Alphonse Arcelin, el 'libertador' del Negro de Banyoles
Promovi¨® la retirada del museo del hombre disecado y su entierro digno
Su gran momento fue el 5 de octubre de 2000 en el parque Tsholofelo de Gaborone, la capital de Botsuana. Ese d¨ªa, Alphonse Arcelin (Miragoane, Tahit¨ª, 1936) vio culminar, desde tribuna, la lucha a la que se hab¨ªa consagrado en cuerpo y alma durante una d¨¦cada. Mientras se oficiaba la extravagante ceremonia de entierro de un antiguo guerrero africano robado de su tumba por unos naturalistas franceses 170 a?os antes, disecado y convertido en objeto de museo, el m¨¦dico de origen haitiano observaba satisfecho el fin de un empe?o que le hab¨ªa costado enormes sinsabores.
Arcelin, fallecido ayer en Cuba a los 73 a?os, fue el impulsor de la campa?a para retirar del museo Darder de la localidad catalana al denominado Negro de Banyoles, que, tras diversas vicisitudes dignas de una novela de Julio Verne, hab¨ªa recalado all¨ª en 1916. El m¨¦dico, radicado en Cambrils (Tarragona) y concejal del PSC, interpuso una denuncia contra el museo por exhibir al hombre disecado, algo que le parec¨ªa escandaloso e inhumano.
El hecho de que lanzara su protesta en 1991, en v¨ªsperas de los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona de los que Banyoles era sede de las pruebas de remo, dio enorme difusi¨®n al caso y levant¨® una enorme polvareda con amenazas de boicoteo de los pa¨ªses africanos. Arcelin fue atacado en medios nacionalistas catalanes por sugerir que hab¨ªa un trasfondo racista en el asunto, recibi¨® cr¨ªticas e insultos.
Pero ¨¦l no se amilan¨®, ni cej¨®. Tras conseguir en primera instancia la retirada temporal del guerrero disecado, lo que permiti¨® celebrar en paz los Juegos, Arcelin volvi¨® a la carga para exigir que la retirada fuera definitiva y que el Negro, como se denominaba al hombre taxidermizado, fuera devuelto a tierra africana para darle un (segundo) entierro digno. Finalmente, tras apelar a la Organizaci¨®n de la Unidad Africana, lo consigui¨®: el viejo guerrero fue desmontado y sus huesos enviados al pa¨ªs m¨¢s conveniente para su sepelio, Botsuana.
La singular ceremonia incluy¨® cr¨ªticas (algo retrasadas en este caso) al colonialismo y su inhumanidad que aguant¨® con gran temple, sin traslucir la estupefacci¨®n que sent¨ªa el representante diplom¨¢tico espa?ol, el embajador en Namibia Eduardo Garrigues. Arcelin disfrut¨® de lo lindo con la situaci¨®n. Pero ya aquellos d¨ªas en Gaborone se le ve¨ªa preocupado, al abrumarle la deuda por las costas judiciales del proceso que inici¨® contra el Ayuntamiento de Banyoles y que se le ayud¨® a pagar con una colecta p¨²blica.
Hombre de car¨¢cter, con no demasiado sentido del humor ni matices, Arcelin demostr¨® un tes¨®n y una capacidad de aguante admirables. Una tumba en Gaborone es buena prueba de su enorme coraje.
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