Pop, morcilla y vino para modernos
La energ¨ªa del grupo 'indie' Vetusta Morla triunfa en el festival Sonorama
Las historias de Vetusta Morla y del Sonorama guardan bastantes similitudes. Ambos han tardado a?os en triunfar, y lo han hecho poco a poco, a base de trabajo y de boca a oreja. El a?o pasado, la banda madrile?a tocaba a mediod¨ªa, en una plaza fuera del recinto, para pocos cientos de personas. Este viernes, pasada la medianoche, se convirtieron en las estrellas del festival de Aranda de Duero. Actuaron para unos 6.000 espectadores. Muchos m¨¢s, y mucho m¨¢s involucrados, que en el concierto de la pretendida cabeza de cartel, la escocesa Amy MacDonald.
Mediod¨ªa del s¨¢bado. Mientras cientos de festivaleros se refrescan en la piscina, una pandilla con ganas de fiesta se arranca a cantar una melod¨ªa pegadiza. Sin letra. A ese modo tan espa?ol ("lo, lo, lo") que lo mismo sirve para el himno nacional que para el riff de Born to run, de Bruce Springsteen. En este caso, lo que la gente tararea es el final de Sharabbey road, de Vetusta Morla. Pocos momentos pueden resumir mejor el ascenso de la banda. La pegadiza melod¨ªa ha sido la m¨¢s repetida en las colas, en el c¨¢mping, en los tiempos muertos. S¨®lo le ha ido a la zaga, en popularidad, el inconfundible Hu-ha del DJ Chimo Bayo, que pinch¨® el viernes y resucit¨® nostalgia por el bakalao.
Las bodegas de Aranda de Duero dan gratis vasos de Ribera con chorizo
El certamen, como la banda madrile?a, ha crecido poco a poco, con trabajo
Todo queda, pues, en la tierra. El Sonorama siempre se ha caracterizado por eso, desde que el 25 de julio de 1998, cuando una peque?a localidad de Burgos de apenas 30.000 habitantes, se prepar¨® para la "invasi¨®n de los modernos", en palabras de Javier Ajenjo, director del festival. La iniciativa surgi¨® de una asociaci¨®n cultural, Art de Troya. Su mayor dificultad, pero a la vez su mayor ventaja, es la ausencia de af¨¢n de lucro, a diferencia de algunas empresas del ladrillo que organizaron festivales en la ¨¦poca de la burbuja inmobiliaria. "Tardamos diez a?os en pagar la primera edici¨®n, perdimos 18.000 euros". Lo pasaron mal. Pero confiaban en lo que hac¨ªan: promocionar una identidad, la arandina. El lechazo, el vino y la morcilla para j¨®venes con camisas de cuadros, sombreros y gafas de pasta.
?ngela y David, que llevan cinco a?os viniendo, creen que el ambiente es lo que merece la pena. M¨¢s que los grupos, "casi los mismos que en otros festivales como el Contempopranea, e incluso que el propio Sonorama del a?o pasado", les atrae "la convivencia con los lugare?os". La relaci¨®n con el pueblo es inseparable: los conciertos en las plazas, las bandas locales que amenizan los interludios o los voluntarios de Art de Troya, que no cobran un duro por su trabajo. Si lo hicieran, el presupuesto (700.000 euros) superar¨ªa de lejos el mill¨®n de euros. En la calle hay mucha juerga. "Es una simbiosis entre el p¨²blico, los artistas, los organizadores...", confiesa Ajenjo.
Las bodegas de Aranda de Duero ofrecen gratis durante toda una ma?ana vasos de vino con pinchos de chorizo y morcilla. Nadie se lo pierde, por nada del mundo. Tambi¨¦n hay catas de vino, de las que disfrutan unas 300 personas, en turnos de 50.
El Sonorama defiende lo de aqu¨ª. De los 49 grupos que participan en esta edici¨®n, la m¨¢s nutrida de su historia, la mayor¨ªa son espa?oles. Algunos nombres: Dorian, Catpeople, We are standard, Christina Rosenvinge, Manos de topo, Nacho Vegas. Casi toda la escena indie espa?ola. Aunque tambi¨¦n Kiko Veneno, que el jueves encandil¨® con un repaso a su ?chate un cantecito.
Por ponerle un pero al certamen, el sonido de los conciertos fue desigual, probablemente por la falta de tiempo para las pruebas. Y algunas actuaciones se solaparon. "Sin llegar a ser como el Primavera Sound, es una pena perderse a grupos peque?os y muy interesantes como Mi peque?a radio, que tocaron a la vez que Nacho Vegas", se?ala Diego, asiduo del Sonorama.
Muchos destacan la relaci¨®n calidad / precio (el abono para dos d¨ªas, aunque m¨¢s caro que en otras ediciones, ronda los 70 euros), con el jueves gratuito. Y la tranquilidad general. "Los sol y sombra, los puros, las ca?as compartidas", se?ala Carlos, uno de los m¨¢s asiduos. Ram¨®n y Ra¨²l, dos j¨®venes arandinos que tambi¨¦n van al Vi?aRock o al Festival de jazz de San Sebasti¨¢n, consideran que "lo m¨¢s importante es que el Sonorama se quede como est¨¢; que no se masifique, que no se convierta en un FIB".
La relaci¨®n con Vetusta Morla marca una de esas diferencias. Ellos son protagonistas, aunque act¨²an como si no. Tocan sin un atisbo de autosuficiencia, de conformismo. Son pura energ¨ªa. Es cierto que emplearon sin pudor recursos algo populistas aunque efectivos, como beber de una bota de vino Ribera del Duero, o recordar tiempos pasados y agradecer a los presentes..
Antes de su irrupci¨®n, algunos se preguntaban si Amy Macdonald era aquella chica rubia con vestido de lentejuelas. "Pero ?¨¦sta no era morena?". Lo que no enga?aba era su propuesta: pop agradable y pegadizo, aunque algo agotador; demasiadas de sus canciones se parecen a su gran ¨¦xito, This is the life, estribillo que la va a perseguir bastante tiempo.
En cambio, cuando son¨® Copenhague, de la banda madrile?a, las barras de cervezas estaban casi desiertas. Todos se concentraban en el concierto. Al terminar, Pucho, el cantante, no puede disimular la sonrisa. Se la ha ganado. Como los premios de la m¨²sica independiente.
Vetusta Morla, con el permiso de los brit¨¢nicos James, que sonaron anoche, han sido la estrella de esta edici¨®n. "Se ha cerrado un c¨ªrculo: un grupo peque?o y un festival peque?o han demostrado que se puede lograr si se cree en lo que se hace", destaca Ajenjo.
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