"No volver¨¦. No tengo talento para la pol¨ªtica"
Cita en C¨®rdoba, donde vive y trabaja en su editorial, Almuzara. La ola de calor abrasa los guijarros del casco hist¨®rico -"el m¨¢s grande de Espa?a, con permiso de los sevillanos"-, por donde nos pasea con la excusa de buscar un marco para las fotos. Diserta sobre la belleza de la ciudad, su riqueza cultural, su esplendor de milenios: "Hemos ido a menos", sostiene. De verbo exuberante y muy consciente de su capacidad de seducci¨®n intelectual, Pimentel despliega un discurso de hombre feliz, conforme con su suerte. Apagado el micro, ante una copa de fino, ofrece a la visita casi todo lo que antes le ha hurtado a la grabadora.
?Por qu¨¦ se fue?
Comprend¨ª que ser¨ªa un Pepito Grillo en mi partido. Ya no encajaba. Ocurri¨® un hecho con un colaborador [el caso Aycart, un supuesto episodio de corrupci¨®n] que no me gust¨® nada. Lo concreto y el tono difuso general hicieron que entendiera que estaba mejor en casa y me fui. No tiene mayor importancia.
"El libro es un artefacto de vanguardia. Tiene un futuro espl¨¦ndido"
"El Congreso es una mesa camilla de dos se?ores. El resto son figurantes"
Pasado el tiempo, ?se arrepiente?
No, las cosas ocurren cuando tienen que ocurrir, y se hacen con el criterio del momento. No someto el pasado a an¨¢lisis. No se pueden juzgar los actos del pasado con los criterios de hoy. Hice lo que ten¨ªa que hacer, me siento orgulloso de ello, y mi preocupaci¨®n es el ma?ana.
?Por qu¨¦ se siente orgulloso?
Estar conforme con el pasado es indispensable para poder vivir el ma?ana. El ¨²nico criterio para estar orgulloso es porque creo que hice lo que ten¨ªa que hacer, no porque le ponga ninguna valoraci¨®n moral.
Lo digo porque ¨²ltimamente hemos visto m¨¢s episodios de presunta corrupci¨®n en el PP. ?C¨®mo ve el 'caso G¨¹rtel'?
Es interesante period¨ªsticamente, comprendo que levante expectaci¨®n pol¨ªtica, pero no soy imparcial ni justo porque conozco a los afectados, a algunos les tengo afecto y no s¨¦ m¨¢s de lo que se publica. Quiz¨¢ por esa calidez personal no voy a emitir ninguna opini¨®n p¨²blica. Estoy sorprendido, esperando que se aclare judicialmente el asunto.
Es el ¨²nico ministro del PP que ha dimitido. ?Se siente orgulloso por lo que supone de toma de postura moral?
Yo no soy ¨¢rbitro para nada ni nadie, y como no me lo considero, no opino de la moralidad de los dem¨¢s. Tengo precauci¨®n con esto por una cuesti¨®n filos¨®fica personal. ?Qui¨¦n es m¨¢s o menos moral y d¨®nde est¨¢ la altura moral? No tengo ni idea. La vida es una novela, y yo veo el pasado como un cap¨ªtulo ya escrito de mi novela, no me atormenta. He cometido errores, supongo que alg¨²n acierto, y s¨ª, me siento orgulloso, sin m¨¢s.
Cuando dej¨® el ministerio, inici¨® una carrera como escritor y editor ?C¨®mo fue ese golpe de tim¨®n?
Cuando llegas a los 40 te das cuenta de que est¨¢s en la mitad de tu vida, que unos sue?os se han cumplido y otros no, y que no vas a cumplir algunas ilusiones. Empieza a correr el tiempo atr¨¢s. La crisis de los 40: tienes que escoger, ya no todo es futuro. Yo dej¨¦ el ministerio a los 40. Estudi¨¦ ingenier¨ªa y Derecho, pero siempre fui empresario. De la pol¨ªtica volv¨ª a la ingenier¨ªa y tambi¨¦n empec¨¦ a escribir. De peque?o quer¨ªa ser escritor, era una ilusi¨®n, pero nunca la llev¨¦ a cabo porque no ten¨ªa nada que escribir. Hay personas precoces y otras que necesitan una olla, un guiso de vivencias. Empec¨¦ a escribir cuarent¨®n. En un momento dado, me dije: me gusta ser empresario, me gustan los libros; ?por qu¨¦ no lo junto y me convierto en mercader de libros? Eso hice.
?No le dio v¨¦rtigo ese salto al vac¨ªo?
En el fondo son reflexiones que te van llevando. Siempre me ha gustado la ciencia, pero lleg¨® un momento en que la ingenier¨ªa no me divert¨ªa. La vida no es un valle de l¨¢grimas, hay que hacer el bien, aguantar si viene mal, y disfrutarla. Yo estoy programado para hacer cosas que me gusten, que me den satisfacciones.
Es un epic¨²reo.
S¨ª, epic¨²reo responsable.
Parece una contradicci¨®n en los t¨¦rminos.
No, porque los epic¨²reos son de vida muelle, y yo no, mi autodisciplina es severa. No ten¨ªa experiencia en el mundo editorial. Podr¨ªa haberme asociado a una editorial grande, haberme ido a Madrid o a Barcelona. Pero vocacionalmente decid¨ª hacerlo en C¨®rdoba, que ha estado siempre fuera del circuito. Era un doble reto, pero por lo mismo: porque me gusta vivir en C¨®rdoba. El mundo que viene quiz¨¢ nos permita eso: competir con la m¨¢xima exigencia en primera l¨ªnea desde un entorno que te haga feliz.
Tiene 10 hermanos, se educ¨® en colegios del Opus. ?Es usted religioso?
Supongo que mantengo una espiritualidad base, he dejado la pr¨¢ctica religiosa, pero no tengo ning¨²n trauma escolar, desde luego. No soy religioso en el sentido cl¨¢sico. Ateo tampoco. Afirmar que no hay Dios es el mismo acto de soberbia intelectual que decir que hay Dios. Somos una especie espiritual, y mi espiritualidad se canaliza a trav¨¦s de la Iglesia cat¨®lica, tengo una influencia muy fuerte. ?Es mi ¨²nica verdad? No. ?Le tengo respeto? S¨ª.
?Cuando la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica da doctrina social, se siente aludido?
Entiendo que la Iglesia, una instituci¨®n privada, tenga derecho a exponer sus puntos de vista, y lo haga a veces contra los tiempos, contra los siglos y con vehemencia. Hay cosas que me parecen bien, otras que no las entiendo, y otras sorprendentes. He publicado un libro sobre Galileo, y es inaudito que a¨²n no se haya revisado la causa general contra ¨¦l. La Iglesia tiene grandes paradojas. Cuando Juan Pablo II muri¨®, all¨ª estaba el Papa rodeado de Bush, de presidentes, de reyes. Hab¨ªa algo de emperador romano en todo aquello. Todo eso me fascina.
?De d¨®nde le viene esa pasi¨®n por la historia?
De peque?o. Mi diversi¨®n estaba vinculada al campo: caballos, caza, pesca, excursiones, y lo que m¨¢s me gustaba era la arqueolog¨ªa. Andaluc¨ªa es la tierra con m¨¢s densidad arqueol¨®gica, comparable s¨®lo al valle del Nilo. Aqu¨ª no hay una finca que no tenga restos. Buscaba, excavaba cuevas, encontraba flechas, cosas. Ten¨ªa un sexto sentido.
?Y cu¨¢ndo le entr¨® el gusanillo pol¨ªtico?
Yo nunca hab¨ªa tenido inquietudes pol¨ªticas. En la Universidad me fui de cooperador a un kibutz socialista en Israel y descubr¨ª que no soy de izquierdas.
?C¨®mo se descubre eso?
Aqu¨¦l era un modelo socialista ut¨®pico extremo. Los coches eran compartidos, los ni?os dorm¨ªan en un cuarto com¨²n, y me di cuenta de que yo quer¨ªa tener mi casa, mi coche, a mis hijos conmigo, cosas muy primarias. Me dije: yo no soy socialista. Pero el golpe fue cuando mont¨¦ un negocio de ingenier¨ªa. Lo pasaba fatal. El discurso antiempresarial que hab¨ªa en la Andaluc¨ªa de mayor¨ªa absoluta socialista era brutal: los empresarios son unos chorizos, lo cl¨¢sico. Y yo no comprend¨ªa por qu¨¦ esa carga contra la iniciativa, cuando pienso que lo que Espa?a necesita es gente que arriesgue. Aquello me rebel¨® y me apunt¨¦ al PP.
Pues para ser algo tan 'utilitario', se meti¨® a fondo. Diputado auton¨®mico, jefe del partido en Andaluc¨ªa, secretario de Estado, ministro.
S¨ª, pero eso fue el devenir. No conoc¨ªa a nadie en el partido, pero autom¨¢ticamente me pusieron a hacer papeles. Me convencieron para presentarme y de repente me vi diputado auton¨®mico. Cuando Javier Arenas me hizo secretario, me entr¨® el v¨¦rtigo. Le dije que no quer¨ªa ser pol¨ªtico, que estaba bien con mi empresa. Pero fue precisamente mi faceta de empresario la que me fue motivando. Yo amo la libertad individual y la iniciativa, eso hace que yo entre en la corriente liberal. Tambi¨¦n entiendo que la sociedad tiene que equilibrar, establecer contrapesos, que tiene que haber justicia social. Cuando hacen a Javier ministro de Trabajo y me llama, entend¨ª que aquello ten¨ªa una vertiente social. Me ilusion¨¦.
Entonces, no 'era' pol¨ªtico, sino que 'estaba' pol¨ªtico.
Digamos que me v¨ª pol¨ªtico. Con ajenidad y provisionalidad. Como mi pasi¨®n no es eso, era inmune a las supuestas glorias del poder. Yo no entr¨¦ ah¨ª, me vi dentro, y la salida no fue traum¨¢tica porque nunca dej¨¦ mi otra vida. El ministerio me interes¨® much¨ªsimo. Es el m¨¢s pol¨ªtico, y me parec¨ªa que all¨ª pod¨ªa buscarse el equilibrio.
?Qu¨¦ tiene la pol¨ªtica para enganchar tanto?
Es muy hermosa, tiene tantas cosas como personalidades humanas. Uno: la capacidad de hacer cosas influyentes, contribuir a transformar la sociedad. Dos: es una vida muy interesante, conoces a gente importante, est¨¢s en el coraz¨®n de la historia. Tambi¨¦n te da estatus, conocimiento. Yo cog¨ª la pol¨ªtica en una etapa amable. En la primera legislatura del PP no ten¨ªamos mayor¨ªa absoluta, lleg¨¢bamos a acuerdos, no hab¨ªa grandes conflictos. Era una etapa sonriente. Yo viv¨ª el estr¨¦s de la gesti¨®n, pero no el de la crispaci¨®n o el de condiciones tan terribles como las de ahora.
?Cu¨¢ndo empez¨® a nublarse su horizonte pol¨ªtico?
Yo no quer¨ªa estar mucho tiempo. Eso es importante, porque si yo hubiera visto mi vida dentro, habr¨ªa aguantado m¨¢s. Luego hab¨ªa cosas de la Ley de Extranjer¨ªa que no me gustaban nada. Se empez¨® a marcar distancias, hab¨ªa cosas que no entend¨ªa y eso aceler¨® todo. El tema Aycart fue la puntilla.
?Tan insoportable era su desasosiego?
Era una sensaci¨®n de no entender, de perplejidad intelectual. Yo sab¨ªa, porque lo dec¨ªa la EPA, que ¨ªbamos a necesitar cientos de miles de inmigrantes. Y no entend¨ªa una ley con 25.000 permisos anuales. Ni c¨®mo no cre¨¢bamos un sistema que hubiera evitado eso tan pat¨¦tico de promover el venga usted, que ya veremos si lo legalizamos. Me sent¨ªa mal.
En su despedida del PP habl¨® del car¨¢cter monol¨ªtico de Aznar. ?Pudo compartir su perplejidad con alguien?
No se pod¨ªa. No hab¨ªa debate. Hubo un criterio absolutamente pol¨ªtico. Puede que fuera yo el equivocado, pero no lo entend¨ª. Tampoco entend¨ªa esas proclamas de que los inmigrantes vienen a quitarnos nuestro modo de vida. O¨ª cosas tremendas que sent¨ªa, intelectual, vital, personal, sangu¨ªneamente, alejadas de m¨ª.
?Moralmente?
S¨ª, moralmente tambi¨¦n, pero la palabra moral no me gusta.
??tica, entonces?
Es que no me gusta; si dices que algo no es ¨¦tico o no es moral, te pones t¨² como ¨¢rbitro, y yo no soy ¨¢rbitro de nada. Es un criterio subjetivo.
?Le repugnaron los sucesos de El Ejido?
Lo pas¨¦ muy mal. Cuando no actuamos con la diligencia policial que hubiera sido deseable en un Estado de derecho, porque no se puede quemar las casas de nadie, me vino a la cabeza la quema de la juder¨ªa. Quiz¨¢ sea por mi vena novelista, tengo esas im¨¢genes de la historia y puedo estar equivocado. Por eso no uso los t¨¦rminos ni ¨¦tica ni moral. Prefiero el concepto de perplejidad, en mi subjetividad no lo entend¨ªa, a¨²n no lo entiendo. No entiendo por qu¨¦ no nos convertimos en vanguardia en esa materia. Ten¨ªamos la capacidad de gesti¨®n, y de imaginaci¨®n, y lo demostramos en otras cosas. Ah¨ª no. Se meti¨® un tema ideol¨®gico, una especie de vuelta atr¨¢s con un discurso que a¨²n me espanta.
Es conocida su opini¨®n sobre el estilo del presidente Aznar. ?C¨®mo ha visto su evoluci¨®n posterior?
Me pasa una cosa curiosa. Yo discrep¨¦ de Aznar, pero ahora que veo que someten al hombre a un juicio a veces excesivo, h¨¦teme que me pongo a defenderlo. Aznar tuvo defectos. Tuvo cosas brillantes, ahora se obvian, pero las tuvo. Estuvo bien el conjunto de las dos legislaturas. Como part¨ªcipe, la primera me parece brillante. Quiz¨¢ fuera por la coyuntura, y tambi¨¦n por los aciertos, fue uno de los grandes momentos de los partidos liberales en Espa?a. En la segunda fueron apareciendo cosas. El s¨ªndrome de la segunda legislatura, la elevaci¨®n sobre el bien y el mal, y luego una politizaci¨®n, un a priori ideol¨®gico muy influido por los neocon, y la gesti¨®n fue quedando condicionada. Hicimos, y digo hicimos porque el espacio liberal conservador es el m¨ªo, un disparate, que fue la guerra de Irak. A¨²n me sigue causando estupor.
?C¨®mo ve el escritor Pimentel el destino de los protagonistas de la foto de las Azores?
Lo llevaban escrito en la frente. Hay perfiles paloma y perfiles halc¨®n. El nominalismo era imponente. Tres halcones en el nido de las Azores. A las pruebas me remito, fue un aut¨¦ntico disparate. Ah¨ª hubo en el PP una unanimidad s¨®lo aparente. Muchos no entendieron la guerra, pero el PP la vot¨® por unanimidad en el Parlamento. Eso fue lo que me hizo decir: yo no pinto nada aqu¨ª, no entiendo nada. Me voy.
Primero fue 'aparato'. Luego, 'ejecutivo'. Despu¨¦s mont¨® un foro deplorando la rigidez de los partidos. ?En qu¨¦ momento se cay¨® del caballo?
Pues mira, a medida que pasan cosas. Cuando habl¨¦ con personas muy importantes del PP y sab¨ªa que estaban contra la guerra y luego votan a favor. ?se no es un Parlamento que represente la voluntad de los diputados, sino la voluntad del jefe. Nuestro Parlamento es una mesa camilla, de dos o tres se?ores, los dem¨¢s son figurantes. A veces se equivocan de voto y los empapelan; en fin, muy triste. En la transici¨®n hac¨ªan falta partidos, y se les dio una serie de leyes hiperproteccionistas. Deber¨ªamos aliviar esa hiperprotecci¨®n.
Su evoluci¨®n pol¨ªtica es notable. ?Vive al d¨ªa?
Reacciono a los acontecimientos y los sentimientos, pero en un contexto ideol¨®gico no demasiado cambiante: el individuo, la iniciativa, la libertad individual. Si una cosa no la entiendo, si me rompe los esquemas, act¨²o.
Obra en conciencia, digamos.
En entendimiento. Aspiro a entender las cosas.
Huye de las grandes palabras: ¨¦tica, moral, conciencia.
S¨ª, porque yo no funciono as¨ª. Si me califico as¨ª, presupongo que los dem¨¢s no lo son. ?Qui¨¦n soy yo para eso? Me muero de pura verg¨¹enza.
Como editor, s¨ª tiene que arbitrar, decidir qu¨¦ es digno de publicarse y qu¨¦ no.
El acto de decidir un libro es importante. Hay un criterio de coherencia. Una editorial es tu cat¨¢logo, lo que tienes en la calle, y tiene que haber coherencia. Las editoriales de pensamiento pol¨ªtico normalmente se adscriben a una corriente ideol¨®gica, como los peri¨®dicos, y eso est¨¢ bien, pero decidimos que Almuzara no iba a predicar nada, que iba a ser una editorial heterodoxa. Hemos traducido, porque he entendido que era bueno, a todos los neocon. A Wolfowitz, Perle, todos los halcones han llegado a Espa?a por nosotros, porque entend¨ªa que aportaban. Tenemos gente de un lado y de otro, rompedora, que genere debate.
?Y en no ficci¨®n?
La novela es otra cosa.
?Una especie de enamoramiento?
La novela entra dentro de los sentimientos, ya no hay ciencia, es mucho m¨¢s alquimia, y ya no sabes d¨®nde est¨¢ el punto porque depende de las estrellas, del ¨¢nimo, del Sol, de la Luna, del viento. El editor puede tomar varias opciones. Uno: yo s¨®lo edito lo que me gusta. Es leg¨ªtimo, y normal, si me apuras. Tambi¨¦n puedes decir: voy a editar gente que aporte algo, aunque me guste m¨¢s o menos. Lo dif¨ªcil es acertar con el mercado. No creo que los best-sellers se hagan con marketing o por el genio de un editor. No hay reglas m¨¢gicas, la mayor¨ªa son sorpresas. Lo que s¨ª vas percibiendo, y creo que ¨¦sa es la sabidur¨ªa del editor, es que las sociedades tienen estado de ¨¢nimo, funcionan como un ente vivo, y el libro que conecte con ese estado an¨ªmico, que d¨¦ una respuesta, una avanzadilla, triunfa.
?C¨®mo se le toma el pulso a la sociedad, leyendo las encuestas del CIS, las listas de ¨¦xito, lo que se vende en Carrefour?
No. A veces te lo encuentras. Y otras veces apuestas y aciertas, o te equivocas, ¨¦se es el talento y el riesgo del editor.
?Qu¨¦ pedimos ahora los lectores. ?Qu¨¦ queremos?
La gente lee cada vez m¨¢s. A pesar de la crisis, la venta de libros es muy estable, ligeramente a la baja o al alza. Hablo de n¨²mero de ejemplares, en euros no lo s¨¦, porque ahora tira m¨¢s el bolsillo y es m¨¢s barato. En no ficci¨®n se venden los temas econ¨®micos, esta crisis nos sorprendi¨® a todos, hay mucha perplejidad, c¨®mo pas¨®, a ver qu¨¦ hacemos. La autoayuda tambi¨¦n sube. Quiz¨¢ fallen los sistemas religiosos, espirituales, pol¨ªticos, y hay gente que sufre y busca respuestas, soluciones en cosas filoesot¨¦ricas. Y qui¨¦n nos iba a decir, en novela, que el g¨¦nero negro iba a tener esta subida. Se ha popularizado extraordinariamente con fen¨®menos como Larsson.
Qui¨¦n pillara un Larsson, ?no?
Esas cosas no hay que buscarlas, aparecen.
Creo que empez¨® a escribir por las noches en el ministerio.
All¨ª escrib¨ª los primeros folios de Pe?a Laja. Fue despu¨¦s de una visita a Atapuerca que me produjo una evocaci¨®n fort¨ªsima. Ya ten¨ªa una historia que contar. En esto tampoco importa cu¨¢nto busques, llegas a un grado de madurez en que te encuentras la historia. Empezaba entonces el debate de la biotecnolog¨ªa, y eso hice, como siempre: mezclar lo que me gusta, la ciencia y la historia. La relaci¨®n entre el pasado y el futuro.
Siempre evoca el pasado.?Ha nacido tarde?
Imagino mil veces haber nacido en otro tiempo. Supongo que todas las etapas hist¨®ricas han sido fascinantes, pero soy hijo de mi ¨¦poca, me gustan sus posibilidades. Supongo que el pr¨®ximo siglo, cuando culminemos la colonizaci¨®n espacial o la gripe A nos haya diezmado, tambi¨¦n ser¨¢ apasionante.
Naci¨® en 1961. La generaci¨®n de los 'baby-boomers'. Les ha pillado la revoluci¨®n tecnol¨®gica y una crisis brutal a media vida.
Yo no he corrido delante de un gris y he compartido esca?o con la gente que nos ha dado la democracia hecha. Pero lo m¨¢s apasionante de esta generaci¨®n es que ahora mandamos nosotros. Ya no valen las excusas.
Y nos ha tocado bailar con la m¨¢s fea.
Ahora. Hace dos a?os era estupendo. Afortunadamente, la generaci¨®n posterior no ha sido revisionista, nos pod¨ªan haber echado en cara muchas cosas.
El reto ahora consiste en manejar esta crisis. No hay referentes, ?habr¨¢ que inventarse algo?
Greenspan, que era Dios y ahora es el demonio, dec¨ªa que la econom¨ªa s¨®lo tiene dos estados posibles, el de euforia y el de p¨¢nico. Ahora estamos en p¨¢nico. Y yo vivir¨¦, si llego a viejo, otras dos o tres crisis y otras tantas ¨¦pocas de euforia. Volveremos a cometer los mismos errores porque est¨¢ en el alma humana, somos una especie especuladora y nos pondremos con vehemencia a ello. Ah¨ª no tengo esperanza porque la avaricia humana es igual desde el pleistoceno. Pero esta crisis tiene otros elementos. Est¨¢ la globalizaci¨®n, que es verdad; Internet, que tambi¨¦n. Esto es profundo, van a pasar cosas.
Algunos han vaticinado la muerte del libro
. El libro tiene un futuro espl¨¦ndido. Y hablo de papel. El libro electr¨®nico crecer¨¢, veremos qu¨¦ modelo prospera, y tendr¨¢ su p¨²blico. Pero el papel sobrevivir¨¢ porque es un objeto muy avanzado. Es un artefacto de vanguardia: sensual, ergon¨®mico, est¨¦tico, personalizado, es patrimonio, y una descarga no. Tendr¨¢ cambios, pero seguiremos ley¨¦ndolo. Los ni?os, que son nativos de Internet y no inmigrantes como nosotros, son la generaci¨®n que m¨¢s libros lee de la historia.
Una empresa de su grupo tuvo que presentar suspensi¨®n de pagos. El editorial no parece un buen negocio.
No es tanto un problema de ventas. Lo estamos pasando mal: suspensiones, impago de distribuidores; la crisis no nos es ajena. Pero mientras sea financiera, saldremos, porque se siguen vendiendo libros.
?Qu¨¦ le parece Internet como plataforma pol¨ªtica?
Me gusta la figura del enjambre, esas abejas zumbando al un¨ªsono. Desde el tamtan hasta hoy, la llamada tiene los decibelios que te permite la tecnolog¨ªa, pero somos enjambre. Hemos multiplicado la dimensi¨®n del enjambre en proporci¨®n de la capacidad del reclamo, y tendremos que estructurar el nuevo enjambre en funci¨®n de esas nuevas posibilidades. Internet es el nuevo tamtan. Dicho esto, el alma humana seguir¨¢ necesitando que le cuenten historias, enamorarse, sufrir. El papel del editor es seleccionar las historias que lleguen a ese ciberser que dentro de su coraz¨®n es igual que siempre.
?C¨®mo ve el liderazgo de Rajoy frente al de Aznar?
Las palabras son traicioneras, yo me dedico a esto. Se dijo que no se eleg¨ªa, sino que Aznar designaba a su sucesor, en t¨¦rminos mon¨¢rquicos, el sucesor del trono. Y Rajoy tiene un perfil totalmente distinto. Yo lo miro con cari?o, ser¨¢ porque me cae muy bien, o porque s¨¦ las dificultades con que ha tenido que batirse el hombre. Reconozco que me hace mucha gracia.
Por cierto, se lo debe de pasar bomba leyendo los peri¨®dicos.
[R¨ªe, socarr¨®n]. S¨ª, lo paso bien. Pero mira, hablando del estilo de Rajoy, ah¨ª lo tienes, y el PP no es un partido f¨¢cil, y los intereses son muy fuertes. El hombre gan¨® un congreso, va a llegar a las elecciones y las encuestas dicen que puede ganarlas.
?Usted con qui¨¦n va?
Yo estoy fuera. Pero creo que hace falta una alternancia. Zapatero tuvo una primera legislatura muy buena, hizo cosas que me gustaron. La retirada de Irak me pareci¨® valiente. Pero esta segunda legislatura lo veo fuera. Le ha pillado a trasmano la econom¨ªa, no le veo coherencia, ni plan, ni liderazgo, da la sensaci¨®n de ir a trompicones.
?Para cu¨¢ndo su vuelta a la pol¨ªtica?
No volver¨¦. Es una de las decisiones trascendentes que uno toma en la vida. No s¨¦ si tengo talento como escritor o editor, pero s¨ª que no tengo talento para la pol¨ªtica. Conozco sus l¨®gicas y no sirvo. No aporto, no es mi sitio, no lo har¨ªa bien.
Soy un epic¨²reo responsable
El mayor de 11 hermanos, Manuel Pimentel (Sevilla, 1961) estudi¨® en colegios religiosos antes de cursar Agr¨®nomos y Derecho. Su carrera pol¨ªtica, bajo el padrinazgo de Javier Arenas, fue fulgurante. De militante de base pas¨® a diputado auton¨®mico, responsable del PP andaluz, secretario de Empleo y, de 1999 a 2000, ministro de Trabajo. Dimiti¨® 22 d¨ªas antes de las elecciones y lo hizo p¨²blico antes de comunic¨¢rselo, por fax, al presidente Aznar, con el que discrep¨® en la pol¨ªtica de inmigraci¨®n. En 2003 dej¨® el PP por desacuerdo con la guerra de Irak.
Con 40 a?os comenz¨® una carrera como escritor y editor que le ha llevado a publicar varios libros (Pe?a Laja, Planeta, 2000) y a fundar una editorial, Almuzara, en C¨®rdoba. As¨ª junto mis dos pasiones: la empresa y los libros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.