Ayatol¨¢, lind¨ªsimo ayatol¨¢
No es la primera vez que un Gobierno autoritario ignora la voluntad de los electores y confirma su propia permanencia en el poder.
No es la primera vez que un Gobierno autoritario sale a reprimir a la oposici¨®n y la acusa de ser manipulada desde el extranjero.
No es la primera vez que un Gobierno autoritario ignora los cambios sociales que han ocurrido, precisamente, bajo el Gobierno autoritario y a pesar de ¨¦l.
No es la primera vez que un Gobierno autoritario disfraza con la ret¨®rica de la unidad sus propias divisiones internas.
No es la primera vez. En diversos grados, los eventos de 1968 ilustraron estos supuestos. El Gobierno de Francia no calcul¨® el alcance del movimiento de Mayo. S¨®lo Andr¨¦ Malraux se dio cuenta de que se trataba de "un cambio de civilizaci¨®n". Quiz¨¢s no la mejor de las civilizaciones. El Mayo parisino revel¨® la din¨¢mica de una nueva clase media liberada de filiaciones partidistas y m¨¢s asociada al consumo y a la libertad de costumbres que a la militancia en los partidos. El Comunista, partido alternativo del poder, perdi¨® el que ten¨ªa cerr¨¢ndole las puertas al movimiento "peque?o-burgu¨¦s" de los estudiantes. Al cabo, ¨¦stos ganaron, el Partido Comunista perdi¨® y con ¨¦l perdieron todas las tradicionales filiaciones de Francia, que hoy es un Estado sin partidos, dependiente de la capacidad de cooptaci¨®n del presidente de la Rep¨²blica pero con ampl¨ªsimo margen de libertades individuales.
En la crisis iran¨ª, Obama desoye la 'comentocracia' y reafirma su capacidad de juicio y decisi¨®n
El movimiento iran¨ª no lo puede dirigir ninguna potencia exterior
Caso mucho m¨¢s grave fue la represi¨®n sovi¨¦tica, en agosto del 68, del movimiento hacia un socialismo democr¨¢tico en Checoslovaquia. Los tanques del Pacto de Varsovia aplastaron la apuesta de un socialismo con libertades. Los dirigentes checos fueron humillados por el Kremlin. Hoy, la Rep¨²blica Checa es un pa¨ªs de democracia pluripartidista y Mosc¨² un poder lejano y ni siquiera tutelar, presa de sus propias desatadas contradicciones entre la tradici¨®n autoritaria y el impulso democr¨¢tico.
M¨¦xico, en fin, fue el caso m¨¢s severo de perpetuaci¨®n autoritaria. Ni ayer ni hoy es imaginable la ceguera del poder ante las transformaciones auspiciadas por el propio poder durante su largo periodo (1920- 1964) de legitimaci¨®n revolucionaria. Gustavo D¨ªaz Ordaz representa la ceguera del sistema ante el sistema mismo, necesitado de una reforma que esta vez encabez¨® la juventud masacrada en Tlatelolco en octubre del 68. Intentando salvar al poder, D¨ªaz Ordaz lo sacrific¨® para siempre. De Echeverr¨ªa a Salinas, el poder ya no fue lo que era. De concesi¨®n en concesi¨®n, de reforma en reforma, lleg¨® el d¨ªa en que Zedillo entendi¨® que sin plena libertad democr¨¢tica, el poder se quedar¨ªa sin poder.Es obvio que el Gobierno iran¨ª desconoce (o desea desconocer) estas lecciones hist¨®ricas. Con absoluta falta de proporci¨®n, ha otorgado al Gobierno en el poder, el de Mahmud Ahmadinejad, sin tiempo para contar los votos, una victoria incre¨ªble (el 63% de la votaci¨®n) contra una oposici¨®n surgida, al cabo, del propio poder: Mir Husein Musavi ha sido primer ministro y lo apoyan cl¨¦rigos hist¨®ricos como los ayatol¨¢s Akbar Hashemi Rafsanjani, ex-presidente; Mahoma Jatami, tambi¨¦n antiguo presidente, y Ali Montazeri. En cambio, el actual presidente Ahmadinejad cuenta con el respaldo absoluto del n¨²mero uno, el gu¨ªa supremo Ali Jamenei.
A primera vista, ¨¦sta ser¨ªa una guerra de facciones internas al propio r¨¦gimen, como sucedi¨®, digamos, en M¨¦xico entre Carranza y Obreg¨®n o entre Obreg¨®n y De la Huerta, o en Argentina entre facciones peronistas.
No es as¨ª porque en las manifestaciones de Teher¨¢n han participado cientos de miles de ciudadanos, en su mayor¨ªa gente joven que ha crecido bajo el r¨¦gimen que sucedi¨® al Sha en 1979, gente que es partidaria del r¨¦gimen y s¨®lo le pide -?s¨®lo!- libertades mayores, libertades ciudadanas de estudio, asociaci¨®n, incluso vestuario -y en consecuencia, de liberaci¨®n femenina-. ?ste ha sido uno de los rasgos definitorios del movimiento: la abundancia de mujeres que hacen sentir su presencia en la naciente sociedad iran¨ª.
?Puede esta complejidad social y sus evidentes ambiciones, puede, sin m¨¢s, un n¨²mero tan abrumador de ciudadanos, ser manipulado desde el extranjero, por Gran Breta?a o por Estados Unidos?
No desde?o el pasado. Inglaterra se condujo como potencia imperial en Ir¨¢n hasta 1919, y el propio Barack Obama ha admitido que EE UU manipul¨® la ca¨ªda del l¨ªder reformista Mahoma Mosadeg en 1953. S¨®lo que hoy, el movimiento de la sociedad iran¨ª es tan vasto que no lo puede dirigir ninguna potencia exterior. Es tan grande que no lo puede domar el propio poder oficial iran¨ª.
La fuerza p¨²blica, los grupos represivos del r¨¦gimen, el gas, las bazukas, los j¨®venes muertos, han disipado el movimiento. Refugiados en las azoteas al grito simult¨¢neo de "Al¨¢ es grande", burl¨¢ndose de la censura absoluta con los nuevos instrumentos del Twitter y el You-Tube, y sobre todo el m¨¢s discriminante blog. La anacron¨ªa del poder y sus m¨¦todos represivos de la informaci¨®n qued¨® revelada por la veloz novedad del Internet.
Atrincherado, el poder conjunto del l¨ªder supremo Jamenei y del presidente Ahmadinejad ser¨¢, al cabo, derrotado por la disensi¨®n interna al r¨¦gimen, por el abuso de la fuerza y, sobre todo, por la permanencia, vitalidad y deseo de una poblaci¨®n que, en un 70%, son j¨®venes y quieren un pa¨ªs m¨¢s libre.
El tema pendiente es el del desarrollo de la capacidad nuclear de Ir¨¢n y la flexibilidad negociadora tanto de Teher¨¢n como de Washington. Barack Obama ha condenado la represi¨®n iran¨ª pero no ha cerrado (hasta ahora) la puerta a la negociaci¨®n. ?sta ser¨ªa m¨¢s razonable con un r¨¦gimen iran¨ª m¨¢s democr¨¢tico. Barack Obama, como es su costumbre, no cierra ninguna puerta y le recuerda a sus cr¨ªticos: "S¨®lo hay un presidente de EE UU y soy yo". Excluy¨¦ndose del debate de la comentocracia, Obama reafirma su capacidad oficial para juzgar y proceder. Una cosa ser¨ªa condenar la brutalidad del r¨¦gimen y otra negociar con el r¨¦gimen el asunto nuclear. ?Se legitima el Gobierno iran¨ª si Washington negocia con ¨¦l el problema nuclear? ?O es capaz Obama de mantener censura y negociaci¨®n? ?Y es capaz Teher¨¢n de separar una censura que le resta legitimidad de una negociaci¨®n que se la condiciona a un solo tema de trascendencia internacional?
Tal parece ser el dilema. Lo rodea el despertar de toda la sociedad iran¨ª.
Carlos Fuentes es escritor mexicano.
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