M¨¢scaras fuera
Los d¨ªas de descanso sientan mejor a los que menos los necesitan, esto es as¨ª contradiciendo todas las teor¨ªas. Dicen que suele ser lo contrario, y es lo que suelo pensar cuando estoy en carrera y llega un d¨ªa de estos. Que nadie se crea nada, por mucho que parezca lo l¨®gico. La experiencia me dice, y s¨¦ de lo que hablo, que si est¨¢s totalmente reventado, despu¨¦s de un d¨ªa de inactividad no recuperas nunca lo suficiente como para volver a sentirte bien. S¨ª que es cierto que, si has tenido alguna ca¨ªda, 24 horas m¨¢s de plazo de recuperaci¨®n sientan bien para las heridas. Pero el cuerpo duele parecido cuando vuelves a forzar la m¨¢quina y el termostato se sit¨²a en la temperatura ¨®ptima de funcionamiento. Y para el que va con lo justo, nunca es agradable caer en la cuenta de que, de aqu¨ª a Par¨ªs, ya no queda ning¨²n d¨ªa de "bandera blanca".
Los que van sobrados se recuperan mejor. Eso siempre ha sido as¨ª. Se han cansado menos, han tardado bastante menos tiempo que t¨² en hacer los mismos kil¨®metros, e incluso han pasado menos calor porque circulan a m¨¢s velocidad y as¨ª el aire refresca m¨¢s. Y que nadie piense que ellos han sufrido m¨¢s. No, la diferencia es que su sufrimiento se ha visto en la tele y el tuyo no, pero el tuyo ha sido m¨¢s prolongado, seguro.
El que de verdad disfruta del descanso es el ganador del d¨ªa anterior, o el que va de l¨ªder de la carrera, o el que va con la escopeta cargada esperando su oportunidad... Bueno, de estos en este Tour no hay muchos, tal y como ayer pudimos comprobar.
Contador, por ejemplo, disfrutar¨¢ del d¨ªa de descanso, aunque lo necesite menos que algunos de sus compa?eros de equipo, los que se pasaron kil¨®metros y kil¨®metros tirando ayer para controlar la escapada. Adem¨¢s, tiene el a?adido de que su descanso comenz¨® antes, se puede decir que a algo m¨¢s de seis kil¨®metros de la meta de Verbier. Cuando atac¨®, mir¨® hacia atr¨¢s, y comprob¨® que -tal y como ¨¦l pensaba- nadie le pod¨ªa seguir. Nadie, ni siquiera su compa?ero Armstrong, y quiz¨¢ eso era lo que m¨¢s alivio le provocaba. A¨²n le quedaban unos minutos de duro esfuerzo, pero hablar de minutos ya no era nada comparado con lo que le hab¨ªa tocado sufrir en estas dos semanas anteriores.
Y encima hablamos de esfuerzo f¨ªsico sin m¨¢s, resistencia al avance provocado por la pendiente de la subida y la aerodin¨¢mica y el rozamiento en menor grado. Nada de guerra psicol¨®gica ni de miradas envenenadas ni de palabras con significados inciertos. Se acab¨®, todo esto se acab¨®, pensar¨ªa nada m¨¢s cruzar la meta; ahora el l¨ªder soy yo. Y cierto que lo es, y con el equipo que tiene y con el terreno que queda hasta Par¨ªs, raro ser¨ªa que no dij¨¦semos lo mismo dentro de una semana.
Ayer por fin vimos carrera, sobre todo gracias a que el Saxo Bank puso toda la carne en el asador. Tensaron al grupo con tal violencia que obligaron a todos a desprenderse de sus m¨¢scaras. Y descubrimos que, tal y como sospech¨¢bamos, lo de Armstrong era pura fachada, a pesar del m¨¦rito innegable que tiene que, a su edad, a¨²n est¨¦ por aqu¨ª dando guerra, y eso tras tres a?os de c¨®mo dir¨ªa ¨¦l "living la vida", no s¨¦ si loca o no. Pero a Armstrong est¨¢ claro que lo que le gusta es esta vida, disfrutar de nuevo de un d¨ªa de descanso, y volver a sembrar de dudas la ¨²ltima semana de carrera. Tan s¨®lo con su presencia, a pesar de todo lo que pas¨® ayer.
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