La 'maostalgia' china
Los j¨®venes urbanitas chinos abrazan sin complejos una moda 'retro' inspirada en los a?os sesenta. Utilizan la iconograf¨ªa mao¨ªsta, los s¨ªmbolos 'kitsch' socialistas, como reacci¨®n antioccidental y muestra de irreverencia
A escasas semanas de la que se espera sea una conmemoraci¨®n por todo lo alto del sexag¨¦simo aniversario de la fundaci¨®n de la Rep¨²blica Popular China, con parada militar incluida, Mao sigue siendo una referencia fundamental de la historia contempor¨¢nea del gigante oriental. No obstante, su evocaci¨®n ya no cabe asociarla en exclusiva a los nost¨¢lgicos de su heroico y turbulento tiempo o a quienes haciendo trizas su pol¨ªtica se aferran a su figura como fuente de legitimidad, sino que hoy es parte de una nueva modalidad de exhibici¨®n consumista protagonizada por una juventud que asume la iconograf¨ªa mao¨ªsta sin complejo alguno.
La primera referencia de esta nueva tendencia juvenil arranca de Cui Jian, el reconocido fundador del rock chino, una figura de la generaci¨®n de Tiananmen, autor de letras emblem¨¢ticas como Una pieza de tela roja que "me cubre los ojos y el cielo y no deja lugar alguno donde pueda ser yo mismo", art¨ªfice de una admirada y cuidada fusi¨®n entre los instrumentos folcl¨®ricos tradicionales y la m¨²sica occidental. El autor tambi¨¦n de la enigm¨¢tica canci¨®n El ¨²ltimo tiro fue el primero en utilizar la simbolog¨ªa del mao¨ªsmo, ligeramente modificada, como expresi¨®n ir¨®nica de su descontento y de la cr¨ªtica con el contradictorio y convulso tiempo que le hab¨ªa tocado vivir. En Cui Jian y en esa primera ¨¦lite art¨ªstica culta e "irrespetuosa" con la simbolog¨ªa del r¨¦gimen hab¨ªa una rebeld¨ªa que hoy es francamente dif¨ªcil de apreciar en los muchos seguidores que han socializado entre el gran p¨²blico el recurso a los emblemas m¨¢s caracter¨ªsticos del r¨¦gimen como simple aditivo est¨¦tico.
Se trata de pura pasi¨®n mercantil, curiosidad cultural o simplemente nacionalismo
Algunos creen que ponen en evidencia la p¨¦rdida de valores como la solidaridad o la igualdad
La nueva moda, que progresa de d¨ªa en d¨ªa entre las capas medias urbanas, se inspira en el culto a los tiempos dif¨ªciles, con efigies relacionadas con la Danwei (el centro de trabajo que serv¨ªa de anclaje de los individuos en el sistema y que les prove¨ªa de todo lo necesario desde la cuna hasta la tumba) y marcas de la ¨¦poca (como los tenis Feiyue que malamente pueden durar un par de meses), incluyendo los omnipresentes termos con flores o las tazas de metal, objetos que hoy adquieren una perspectiva nueva despu¨¦s de verse desplazados por las marcas y productos occidentales. Nadie daba ya nada por ellos, salvo, quiz¨¢s, los coleccionistas, curiosos y los habituales de las ferias de antig¨¹edades que tanto entusiasmo despiertan en China.
Los s¨ªmbolos kitsch socialistas, del tiempo revolucionario, o de la econom¨ªa planificada, ofrecen un nuevo motivo de inspiraci¨®n a la moda china. Todo lo que hab¨ªa ca¨ªdo en desgracia y desuso, rechazado por su deficiente calidad o p¨¦simo dise?o, vuelve ahora por sus fueros. El tiempo de la furia incontenible por los productos importados de Occidente parece haber pasado, una vez que China se observa a s¨ª misma renovada y a punto en sus capacidades para competir con los pa¨ªses m¨¢s desarrollados, ya sea en el deporte, en la carrera espacial o en cuanto ¨¢mbito se precie, desde la econom¨ªa a las nuevas tecnolog¨ªas. Pero la maostalgia tiene tambi¨¦n algo de desplante, de irreverencia, frente a quienes se empe?an en demostrar que pueden hacer lo mismo que los dem¨¢s, incluso mejor. Huyendo de esa competici¨®n est¨¦ril en la que poco puede aportar y apostando por la recuperaci¨®n de la autoconfianza, la juventud china mira hacia s¨ª misma.
La pasi¨®n que despierta esta moda es una expresi¨®n tambi¨¦n de la b¨²squeda de la diferenciaci¨®n en una sociedad que, pese a la pluralidad entreabierta por la reforma, circula a¨²n por cauces que admiten poca frescura. La moda retro se inspira en los a?os sesenta y en la simbolog¨ªa propiamente china, y su novedad radica en explorar y mostrar m¨¢s libremente la capacidad dormida de la propia sociedad para dar rienda suelta a su creatividad e iniciativa partiendo de c¨®digos locales y aportando indicios claros de una disposici¨®n a la innovaci¨®n, pr¨¢cticamente in¨¦dita en este orden, al menos en una dimensi¨®n tan masiva.
Pero tambi¨¦n es una reacci¨®n antioccidental en muchos, convencidos de que Occidente no les comprende, e incluso les rechaza, cuando responden con matices a quienes tratan de imponer el traslado mim¨¦tico y tendencioso de sus c¨®digos pol¨ªticos, econ¨®micos, culturales y sociales, sin tener en cuenta la idiosincrasia y las singularidades del planeta oriental.
Los ¨²ltimos tiempos han sido pr¨®digos en crisis de este tipo y crece cierto hartazgo por el que califican de doble rasero occidental, expresi¨®n del temor a verse superados por una emergencia incontenible y que marca el inicio de una nueva era global pilotada desde Oriente. Hagan lo que hagan, piensan ya, el fracaso del di¨¢logo est¨¢ escrito de antemano.
?Nostalgia de Mao? Nada m¨¢s errado. Puede que pura pasi¨®n mercantil, curiosidad cultural o simplemente nacionalismo, pero en ning¨²n caso nostalgia del mao¨ªsmo. La generaci¨®n adscrita a este tipo de maostalgia no ha conocido los tiempos dif¨ªciles y su atribulada curiosidad se satisface simplemente viajando a Corea del Norte para darse una idea de lo que era China en los a?os sesenta y de lo que quiz¨¢s podr¨ªa ser hoy de no haber impulsado la pol¨ªtica de reforma y apertura.
A pesar de ello, sin asociaci¨®n expl¨ªcita con cuanto de exceso ideol¨®gico hay en el mao¨ªsmo, algunos aprecian en esta maostalgia la evidencia de la p¨¦rdida de importantes valores como la solidaridad o la igualdad, una a?oranza de tiempos m¨¢s sencillos que, no obstante, dif¨ªcilmente seducen a nadie para reclamar la vuelta atr¨¢s.
La maostalgia juvenil es diferente de otros fen¨®menos sociales relacionados que funcionan en China desde hace d¨¦cadas, por ejemplo, el llamado turismo rojo, una f¨®rmula ideada en su d¨ªa por el r¨¦gimen para contentar a los m¨¢s ortodoxos que quer¨ªa ver lejos de los despachos donde se coc¨ªa la reforma en curso. Ahora, 60 a?os despu¨¦s del triunfo de la epopeya revolucionaria, el turismo rojo contribuye a mantener viva la llama de aquellas ambiciones y su visi¨®n de la historia, cultivando las referencias elementales del patriotismo contempor¨¢neo y reafirmando su propia legitimidad. Muchos j¨®venes universitarios, ondeando banderas rojas, visitan estos lugares y hacen las reverencias de rigor como muestra de respeto. Su objetivo, ganar fuerzas para conservar y consolidar su moral. Con esta movilizaci¨®n permanente, el r¨¦gimen trata de impedir la emergencia de discursos alternativos, pasando de largo sobre los episodios tr¨¢gicos que han caracterizado su larga marcha hacia la prosperidad.
La maostalgia est¨¢ tambi¨¦n presente en debates que resurgen, por ejemplo, a ra¨ªz de la grave crisis de Urumqi del mes pasado, cuando resucita la que se define como clave explicativa de dichos sucesos y que se relaciona con la erosi¨®n de la igualdad pol¨ªtica y econ¨®mica entre miembros y no miembros de la nacionalidad han, progresivamente debilitada en los 30 a?os de reforma. En un primer momento, la identidad compartida sobre la base de la pertenencia a una misma clase social, fundamento del mao¨ªsmo en materia de nacionalidades, serv¨ªa de plataforma com¨²n frente a los enemigos de la Nueva China. La proclama de "todos iguales en la misma clase social", permit¨ªa dejar a un lado la espinosa cuesti¨®n de la identidad ¨¦tnica y actuaba como b¨¢lsamo preventivo y reparador frente a los conflictos. Pero volver a ese escenario, con la pluralidad social actual y una vez atribuidos a las minor¨ªas derechos compensatorios por los agravios y excesos cometidos durante la revoluci¨®n cultural, es harto dif¨ªcil, si bien el mantenimiento de esta pol¨ªtica es muy impopular entre la mayor¨ªa han.
Pero la nueva juventud china, en su gran mayor¨ªa, est¨¢ bien lejos de las diatribas pol¨ªticas e intelectuales acerca de las hipot¨¦ticas bondades del mao¨ªsmo en comparaci¨®n con las dificultades de su vida actual, y simplemente se congracia al admirar las excelencias est¨¦ticas de una moda que le sugiere recuerdos de un tiempo duro aunque lleno de esperanza que hoy, dejando a un lado su significaci¨®n ideol¨®gica, simplemente le sienta bien.
Xulio R¨ªos es director del Observatorio de la Pol¨ªtica China.
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