Pocas dr¨ªadas
La alta pedagog¨ªa del arte coreogr¨¢fico ense?a que la lectura de Don Quijote inspir¨® a Marius Petipa su coreograf¨ªa, tras su paso -de m¨¢s de un lustro- por Espa?a. Y escogi¨® Las bodas de Camacho (le¨ªa y escrib¨ªa fluidamente en castellano, adem¨¢s de tocar virtuosamente las casta?uelas) como l¨ªnea argumental porque permit¨ªa una acci¨®n bailada coherente en l¨ªnea con la moda de la ¨¦poca (colores locales, acto blanco). Es el ¨²nico gran ballet de los que sobreviven hoy que no se estren¨® en San Petersburgo, sino en el Bolsh¨®i de Mosc¨², pero ¨¦sa es otra historia.
Gediminas Taranda (Kaliningrado, 1961) est¨¢ en la iconograf¨ªa del ballet ruso-sovi¨¦tico por su papel como Abderram¨¢n en Raymonda (Grigorovich, 1984), pero tambi¨¦n deb¨ªa figurar su soberbio torero Espada en Don Quijote, que lo bailaba en sus tiempos con arrolladora personalidad, y ese esp¨ªritu, muy de escuela moscovita, es lo que ha transmitido en su versi¨®n de la obra, y entra dentro de la l¨®gica que tenga los mismos dejes y acentos de sus antecesores, sus virtudes y sus defectos. La impronta de una gran escuela de tradici¨®n no se puede saltar a la torera. Intentarlo lleva el riesgo de ser empitonado. Lo mejor de la velada fue precisamente el Espada bailado por Narim¨¢n Bekzanov, que suma car¨¢cter a su l¨ªnea y musicalidad.
Don Quijote
Coreograf¨ªa: Gedimidas Taranda sobre la original de Marius Petipa (1869-1871), Alexander Gorski (1900) y Rosltislav Zajarov (1940); m¨²sica: Ludwid Minkus; escenograf¨ªa: Andrei Zlobin; vestuario: Camila Yacubova. Teatro Compac Gran V¨ªa. 28 de julio.
La escenograf¨ªa es de una pesada ampulosidad expresionista
La escenograf¨ªa es de una pesada ampulosidad expresionista, basada en el dibujo de grandes telones que relatan ¨¦poca y sue?os desde un naturalismo aderezado con fantas¨ªa muy a la rusa. Lo mismo pasa con el vestuario, con los tipismos ineludibles en aquello que dio en llamar el compositor Asafiev, "la Espa?a rusa".
Tambi¨¦n hubo brillo en la jota y el fandango del primer acto (los rusos manejan como nadie el concepto de la danza de car¨¢cter) y la escena de los gitanos; no as¨ª el acto de las dr¨ªadas (ninfas de los bosques) o sue?o de Dulcinea, donde, por faltar, falt¨® hasta la reina de la tropa espectral. Muy buen baile el obtenido por Mayumi Kanedo, tanto en Cupido como en su variaci¨®n del tercer acto. El personaje de Mercedes, m¨¢s cercano en estilo al de la bailarina callejera, tambi¨¦n se esmer¨® en dar de s¨ª, y Elena Colesnichenko, en la Callejera, record¨® con sus acentuados cambr¨¦s a la legendaria An¨ªsimova. La Kitri (llamada as¨ª en su versi¨®n eslava por la ermita de Santa Quiteria en La Mancha, un sitio que seguramente Cervantes visit¨®) de Aliya Tanikpaeva destac¨® por su salto poderoso y no tanto por el resto, mientras el Basilio de Kiril Radek derroch¨® energ¨ªa y alguna falta de control en los giros. En general, se respeta el orden musical original, la pantomima de tradici¨®n y cierto detalle actoral hoy olvidado que puede parecer de un gusto superado por la modernidad. Probablemente el ballet necesita de ambos recursos en un justo matiz.
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