navidades, Andr¨¦s Cassinello, teniente general retirado y jefe de Informaci¨®n de la Guardia Civil durante el 23-F, puso todo su empe?o en lograr entrevistarse con el entonces secretario general del Grupo Socialista, Ram¨®n J¨¢uregui, y con el jefe de Gabinete de Zapatero, Jos¨¦ Enrique Serrano, a quien incluso esper¨® a la puerta de su casa. El general estaba indignado porque el m¨¢ximo responsable del servicio secreto, Alberto Saiz, hab¨ªa destituido a su hijo Agust¨ªn como director de Inteligencia y, sobre todo, porque a su juicio no hab¨ªa dado la cara por ¨¦l cuando Abc atribuy¨® el cese a su incapacidad para evitar el atentado que, el 9 de noviembre, cost¨® la vida a dos militares espa?oles en Afganist¨¢n. Algo rotundamente falso.
El ex responsable del servicio secreto relev¨® a 37 cargos en cinco a?os
El nombramiento de un director de operaciones alter¨® la tradici¨®n del CNI
Ya entonces, Cassinello denunci¨® ante sus interlocutores algunas de las presuntas irregularidades de Saiz que ser¨ªan aireadas p¨²blicamente meses despu¨¦s e intent¨® convencerles de que el director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) no era trigo limpio y no deb¨ªa ser confirmado cuando, el 20 de abril siguiente, cumpliera los cinco a?os de mandato que fija la ley reguladora del a?o 2002.
Las gestiones del general fueron el primer aviso de que la renovaci¨®n del jefe del servicio secreto no ser¨ªa una decisi¨®n pac¨ªfica. Cassinello no era el ¨²nico que estaba dispuesto a hacer todo lo que estuviera en su mano para provocar el cese del director. Durante los cinco a?os, dos meses y 13 d¨ªas que Saiz ha dirigido el espionaje espa?ol 37 de sus directivos han sido relevados. Y no todos lo han aceptado de buen grado.
Cuando desembarc¨® en el servicio secreto, en abril de 2004, ¨¦ste se encontraba todav¨ªa bajo estado de shock. No s¨®lo porque no hab¨ªa sabido anticiparse al 11-M, sino porque el Gobierno de Aznar le dej¨® en evidencia al desclasificar uno de sus informes para justificar su propio empe?o en atribuir la autor¨ªa a ETA. Tambi¨¦n estaba todav¨ªa reciente la muerte de siete de sus agentes en Irak, fruto en parte de un c¨²mulo de imprudencias que nunca se llegaron a depurar.
Saiz, ingeniero agr¨®nomo sin experiencia alguna en el mundo del espionaje, se encontr¨® al llegar con la rivalidad sorda que manten¨ªan los dos principales directivos del centro: M. S., el director de Inteligencia, y Mar¨ªa Dolores Vilanova, la secretaria general. En teor¨ªa, era esta ¨²ltima, con rango de subsecretaria, la n¨²mero dos del servicio. En realidad, la secretaria general s¨®lo controla el personal y el presupuesto; mientras que la tarea de inteligencia, raz¨®n de ser del CNI, depend¨ªa de M. S.
A los seis meses, Saiz destituy¨® a Maria Dolores Vilanova y a su inmediato subordinado, el director de recursos, por lo que M. S. aparec¨ªa como el vencedor y aut¨¦ntico hombre fuerte del CNI. Sin embargo, en diciembre de 2006, tambi¨¦n ¨¦ste fue relevado.
Uno de los reproches m¨¢s frecuentes que se hac¨ªa al director en La Casa (como llamaban tradicionalmente a La Empresa sus miembros) es que apenas se relacionaba con el personal, m¨¢s all¨¢ de su c¨ªrculo de confianza. Y ese c¨ªrculo era muy estrecho: s¨®lo se trajo consigo a M. P., su jefa de Gabinete.
Entre los agentes con los que despachaba directamente estaba F. M., coronel y entonces responsable de la Oficina Nacional de Seguridad, que gestiona la documentaci¨®n de la OTAN.
En mayo de 2006, Saiz tom¨® una decisi¨®n que servir¨ªa de caldo de cultivo de la crisis: modific¨® la estructura del servicio secreto para constituir una nueva direcci¨®n general responsable de las operaciones -es decir, "de los que saltan las tapias", en palabras de un agente- y la puso al mismo nivel que la de inteligencia. Se creaba, en la pr¨¢ctica, un mando bic¨¦falo en el CNI.
El prop¨®sito, seg¨²n explicaron entonces fuentes pr¨®ximas a Saiz, era "trasladar a Espa?a el modelo de los servicios de inteligencia m¨¢s avanzados, donde quien propone la operaci¨®n (el jefe de inteligencia) y quien la ejecuta (el de operaciones) est¨¢n separados y tienen igual nivel". Se trataba de evitar que la misma persona tuviera en sus manos "decidir, planificar, dirigir y evaluar" las operaciones. En caso de discrepancia, la junta donde se sienta la c¨²pula del centro -y en ¨²ltimo extremo el propio Saiz- resolver¨ªa.
No todos son de la misma opini¨®n. "El oficial de caso", explica un agente veterano y cr¨ªtico con Saiz, "es el que pide apoyo a la direcci¨®n de operaciones, que no en vano se llama oficialmente de Apoyo a la Inteligencia. ?se es el funcionamiento normal. Lo an¨®malo es que, como ha sucedido, el director de operaciones retenga la informaci¨®n que obtiene, en vez de d¨¢rsela al oficial de caso, o la explote por su cuenta, tal vez", agrega con malevolencia, "para obtener rentabilidad pol¨ªtica". Si la informaci¨®n es poder, en un servicio secreto es el ¨²nico que importa.
Desde que se cre¨® la bicefalia, la direcci¨®n de inteligencia ha tenido cuatro jefes -M. S., F. C., A. C. y R. G.-, por s¨®lo uno de operaciones. Saiz siempre ha respaldado a F. M. y eso ha abonado la idea de que es ¨¦l quien manda. Para quienes m¨¢s reprueban al director, F. M. es la verdadera bestia negra.
El enfrentamiento m¨¢s duro se produjo con Cassinello. Saiz lo hizo venir desde Londres para destituirlo cuatro meses despu¨¦s, en v¨ªsperas de la detenci¨®n en Francia de Txeroki, el jefe militar de ETA. "Ese fue su mayor error", afirman fuentes gubernamentales, "si se equivoc¨® al nombrarlo, ten¨ªa que aguantarse y mantenerlo".
La profundidad de la crisis aflor¨® meses despu¨¦s. Tras confirmarse la continuidad de Saiz, dimitieron dos subordinados de Cassinello: los jefes de la divisi¨®n de contraterrorismo y del departamento de terrorismo nacional. El responsable del ¨¢rea de ETA ha pedido cambio de destino, aunque sigue de momento.
"Lo parad¨®jico es que nunca el CNI ha sido tan eficaz", alegan fuentes gubernamentales. "Su informaci¨®n ha sido decisiva en tres de las ¨²ltimas grandes operaciones contra ETA". Los cr¨ªticos de Saiz sostienen que "eso se debe a la profesionalidad y sacrificio de la gente. No ha sido gracias a ¨¦l, sino a pesar de ¨¦l".
Dar salida a los relevados tampoco ha sido tarea f¨¢cil. Cassinello sigue en Madrid, M. S. fue destinado a Londres, F. C. a Washington y Esperanza Casteleiro, la segunda de las tres secretarias generales que ha tenido Saiz, a La Habana. Su llegada a Cuba complic¨® la crisis abierta por la detenci¨®n del empresario Conrado Hern¨¢ndez, detonante de la ca¨ªda en desgracia de Lage y P¨¦rez Roque. Los servicios secretos cubanos no entend¨ªan que el CNI les enviara a su ex n¨²mero dos sin una intenci¨®n oculta y no la dejaron pr¨¢cticamente salir del hotel. En realidad, Saiz s¨®lo hab¨ªa querido acceder a su petici¨®n.
La espuma de este mar de fondo es la cascada de denuncias sobre abuso del cargo y financiaci¨®n de actividades privadas con fondos p¨²blicos que el 14 de abril, a 72 horas de que el Gobierno tuviera que decidir sobre su continuidad en el cargo, empez¨® a publicar El Mundo.
El intento de forzar la mano del Gobierno era tan evidente que tuvo un efecto bumer¨¢n. La ministra de Defensa, Carme Chac¨®n, planeaba relevarlo, pero no contaba a¨²n con un candidato de consenso. Como la ley no dice expresamente que el cese sea autom¨¢tico al cumplirse los cinco a?os en el cargo, su idea era mantenerlo hasta que se nombrase a su sustituto.
Sin embargo, en la noche del 16 de abril la vicepresidenta Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega -que se hab¨ªa convertido en su principal valedora en el Gobierno tras la salida de Bono- convenci¨® a Zapatero de que, ante los ataques de la prensa, no pod¨ªa dejar al director del CNI en una situaci¨®n de indefinici¨®n legal y, por tanto, debilidad. La decisi¨®n se tom¨® tan in extremis que el decreto por el que se le nombraba para un nuevo mandato de cinco a?os no estuvo listo hasta el 24 de abril, cuatro d¨ªas despu¨¦s de acabar el plazo.
El 25 de mayo, a la semana siguiente de comparecer ante la Comisi¨®n de Defensa del Congreso para defenderse de las acusaciones period¨ªsticas de que hab¨ªa pagado con fondos del servicio secreto sus actividades deportivas (caza y pesca en pa¨ªses como M¨¦xico o Senegal) y las obras de su vivienda particular, Saiz mantuvo un largo almuerzo a solas con el director de dicho diario en un conocido restaurante de Madrid.
"Neg¨® los hechos, me dijo que ten¨ªa facturas y no me pidi¨® nada", escribi¨® Pedro J. Ram¨ªrez. Tampoco consta que este ¨²ltimo le pidiera nada al responsable el CNI, pero al domingo siguiente, en Santander, donde se celebraba el D¨ªa de las Fuerzas Armadas, Saiz parec¨ªa relajado. "No va a por m¨ª. El objetivo no soy yo. [Pedro J. Ram¨ªrez] busca algo m¨¢s importante", confesaba Saiz. Tambi¨¦n los agentes del centro creyeron que hab¨ªa un pacto.
El 16 de junio, sin embargo, el citado diario reinici¨® una serie de denuncias sobre supuestas corruptelas de Saiz que ya no cesar¨ªan pr¨¢cticamente hasta que ¨¦ste present¨® su dimisi¨®n, el pasado martes. Previamente, Rodr¨ªguez Zapatero, Carme Chac¨®n y hasta la vicepresidenta Fern¨¢ndez de la Vega hab¨ªan evitado darle su apoyo en p¨²blico.
El general Cassinello no fue el ¨²nico que traslad¨® al Gobierno el malestar de muchos agentes con Saiz. La propia secretaria general del CNI, Elena S¨¢nchez, inform¨® de la situaci¨®n a la ministra de Defensa.
Con estos antecedentes, Chac¨®n anunci¨® el 24 de junio en el Congreso la apertura de una "informaci¨®n completa, de forma reservada, sobre todas las circunstancias y hechos relativos a las acusaciones" contra Saiz
?Qu¨¦ hay de cierto en ellas? Fuentes gubernamentales sostienen que no hay pruebas de que haya cometido ning¨²n hecho delictivo, aunque admiten que ha podido incurrir en "malas pr¨¢cticas". Por ejemplo, permitir que el centro le adelantara el pago de la declaraci¨®n de la renta o que contratase a tres sobrinos suyos. "En esa casa hay mucha gente dispuesta a hacerle la vida m¨¢s f¨¢cil al director y, si no tienes mucho cuidado, puedes caer en la trampa", advierten las mismas fuentes.
Saiz no es el primer responsable del CNI que realiza obras en su domicilio particular -con el argumento de instalar sistemas de seguridad- y la contrataci¨®n de parientes es una pr¨¢ctica tan arraigada que casi la mitad de la plantilla entr¨® con el aval de un familiar. El general Cassinello, por ejemplo, tiene dos nietas en el centro, adem¨¢s de un hijo. Pero los agentes cr¨ªticos con Saiz sostienen que ¨¦ste ha llevado al extremo los abusos que pudieran cometer sus antecesores.
Muy pocos agentes han podido comprobar, de primera mano, las irregularidades de las que se acusa a su ya ex director. Pero muchos las creen a pies juntillas. ?Cu¨¢ntos? Cuando Saiz present¨® una lista con los nombres de 60 agentes sospechosos de deslealtad y pidi¨® carta blanca para depurarlos, Zapatero y Chac¨®n pensaron que eran demasiados. Y que el problema pod¨ªan no ser ellos, sino ¨¦l.
Un delicado traspaso de poderes
El Ministerio de Defensa espera que Alberto Saiz acuda ma?ana a la toma de posesi¨®n de su sucesor, en la sede del departamento. Ser¨¢ un signo de normalidad y, a la vez, un buen presagio para un traspaso de poderes que se prev¨¦ complicado. Especialmente, por la delicada situaci¨®n del CNI, pero tambi¨¦n porque la relaci¨®n entre Saiz y el general F¨¦lix Sanz no fue siempre fluida en el pasado. Durante la etapa en que el segundo dirigi¨® el Estado Mayor de la Defensa (2004-2008) le toc¨® poner en marcha el Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (CIFAS), el servicio secreto militar. Saiz siempre pens¨® que el CIFAS se extralimitaba en sus competencias. Por eso, no fue posible firmar un protocolo de colaboraci¨®n entre los dos centros de inteligencia. Al final, Saiz logr¨® que Chac¨®n relevara al jefe del CIFAS nombrado por Sanz, el general Mart¨ªnez Valero, meses antes de lo previsto.
Tambi¨¦n tuvieron discrepancias en la crisis del Playa de Bakio, el pesquero secuestrado por piratas en aguas de Somalia en abril de 2008. El Gobierno decidi¨® despachar a la fragata M¨¦ndez N¨²?ez, que estaba realizando maniobras en la zona, y Saiz envi¨® un equipo de siete agentes. Quer¨ªa que la fragata prolongara su escala en Yibuti, para que embarcaran los agentes, pero Sanz aleg¨® que era imposible demorar m¨¢s su traves¨ªa. Como consecuencia, los agentes debieron volar a Kenia y llegar en helic¨®ptero hasta el buque, que estaba en alta mar. Ahora, Sanz se encuentra en el papel contrario y quiz¨¢ en alg¨²n momento tenga que disputar con su sucesor al frente del Estado Mayor de la Defensa.
De momento, parte con una ventaja, el anuncio de su nombramiento ha rebajado la tensi¨®n en el CNI. Nunca hemos sido desleales, pero nuestra lealtad es con la instituci¨®n, aseguran quienes m¨¢s se han alegrado de la marcha de su antecesor.
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