Cristiano en la Ca?ada
Las distancias peque?as se miden en kil¨®metros, y las grandes las mide la injusticia, porque son las que separan, por ejemplo, al futbolista Cristiano Ronaldo de los habitantes de la Ca?ada Real Galiana, el poblado de chabolas que hoy va a dejar de existir. ?Qui¨¦n duda que este mundo no ser¨¢ mejor hasta que se acorten las diferencias que hay entre las personas que viven en ¨¦l? Nadie que sea medianamente humano, desde luego, pero, dicho eso, hay gente como Juan Urbano que no soporta la ret¨®rica de la felicidad culpable, esa pose de seres solidarios que tanto le gusta a los demagogos de toda clase, tan partidarios de ese tipo de ret¨®rica que consiste en que alguien entra en un restaurante de cinco tenedores, pide un vino de reserva y jura sentir remordimientos terribles mientras se come un filete de 30 euros en un restaurante, porque a la vez que disfruta del banquete no puede olvidar el hambre que pasan otros en muchos lugares del planeta. El poeta ?ngel Gonz¨¢lez, a quien los lectores saben muy bien que las palabras obedec¨ªan a ciegas, invent¨® una definici¨®n magn¨ªfica para esa clase de poses: el buenismo. Pues eso.
El chabolismo es deprimente, sobre todo en una ciudad en la que hay miles de pisos vac¨ªos
El caso es que llega al Real Madrid el futbolista Cristiano Ronaldo y la televisi¨®n se llena ni m¨¢s ni menos que de pol¨ªticos que se muestran escandalizados por los casi 100 millones que ha pagado el Real Madrid por ¨¦l al Manchester United. Cosa curiosa, porque en algunos casos, a esos mismos campeones del equilibrio social no se les ha visto decir una palabra acerca de los gastos monumentales de sus propios partidos en las campa?as electorales, que cuestan unos millones que tambi¨¦n les habr¨ªan venido de cine a los ni?os hambrientos de este mundo. ?Y si en las pr¨®ximas municipales o legislativas sus formaciones no pegan un cartel ni dan un mitin, y el presupuesto que se ahorren lo donan a Unicef, o Manos Unidas, o M¨¦dicos sin Fronteras? Con una diferencia, que es que luego Cristiano Ronaldo vende 3.000 camisetas en dos horas y hay grandes posibilidades de que su llegada al Santiago Bernab¨¦u termine por ser un buen negocio a lo largo de los pr¨®ximos seis a?os, siempre y cuando no le ponga otro mill¨®n en la cartera un nuevo conjunto y ¨¦l descubra que tambi¨¦n fue de ese equipo toda la vida y que su sue?o era ponerse su camiseta. Juan Urbano sabe perfectamente que los c¨®digos que marcan el paso son ¨¦sos, pero qu¨¦ le vas a hacer si vives en el puro capitalismo. C¨®mete el filete tranquilo y a la vez s¨¦ socio de Unicef, de Greenpeace y del Real Madrid, como ¨¦l mismo lo es.
La Ca?ada Real, cuyo desmantelamiento se aprueba hoy, lo cual es terrible, pero porque demuestra que ha existido, y esas cosas no debieran existir, nunca deber¨ªa permitirse que haya personas que vivan de ese modo a la sombra lujosa de las torres de la ciudad. El chabolismo es deprimente, sobre todo en una ciudad y un pa¨ªs en el que hay miles de pisos vac¨ªos y en el que uno de los grandes agujeros en el barco de la pol¨ªtica es el de la vivienda social, que todos prometen y ninguno construye en la medida en que har¨ªa falta para que los que no pueden tener un sitio donde vivir lo tengan. Otros fariseos, cuyos discursos son muy parecidos a los de los que tanto se escandalizan con los 94 millones de Cristiano Ronaldo, se rasgan la camisa cada vez que alguien habla de reformar la Constituci¨®n, una idea que consideran poco menos que un sacrilegio. Sin embargo, no se les oye decir que el derecho a tener una vivienda es uno de los que se recoge en esa misma biblia por lo civil que tanto dicen respetar para otras cosas. Bueno, pues entonces tendremos que llegar a la conclusi¨®n de que lugares como la Ca?ada Real, adem¨¢s de ser el infierno, son anticonstitucionales. Lo que hay que o¨ªr.
Juan Urbano, que como todo el mundo sabe es fil¨®sofo, sentimental y del Real Madrid, se fue a casa, abri¨¦ndose paso en el calor de julio, cogi¨® un papel y un bol¨ªgrafo y se puso a escribir la alineaci¨®n del equipo para el a?o que viene. No quiso sumar los sueldos de los futbolistas, por si le daba un ataque de mala conciencia, pero tampoco se sinti¨® un hip¨®crita, como les debe de pasar a algunos. Eso s¨ª, se pregunt¨® si lo que m¨¢s necesita el nuevo Ronaldo es un guardaespaldas: ?no ser¨ªa mejor un nuevo estilista...?
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