"Yo quiero ser Manolo"
Cienfuegos, joven lanzador de martillo, se mira en el espejo del leon¨¦s
Como en las bonitas historias antiguas en las que las tradiciones se pasaban de padres a hijos en sagrada cadena, Manolo Mart¨ªnez, coloso leon¨¦s de 34 a?os, lanzador de peso, da acceso al gran mundo a Javier Cienfuegos, armario extreme?o de 19 a?os, gafas de Dolce & Gabbana, lanzador de martillo. "Le miro a Cienfuegos y me veo cuando debut¨¦ en unos Mundiales, en los de Stuttgart 1993, con 18 a?os", dice Mart¨ªnez; "tengo muchas esperanzas puestas en ¨¦l porque tiene potencial y talento. S¨®lo necesita tener la cabeza fr¨ªa".
En un atletismo como el espa?ol, en el que los buenos corredores surgen con cuentagotas y los lanzadores y otras hierbas son accidentes que raramente se producen m¨¢s de una vez por generaci¨®n, la coincidencia de Mart¨ªnez, que tute¨® a la ¨¦lite durante m¨¢s de una d¨¦cada, y Cienfuegos, que acaba de batir el r¨¦cord mundial j¨²nior con el martillo peque?o (seis kilos), se puede considerar un fen¨®meno de la naturaleza. Eso sin contar con Mario Pestano, el disc¨®bolo canario que se encuentra en la plenitud de su carrera. "Yo quiero ser Manolo", dice Cienfuegos; "me veo en Manolo, que siempre ha peleado, que nunca se ha achantado".
Como Manolo, un freaky que ve poes¨ªa en el peso que lanza tras acariciarlo apoyado en su cuello, Cienfuegos es un bicho raro que prefiri¨® pasar las tardes haciendo girar sobre su cabeza una bola enganchada a una cadena que jugando al f¨²tbol con los amigos. Como a los grandes, la cabezoner¨ªa le distingue. Y la pelea. "Me fui a Madrid a los 16 a?os porque en Montijo (Badajoz), donde nac¨ª y crec¨ª, no pod¨ªa seguir progresando", dice Cienfuegos, 1,93 metros, 134 kilos, quien, poco a poco, va adquiriendo el f¨ªsico de los martillistas, menos pesados que los lanzadores de peso, menos definidos muscularmente que los disc¨®bolos. "Al principio, no ten¨ªamos jaula. Dec¨ªan que ¨¦ramos un peligro y no nos dejaban lanzar, aunque el ¨²nico accidente fue cuando ya hab¨ªa jaula: la hija de Antonio Fuentes, que era mi entrenador, le dio a su padre en la cabeza... Y pens¨¦ que se me iba a hacer m¨¢s dura la vida en la capital, pero con Ra¨²l Jimeno, mi t¨¦cnico actual, estoy como en casa".
Mart¨ªnez, quien ya se ha alejado de la ¨¦lite, los que se acercan de vez en cuando a los 22 metros, aspira a terminar entre los ocho primeros: "Tendr¨¦ que estar en los 20,50. Ser¨ªa un gran logro". Casi simult¨¢neamente, en la otra esquina del estadio, Cienfuegos intentar¨¢ el milagro de pasar a la final: "Necesitar¨ªa superar mi mejor marca en un metro". Sabe que es posible. Sabe que Manolo Mart¨ªnez, un chiquillo de 18 a?os, lo consigui¨® en sus primeros Mundiales, hace ya m¨¢s de tres lustros.
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