Comer mal es peor que fumar
La mala nutrici¨®n provoca un aumento de las alergias y otros trastornos - La educaci¨®n es la mejor herramienta para combatirla
Comer demasiadas hamburguesas puede producir obesidad y aumento del colesterol. Al igual que se avisa en los paquetes de tabaco, los consumidores deber¨ªan estar advertidos de las consecuencias del consumo de ciertos alimentos. Los cambios en la dieta han sido vertiginosos en los ¨²ltimos a?os y, como se?alan expertos en nutrici¨®n, la tendencia es a peor. Comer mal, adem¨¢s, no s¨®lo produce obesidad, diabetes o problemas cardiovasculares. Est¨¢n aumentando las alergias e intolerancias y tambi¨¦n otros trastornos, de car¨¢cter m¨¢s leve, que merman la calidad de vida. Hasta tal punto que, si no se invierte esta tendencia, la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) prev¨¦ algo nunca visto: que los nacidos despu¨¦s de 2000 tengan menos esperanza y calidad de vida que los que nacieron antes.
Los cambios en la dieta han sido vertiginosos en los ¨²ltimos a?os
La obesidad es la consecuencia m¨¢s visible de una mala alimentaci¨®n
Un atisbo de esperanza viene de la mano de la crisis, opinan los expertos
S¨®lo el 6,6% de la pobalci¨®n alcanza los objetivos de consumo saludable
La diet¨¦tica no est¨¢ re?ida con la gastronom¨ªa, seg¨²n los m¨¦dicos
"Los malos h¨¢bitos repercuten en el sistema inmune", dice un especialista
Manuel Serrano-R¨ªos, catedr¨¢tico de Medicina Interna de la Universidad Complutense y miembro de la Real Academia de Medicina, opina que "globalmente, una mala nutrici¨®n es un factor de riesgo m¨¢s grave que el tabaco, ya que su impacto es mayor sobre muchos sistemas". Un grupo de expertos del Consejo Cient¨ªfico del Instituto Danone, que preside Serrano-R¨ªos, debati¨® la semana pasada sobre la importancia de invertir la mala tendencia en la alimentaci¨®n durante un curso sobre nutrici¨®n y salud p¨²blica en la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo de Santander. Pilar Cervera, ex directora del Centro de Ense?anza Superior de Nutrici¨®n y Diet¨¦tica, tambi¨¦n opina que las secuelas de comer mal se extienden m¨¢s que las del tabaco. "Por eso tienen efecto las luchas contra el tabaco, porque se habla de consecuencias m¨¢s concretas", asegura Cervera.
La obesidad, que ha sido la primera enfermedad no infecciosa de la que la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) declara una pandemia, es la consecuencia m¨¢s visible de una mala alimentaci¨®n. Pero la necesidad de volver a la dieta mediterr¨¢nea se apoya adem¨¢s en otros factores: "La prevalencia de alergias e intolerancias ha aumentado much¨ªsimo en los ¨²ltimos a?os", afirma Ascensi¨®n Marcos, experta del Grupo de Inmunonutrici¨®n del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC). "Los malos h¨¢bitos en la alimentaci¨®n repercuten en el sistema inmune", incide Marcos, "y aunque muchas alergias e intolerancias alimentarias est¨¢n sin diagnosticar, se est¨¢ diciendo que en 2010 entre el 40 y el 50% de la poblaci¨®n europea va a padecer alg¨²n tipo de alergia".
La dificultad de diagn¨®stico se extiende a otros de los efectos de la mala nutrici¨®n, "trastornos sin gravedad pero que van mermando la calidad de vida, y de los que la gente no se preocupa hasta que no son verdaderos problemas", afirma Pilar Cervera. "El estre?imiento es uno de los m¨¢s comunes, del que se pueden derivar hemorroides o fisuras anales, que a la vez pueden terminar en anemia por p¨¦rdidas de sangre; en general hay todo un subgrupo de trastornos ligados a una mala alimentaci¨®n; mala hidrataci¨®n, que da problemas de piel, de cabello... y estos peque?os trastornos simplemente se van asumiendo, por lo que no desaparecen o empeoran hasta que son realmente graves", explica la experta del Instituto Danone, que aboga por una alimentaci¨®n variada y con horarios establecidos como soluci¨®n a estos problemas.
Son muchos los factores que influyen en la mala nutrici¨®n. Aparte del estilo de vida, "la tecnolog¨ªa de alimentos", afirma Serrano-R¨ªos, "ha contribuido a incluir en alimentos procesados ingredientes que facilitan la alergia; el consumo preferencial de determinados alimentos, a la vez que los nuevos m¨¦todos de laboratorio han contribuido a que se desarrollen estos problemas".
Para los expertos se trata de una especie de paradoja: la mejora del nivel de vida no ha hecho sino empeorar la calidad o el equilibrio en la alimentaci¨®n y poner en grave peligro la dieta mediterr¨¢nea. "Los espa?oles comemos mucho, comemos mal, apenas hacemos ejercicio f¨ªsico y dormimos menos horas de las convenientes", afirma Isabel ?vila, miembro del Instituto Danone y presidenta de la Confederaci¨®n Espa?ola de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (CEACCU), que acaba de presentar un estudio sobre h¨¢bitos saludables. El resultado ha sido un "suspenso absoluto". Seg¨²n el informe, tan s¨®lo el 6,6% de la poblaci¨®n alcanza los objetivos de alimentaci¨®n saludable respecto al consumo de frutas, verduras, pescado y legumbres.
Unos datos poco alentadores y mucho peores en equilibrio que los de los ¨²ltimos a?os: "Antes era menos habitual que los j¨®venes tomaran tantas calor¨ªas y no estaba en este peligro la dieta mediterr¨¢nea; no sabemos por qu¨¦, pero aunque cada vez somos m¨¢s exigentes con la salud y con la alimentaci¨®n, al final nos cuidamos menos y nos alimentamos peor", afirma ?vila.
No est¨¢n claras las razones del aumento ni tampoco la soluci¨®n, pero existe consenso sobre cu¨¢l debe ser la principal v¨ªa de combate: la educaci¨®n es la base para modificar unos h¨¢bitos m¨¢s dif¨ªciles de cambiar conforme avanza la edad. "Esta falta de formaci¨®n, de atenci¨®n a la nutrici¨®n para una vida saludable, repercute en otros ¨¢mbitos muy graves, ya que se produce un riesgo de manipulaci¨®n, porque la gente se cree todo lo que le cuentan sobre dietas, lo que se anuncia en televisi¨®n", asegura Serrano-R¨ªos. Un grave desconocimiento que se transmite de padres a hijos: "Los ni?os son grandes imitadores, por eso es muy importante que toda la familia coma lo mismo, eso de preguntarles a los ni?os qu¨¦ quieren comer no se hac¨ªa en mi ¨¦poca", dice Cervera, "es vital que toda la familia coma lo mismo e introducir al ni?o pronto en la mesa familiar".
La responsabilidad es tanto familiar como escolar. Los expertos coinciden en que la educaci¨®n alimentaria es un apartado olvidado y que es necesario potenciarla a todos los niveles de la educaci¨®n. "En la asignatura de Educaci¨®n para la ciudadan¨ªa", afirma Serrano-R¨ªos, "y en la carrera de Medicina, donde ni siquiera est¨¢ bien reflejada la importancia de la nutrici¨®n; los m¨¦dicos tienen una formaci¨®n muy escasa, yo dir¨ªa que casi ha habido menosprecio en este sector". La poca consideraci¨®n que se ha dado a la nutrici¨®n no evita la existencia de otra paradoja. Hay preocupaci¨®n, pero no acci¨®n. El estudio revela que el 75% est¨¢ preocupado por llevar una dieta sana, aunque a la hora de la verdad todo se quede en buenas intenciones.
La presidenta de CEACCU cree que, en general, la sociedad padece "poca informaci¨®n y menos formaci¨®n". Problemas de etiquetado y de tiempo para cocinar se suman al desconocimiento. Pilar Cervera asegura que para adquirir esta educaci¨®n "hay que conocer los grupos alimentarios y mezclarlos de forma equilibrada". La experta en nutrici¨®n cree que "la diet¨¦tica no est¨¢ re?ida con la gastronom¨ªa, es necesario cuidar la presentaci¨®n y controlar la grasa y sal, pero tampoco eliminarlos". Factores que hagan m¨¢s atractiva la variedad, sobre todo en lo que concierne a los ni?os, pueden ser clave para conseguir un cambio en esta cultura que se aleja peligrosamente de la dieta mediterr¨¢nea.
Un atisbo de esperanza viene de la mano de la crisis. ?vila cree que la coyuntura econ¨®mica "est¨¢ cambiando ligeramente los h¨¢bitos, las familias est¨¢n recuperando buenas costumbres en la mesa". Los productos base de la dieta mediterr¨¢nea son, de hecho, algunos de los m¨¢s econ¨®micos. Las legumbres, vegetales o los cereales cumplen ambos requisitos y tienen en este momento su oportunidad perfecta para recuperar el protagonismo en la mesa. Y es que, a la hora de comer, nada como los platos de la abuela.
Buenas intenciones, malos h¨¢bitos
Buenas intenciones pero poco m¨¢s. El estudio presentado la semana pasada por la Confederaci¨®n espa?ola de organizaciones de amas de casa, consumidores y usuarios (CEACCU) revela que la mayor¨ªa de los espa?oles (74,4%) se preocupa por llevar una vida sana.
La teor¨ªa est¨¢ muy bien y casi todo el mundo se la sabe. Sin embargo, en la pr¨¢ctica son realmente muy pocos los que tienen buenos h¨¢bitos o se preocupan por adquirirlos. El informe, realizado a partir de 5.500 encuestas, recoge los errores m¨¢s frecuentes y que m¨¢s se reconocen: no tomar suficientes frutas y verduras (el m¨¢s com¨²n), no hacer un desayuno completo y comer muy pocas legumbres. Isabel ?vila, presidenta de CEACCU, valora la situaci¨®n como un serio peligro para la dieta mediterr¨¢nea y lamenta que en la sociedad falte tiempo e informaci¨®n para atender a la alimentaci¨®n.
Son los mayores, seg¨²n el estudio, quienes m¨¢s se preocupan por la dieta y se alimentan de forma m¨¢s equilibrada, son precisamente quienes ya ten¨ªan los h¨¢bitos adquiridos, dice ?vila. Por sexos, el hombre es quien menos se preocupa por seguir una dieta en condiciones y, entre ellos, son los solteros, divorciados y la gente con bajo nivel de estudios los que menos se cuidan en este sentido.
El ejercicio f¨ªsico casi brilla por su ausencia. S¨®lo el 27% confiesa realizar alg¨²n tipo de ejercicio o deporte (incluidos paseos de media hora o de m¨¢s tiempo). Y, adem¨¢s, se duerme poco. M¨¢s de la mitad duerme menos de siete horas diarias recomendadas y la siesta tiende a desaparecer. As¨ª, el 60% de la poblaci¨®n no se la echa nunca.
Los distintos factores est¨¢n encadenados, cuando se cambia uno se cambian todos, se?ala ?vila sobre la tendencia a agrupar los h¨¢bitos, ya que est¨¢ comprobado que quienes tienen costumbres escasamente saludables suelen tener m¨¢s de una.
El fumador habitual consume, en general, menos fruta que el no fumador, advierte la presidenta de la CEACCU. Para ?vila, uno de los papeles m¨¢s importantes en esta lucha contra la desinformaci¨®n alimentaria lo tienen los medios de comunicaci¨®n.
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