"Cay¨® un r¨ªo de llamas y no les dio tiempo"
Los compa?eros de los bomberos muertos en Tarragona recuerdan el drama. Un infierno de m¨¢s de mil grados. Arranca la tarde del martes en la sierra de Horta de Sant Joan, y el fuego, que dormitaba, se revuelve enfurecido. El viento alerta a la treintena de personas que desbrozan el pinar de Don Pedro. La brigada de Medio Ambiente es evacuada por v¨ªa a¨¦rea. El resto, unos 20, prefiere resguardarse. "No fueron imprudentes, tomaron una decisi¨®n", razona un coordinador. "Quiz¨¢ acertaron. La mayor¨ªa siguen vivos".
El incendio est¨¢ contenido a unos 600 metros, pero reventar¨¢ si alcanza la maleza. David Duaig¨¹es, Jordi Mor¨¦, Pau Costa, Josep Pall¨¤s, Ramon Espinet y Jaume Arpa trazan la estrategia a contrarreloj. S¨®lo Pall¨¤s seguir¨¢ vivo. Nadie lamenta haber rechazado el traslado a¨¦reo. "El helic¨®ptero que evacu¨® a la brigada tuvo mucha suerte", explica un miembro de la sala de control. "Las r¨¢fagas casi lo estampan contra la sierra".
Los pilotos llevan en el aire toda la jornada. Sobrepasan de largo las dos horas consecutivas de vuelo que indica el reglamento. El vendaval desaconseja m¨¢s salidas. "Nos quedamos sin apoyo a¨¦reo y luego sin apoyo terrestre", confirma otro de los emboscados. "S¨®lo nosotros y el fuego". "Fue un s¨¢lvese quien pueda, corr¨ªamos sin sentido", admite Iv¨¢n. "De aqu¨ª no se mueve nadie. A defendernos con lo que tenemos", dijo el oficial.
Bajo una bola de fuego
"Su plan era abrir un vac¨ªo para contener el fuego", recuerda Iv¨¢n. Pero la brigada de Lleida duda de que baste para contener al vendaval en llamas. Se alejan unos cincuenta metros para blindar el per¨ªmetro de defensa. "Dijeron que terminaban el trabajo y volv¨ªan. Cay¨® un r¨ªo de llamas y no les dio tiempo".
"Todos ped¨ªan auxilio. El barullo era enorme, imposible entender nada", detalla un t¨¦cnico presente en la sala de mando. "?Una descarga! [apoyo a¨¦reo, en la jerga de los operativos]. Estamos bajo una bola de fuego", piden desesperadamente por radio los hombres de Lleida. Un helic¨®ptero se acerca, pero la zona es un volc¨¢n imposible.
Entre los fogonazos aparece la silueta de tres GRAF (unidad de ¨¦lite de los bomberos). Tratan de ganar un camino limpio a su espalda. Pero hay que cruzar el infierno. "Si hubieran llegado, estar¨ªan vivos", augura Iv¨¢n. Uno de los cuerpos cae fulminado a una decena de metros de la salvaci¨®n. Los otros dos beben fuego hasta alcanzar un margen de la v¨ªa forestal. Es el brutal calor lo que les tumba: uno de los cuerpos aparecer¨¢ con el casco fundido. Desde su refugio, Iv¨¢n ve el fuego pasar de largo. "Si nos da, nadie lo cuenta".
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