Poder vitalicio, poder limitado
Los l¨ªderes a perpetuidad pueden da?ar la calidad democr¨¢tica de un pa¨ªs. La clave, que haya siempre garant¨ªas de alternancia
En una peque?a localidad de Castilla-La Mancha el alcalde, en v¨ªsperas de las elecciones, es recibido pr¨¢cticamente por todo su pueblo al grito de: "?Alcalde!, ?Alcalde!, todos somos contingentes, ?pero t¨² eres necesario!, ?Viva el mun¨ªcipe por antonomasia!". El edil, entusiasmado, saluda a izquierda y a derecha. La escena es de ficci¨®n, s¨ª. Tanto que las elecciones en ese pueblo manchego son anuales. Se trata de la pel¨ªcula Amanece que no es poco, de Jos¨¦ Luis Cuerda. Y es cierto que no es lo mismo hablar del alcalde manchego que del presidente de un pa¨ªs. Pero hay una sensaci¨®n que recorre a muchas de las personas que alcanzan el poder y es sentirse que son necesarios, como el alcalde de la pel¨ªcula. Y vuelven a presentarse a las elecciones. Una, dos, tres veces... En algunos pa¨ªses incluso se cambian las leyes para permitir esa perpetuidad. ?Es bueno que una persona est¨¦ al frente de un pa¨ªs por un tiempo ilimitado? ?Corre riesgo la democracia?
Tras la tercera elecci¨®n de Roosevelt, se limit¨® el mandato
En Espa?a los dirigentes pueden gobernar sin l¨ªmite de tiempo
"Toda aspiraci¨®n a perpetuarse es odiosa", asegura Ibsen Mart¨ªnez
La ventaja del parlamentarismo es que los actores son los partidos
La experiencia que otorga estar muchos a?os en primera l¨ªnea frente a las rutinas que se asientan; el inmovilismo que brota con la permanencia ante el ¨¢gil debate que fomenta la alternancia. La presidencia vitalicia, los mandatos prolongados tienen ventajas e inconvenientes para todos los gustos. Juan Jos¨¦ Soloz¨¢bal, catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, lo sintetiza as¨ª: "La democracia es un sistema de poder delegado; pero tambi¨¦n limitado. Los gobernantes s¨®lo tienen un determinado poder, en tanto gozan de la confianza de los ciudadanos. Se trata por tanto de un sistema de gobierno consentido y renovable, pero limitado. Sin duda es un poder provisional y acotado temporalmente, cuyo horizonte es temporal, no la duraci¨®n eterna".
La limitaci¨®n es tan subjetiva que los expertos consultados creen que tiene pros y contras. Entre los puntos negativos, Enrique Guerrero, eurodiputado socialista, asegura que los ciudadanos "tienen la capacidad de decidir la continuidad de un proyecto. No se les puede robar esa oportunidad. En Espa?a nunca se ha dado el caso de que un partido pierda las elecciones tras un mandato. Los espa?oles sobrentienden que un proyecto pol¨ªtico tiene, al menos, ocho a?os", asegura.
El hecho de que haya dirigentes que se perpet¨²en en el poder, en Espa?a, Europa o Am¨¦rica Latina, suscita una cuesti¨®n: ?corre riesgo la democracia? En el caso de las que est¨¢n asentadas, desde luego que no. S¨ª se pone en riesgo, sin embargo, la calidad democr¨¢tica. "Un problema importante es que una persona est¨¦ en el poder sin tener una posibilidad de alternancia", opina Guerrero. Ocurri¨® con el PSOE en el 82, con 202 diputados, y en el 86, con 184. Fueron ocho a?os sin que apenas se percibiese a la oposici¨®n.
De ah¨ª la importancia de las mayor¨ªas absolutas. No tanto por llegar a conseguirlas sino por lo que implican. Los mecanismos parlamentarios cambian. No es lo mismo que todas las leyes salgan adelante a que haya que negociarlas con otros partidos. "Sin mayor¨ªa absoluta, la democracia tiene m¨¢s voces", reconoce Guerrero.
Si bien los analistas est¨¢n de acuerdo en que la alternancia aviva el debate pol¨ªtico, los representantes de los dos principales partidos de Espa?a -PSOE y PP- asumen que no es sencillo. "Incluir la limitaci¨®n en una reforma constitucional es complicado. S¨ª ser¨ªa bueno incluirlo en un pacto entre los partidos pol¨ªticos", afirma Jaime Garc¨ªa-Legaz, secretario general de FAES y diputado del Partido Popular.
Tomando ocho a?os como frontera entre la limitaci¨®n y la perpetuidad de los mandatos, Jaime Garc¨ªa-Legaz considera la marcha del ex presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar como un "buen ejemplo", ya que "se puede conseguir los objetivos que se plantean". "La limitaci¨®n de poder es una garant¨ªa de seguridad democr¨¢tica. Instalarse en el poder es un campo que siembra la corrupci¨®n. La alternancia de l¨ªderes propicia tambi¨¦n la alternancia en el partido que gobierna", opina el secretario general de FAES.
Enrique Guerrero incide en que limitar el poder de los mandatarios promueve la renovaci¨®n de la clase pol¨ªtica. "Los programas de los partidos tienen una vigencia corta, relativa, de ocho a?os. Es bueno que haya un replanteamiento de esos programas. Todas las elecciones en las que ha habido un cambio de Gobierno coincidieron con una alta participaci¨®n ciudadana. Las que han tenido una participaci¨®n baja han propiciado Gobiernos de continuidad", argumenta el eurodiputado socialista.
En efecto, los comicios de 1979, 1986, 1989, 1993, 2000 y 2008 arrojan una participaci¨®n media del 71,2%. La participaci¨®n m¨¢xima (76,4%) se produjo en 1993, mientras que las primeras elecciones de la democracia y las que dieron paso a la alternancia (1977, 1982, 1996 y 2004) tuvieron una media de 78,3%, con la m¨ªnima de 77,3% en 2004.
La diferencia entre sistemas presidencialistas y parlamentarios es importante. En los primeros, la figura del mandatario cobra mucho m¨¢s protagonismo que en los segundos, donde el papel de los partidos pol¨ªticos se supone tiene que ser m¨¢s relevante. Sin embargo, esta l¨ªnea es cada vez m¨¢s difusa.
En Estados Unidos, el modelo presidencialista por excelencia, despu¨¦s de que Franklin D. Roosevelt consiguiese ser reelegido por tercera vez, estableci¨® que los presidentes s¨®lo ocupasen su cargo dos mandatos de cuatro a?os cada uno. La reforma, que entr¨® en vigor el 26 de febrero de 1951, y que se conoce como la enmienda XXII a la Constituci¨®n, a¨²n sigue vigente. Esta decisi¨®n, opinan varios analistas consultados, cre¨® una cultura pol¨ªtica en la gente que a¨²n pervive. Los ciudadanos saben que cada cuatro u ocho a?os puede haber cambio de presidente. Un sistema que, en cierto modo, conduce a la estabilidad, seg¨²n los expertos. "La democracia m¨¢s antigua del mundo, la m¨¢s sana, la m¨¢s abierta, tendr¨ªa que ser un ejemplo", opina Jaime Garc¨ªa-Legaz.
En Am¨¦rica Latina tambi¨¦n rige un sistema presidencialista en pr¨¢cticamente toda la regi¨®n. A pesar de que vive su mejor periodo democr¨¢tico en muchos a?os, durante los ¨²ltimos 30 no han sido pocos los gobernantes que han decidido modificar la Constituci¨®n para perpetuarse en el poder. El ¨²ltimo intento, el de Manuel Zelaya en Honduras, ha desembocado en un golpe militar cuyas consecuencias siguen siendo impredecibles
Carlos Menem, el ¨²nico presidente argentino que ha permanecido 10 a?os seguidos en el poder, fue el primero en conseguir una reforma de la Constituci¨®n. Le sigui¨® Fernando Henrique Cardoso, en Brasil, quien tambi¨¦n cambi¨® las reglas del juego en mitad del partido, aunque con los a?os, y viendo los resultados que ha obtenido el pa¨ªs, las cr¨ªticas hacia las formas han disminuido. "Una larga permanencia en el poder, so pretexto de dar continuidad a lo que de bueno haya podido hacerse por el bien general, nunca ha generado m¨¢s que la formaci¨®n de camarillas y facciones personalistas de un mismo partido gobernante", matiza Ibsen Mart¨ªnez, escritor y periodista venezolano.
Actualmente, los casos que m¨¢s llaman la atenci¨®n son los de Hugo Ch¨¢vez, en Venezuela, que, despu¨¦s de un intento, consigui¨® ganar el refer¨¦ndum, y el de ?lvaro Uribe, en Colombia, que a¨²n sigue deshojando la margarita ante sus aspiraciones a un tercer mandato.
Como se puede comprobar, no responden a componentes ideol¨®gicos, van de izquierda a derecha. ?Hay, sin embargo, diferencias entre unas y otras? "Toda, absolutamente toda aspiraci¨®n a perpetuarse en el poder es odiosa. El argumento de ser el hombre imprescindible, esgrimido por todos los aut¨®cratas, desde Sim¨®n Bolivar hasta Fidel Castro, no admite sino rechazo", sentencia Mart¨ªnez. Para el autor, sin embargo, hay una sutil diferencia entre los Gobiernos de Caracas y Bogot¨¢: "En Colombia, a diferencia de Venezuela, las instituciones reguladoras, la opini¨®n p¨²blica, las organizaciones de la sociedad civil, en fin, los poderes que hacen contrapeso al Ejecutivo funcionan de forma m¨¢s efectiva e independiente".
Uno de los argumentos m¨¢s utilizados por los mandatarios latinoamericanos a quienes se critica por querer continuar en el poder es que algunos l¨ªderes europeos, como Felipe Gonz¨¢lez, en Espa?a, o Helmut Kohl, en Alemania, permanecieron largo tiempo en la cumbre pol¨ªtica. Y nadie les critic¨® por ello. "El argumento obra de mala fe, porque no atiende al hecho de que, a diferencia de los reg¨ªmenes parlamentaristas europeos, la mayor¨ªa de constituciones latinoamericanas son muy presidencialistas, otorgan al Ejecutivo un sinf¨ªn de poderes", insiste Mart¨ªnez.
"El parlamentarismo tiene la ventaja de que los actores son los partidos, no los presidentes. Fue su propia formaci¨®n quien se quit¨® de en medio a John Mayor y quien puede que se quite a Gordon Brown, en el caso de Inglaterra", afirma Fernando Vallesp¨ªn, catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Aut¨®noma de Madrid y director del CIS.
En Espa?a un presidente puede ser reelegido hasta que los ciudadanos quieran. Felipe Gonz¨¢lez estuvo en el poder 14 a?os; Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, por el contrario, decidi¨® irse al cumplir su segundo mandato. Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero a¨²n no ha aclarado su futuro. Llama quiz¨¢s la atenci¨®n el largo periodo que han permanecido en el poder algunos presidentes auton¨®micos. Jordi Pujol estuvo 23 a?os al frente de la Generalitat; Manuel Chaves, 19 a?os presidiendo la Junta de Andaluc¨ªa; Rodr¨ªguez Ibarra, 24 a?os en Extremadura; Jos¨¦ Bono, 19 a?os en Castilla-La Mancha y Manuel Fraga, 15 en Galicia. Por no hablar de alcaldes locales, como los de la pel¨ªcula de Cuerda.
Para Vallesp¨ªn, una de las ventajas de que un pol¨ªtico permanezca en el poder es la experiencia. "Un pol¨ªtico con ¨¦xito es un activo para un partido. Prescindir de ¨¦l es casi suicida. Los partidos, hoy por hoy, no pueden prescindir de algunos candidatos. All¨ª donde hay grandes resultados es muy dif¨ªcil que surja gente de la misma especie. Su propia relevancia lo impide. Ocurri¨® con Joaqu¨ªn Almunia, despu¨¦s de Felipe Gonz¨¢lez; en Inglaterra, con John Mayor, despu¨¦s de Margaret Thatcher", argumenta Vallesp¨ªn, quien no en vano reconoce que tampoco es una sentencia categ¨®rica, ya que "el poder hace que se asienten las rutinas. La alternancia mejora el debate interno en los partidos".
Pros y contras del gobierno vitalicio
- Ventajas. Que una persona no se perpet¨²e en el poder garantiza la calidad de la democracia de un pa¨ªs e incentiva el debate interno en los partidos. Los programas y los l¨ªderes pol¨ªticos suelen tener fecha de caducidad y es bueno que se renueven. Si no, las rutinas se asientan. En los reg¨ªmenes presidencialistas la figura del l¨ªder tiene mucha trascendencia y puede llegar a establecer una relaci¨®n clientelar con el resto de poderes del Estado.
- Inconvenientes. La experiencia es un grado. Un l¨ªder que ha permanecido mucho tiempo en el poder suele aportar un carisma que es muy dif¨ªcil de conseguir en otro pol¨ªtico. Adem¨¢s, la sociedad tiene derecho a elegir una y otra vez a un candidato si as¨ª lo desea. No se les debe robar esa oportunidad.
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