Pek¨ªn impone el toque de queda
Miles de chinos de la etnia mayoritaria tratan de vengarse de los uigures
Tursun, de 40 a?os, mira en silencio con sus ojos oscuros y dice con la voz vac¨ªa: "Han matado a mi hijo. Los soldados abrieron fuego y mataron a varios ni?os, entre ellos el m¨ªo. Se llevaron el cuerpo y no lo he podido recuperar. Ten¨ªa ocho a?os". En sus ojos no hay l¨¢grimas. Est¨¢n secos de odio. A su lado, su otro hijo, de siete a?os, mira sin comprender lo que ocurre, con un palo entre las manos.
Tursun habla en una habitaci¨®n miserable, de suelo sucio, techo semiderruido y fotos viejas en las paredes. Sentados en un jerg¨®n, varios amigos callan con el miedo marcado en el rostro. Todos llevan un garrote de madera, o un trozo de tuber¨ªa, o una barra de hierro. En el exterior, resuenan los disparos de los gases lacrim¨®genos del Ej¨¦rcito.
"Los soldados han matado a varios ni?os, entre ellos el m¨ªo, de ocho a?os"
De repente, entra un chico temblando. Sangra por el labio inferior. "Los soldados han visto que ten¨ªa una piedra en la mano, me han preguntado para qu¨¦ era, me han tirado al suelo, me han esposado, me han pisado la cabeza y me han pegado", cuenta Yusup, de 14 a?os. "La hab¨ªa cogido para defenderme de un grupo de chinos han [la etnia mayoritaria en China] que se acercaba".
Apenas ha acabado de hablar, cuando alguien grita aterrorizado: "?Qu¨¦ vienen los chinos!". La gente sale de la chabola y se refugia en una de las casas. Echan los candados. Tras los barrotes de las cancelas, miran con incredulidad. A la vuelta de la esquina hay un solar de edificios derruidos. Un poco m¨¢s all¨¢, una vieja mezquita. Es el barrio de Tian Shan, uno de los m¨¢s populares de Urumqi (capital de la regi¨®n aut¨®noma de Xinjiang), situado cerca del gran bazar, donde el domingo pasado murieron al menos 156 personas y m¨¢s de 1.000 resultaron heridas cuando una protesta de uigures (etnia musulmana de Xinjiang), inicialmente pac¨ªfica, degener¨® en una espiral de violencia. Miles de manifestantes ped¨ªan que se investigara el choque que se produjo el mes pasado entre uigures y chinos han en una f¨¢brica en la provincia sure?a de Guangdong, en el que murieron dos miembros de la minor¨ªa musulmana, seg¨²n Pek¨ªn.
Tursun y Yusup son uigures y, como todos los habitantes de este barrio, est¨¢n encerrados en sus casas. Por miedo y por orden del Ej¨¦rcito, que bloquea el acceso a esta zona uigur. Tras los enfrentamientos del domingo, Urumqi, una ciudad de 2,3 millones de almas, se ha convertido en un polvor¨ªn en el que han aflorado las tensiones ¨¦tnicas latentes en esta regi¨®n del oeste de China desde hace d¨¦cadas. Miles de chinos han se echaron ayer a la calle, armados con palos de madera, machetes, tubos de hierro, grandes cuchillos de cocina, picos y palas, en una prueba de fuerza contra los uigures. "Han matado a nuestra gente. Vamos a por ellos", dice un hombre con un garrote en la mano. A su lado, camina con paso r¨¢pido una docena de personas. Algunos son empleados de hotel, con corbata; otros, oficinistas; otros, obreros. Por todo el centro de la ciudad hay grupos de civiles con las armas m¨¢s diversas. Tambi¨¦n hay mujeres, y chicas j¨®venes, con barras de acero. "Venimos a defender nuestras vidas", dice un chaval. "Venimos por la paz", asegura otra.
A las cuatro de la tarde hora local (seis horas menos en la Espa?a peninsular), el Ej¨¦rcito ha sellado el centro. Hay miles de soldados, con cascos, escudos y bates de madera. Otros, con fusiles autom¨¢ticos y pistolas. En una esquina, vigila un grupo de tanquetas blancas y camiones militares. La turba avanza envalentonada, recula cuando la polic¨ªa dispara los gases.
"La uni¨®n es la fuerza. La culpable de lo ocurrido es Rebiya Kadeer. Yo tengo amigos uigures. Algunos son muy buenos. Estoy gritando a la gente que odie a Rebiya Kadeer, no al Gobierno", dice Sun, un chino han de 26 a?os, propietario de un restaurante, estos d¨ªas cerrado. Rebiya Kadeer es una empresaria uigur que se exili¨® en Estados Unidos tras pasar varios a?os encarcelada en China por su actividad independentista. El Gobierno chino la acusa de estar detr¨¢s de los incidentes del domingo. M¨¢s de 1.400 personas han sido detenidas por la polic¨ªa desde entonces.
"Tenemos pruebas de que las protestas fueron organizadas por tres grupos separatistas en el extranjero, entre ellos el Congreso Mundial Uigur, con objeto de dinamitar el 60? aniversario de la fundaci¨®n de la Rep¨²blica Popular China . El pa¨ªs debe estar unido", dijo Li Zhi, secretario general del Partido Comunista en Urumqi, en rueda de prensa. Li asegur¨® que el n¨²mero de muertos asciende a 156 y el de heridos, a 1.080, y que han sido desplegados 20.000 miembros de las fuerzas de seguridad en la ciudad. Pero se neg¨® a decir cu¨¢ntos de los fallecidos son uigures y cu¨¢ntos, han. "No tiene sentido identificar la etnia de los muertos o heridos. Nosotros tratamos a todos por igual", afirma. "Lo que ocurri¨® en Guangdong fue un accidente, y las fuerzas separatistas lo han utilizado", se?ala junto a ¨¦l Jierle Isamudin, responsable del gobierno municipal.
Muchos uigures sienten un gran resentimiento contra el Gobierno de Pek¨ªn porque consideran que no respeta su libertad religiosa, les discrimina y ha inundado la regi¨®n de chinos han, que controlan la econom¨ªa. En Xinjiang, que tiene una superficie 3,2 veces la de Espa?a, viven 8,3 millones de uigures sobre una poblaci¨®n total de 20 millones.
"Los uigures no somos terroristas. Pero no tenemos igualdad ni derechos. Los han controlan los negocios, los trabajos son para ellos", dice Yasin, de 24 a?os, universitario en paro. Las empresas y restaurantes de Urumqi est¨¢n cerrados y no hay tr¨¢fico. S¨®lo circulan los veh¨ªculos militares y oficiales. Los pocos taxis a la vista se niegan a parar. Hay toque de queda desde las ocho de la noche hasta las ocho de la ma?ana.
Por la tarde, Li Zhi se dirigi¨® a la multitud, subido a un coche, para pedir calma y unidad. A pocos metros, un chino han, con los ojos inyectados de odio, grita entre sollozos: "Los uigures han matado a mi hermano, lo degollaron. Ten¨ªa 17 a?os. Lo han matado".
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