El juego tr¨¢gico del verano
Son ya seis los muertos por asta de toro en los encierros espa?oles
La entrada a la plaza de toros de la localidad madrile?a de San Sebasti¨¢n de los Reyes presentaba el aspecto de un campo de batalla reci¨¦n abandonado. Con manchas de sangre, ropa desgarrada, decenas de zapatillas desparejadas por el suelo. El encierro del 28 de agosto de 2005 fue devastador. Dej¨® 60 heridos y al equipo de la televisi¨®n polaca, que lo filmaba, totalmente consternado. Sobre todo al enterarse de que aquel desastre no impedir¨ªa el encierro del d¨ªa siguiente.
?C¨®mo explicarles a los periodistas polacos que ese factor de riesgo, de sangre, de locura, de barbarie si se quiere, es consustancial a los encierros de toros? Que cada a?o hay cientos de heridos en los casi 15.000 festejos de este tipo que se celebran en buena parte de los m¨¢s de 7.000 municipios espa?oles. Y que el fen¨®meno, lejos de remitir, parece consolidarse.
El encierro exige una preparaci¨®n similar a la de un deportista de ¨¦lite
El riesgo mayor est¨¢ en el consumo de alcohol y la masificaci¨®n
Los sanfermines son el modelo. El saldo ha sido un muerto y 41 heridos
Descienden las corridas, pero aumentan los festejos con toros
S¨®lo en la Comunidad Valenciana se celebraron el a?o pasado m¨¢s de 6.000 festejos populares con toros. Y la afici¨®n crece en Castilla y Le¨®n, Castilla-La Mancha y Andaluc¨ªa. Tambi¨¦n aumentan los aficionados que van de un pueblo a otro, de unas fiestas a otras, para disfrutar del espect¨¢culo. Los sanfermines, el referente de todos los encierros, han dejado un muerto y 41 heridos por asta de toro, adem¨¢s de dos centenares largos de contusionados. Una lista que incluye chavales de 18 a?os, y hombres maduros de 66. Espa?oles y norteamericanos, en una fiesta cada vez m¨¢s masificada en la que corren entre 2.000 y 3.000 personas en el estrecho espacio de las talanqueras.
El muerto de Pamplona no era el primero del a?o, ni el ¨²ltimo. Antes de que un toro corneara fatalmente a Daniel Jimeno, otros cuatro varones hab¨ªan muerto ya en circunstancias similares. Y el martes pasado ca¨ªa la ¨²ltima v¨ªctima hasta el momento, un chaval de 16 a?os, volteado por un cabestro en el pueblo de Cabanillas (Navarra). Una cosecha amarga nada excepcional.
El verano en Espa?a, ardiente, interminable, es el gran momento para estos festejos. Los ingredientes son siempre los mismos. Fiestas hasta el amanecer con conciertos y copas en abundancia. El riesgo mayor en los encierros est¨¢ en el consumo de alcohol y la masificaci¨®n. "Los borrachos, los menores incontrolados, los cafres y los considerados normales, est¨¢n en todas las fiestas y eventos del mundo. Siempre en las mismas proporciones", se lamenta Jos¨¦ Lorente, corredor de encierros y subdirector de la revista taurina Bous al Carrer, que se edita en Puzol (Valencia). "Llevo 30 a?os asistiendo a los festejos populares en toda Espa?a, y veo las mismas caras que en una discoteca, en una verbena, en un concierto, o en un estadio".
Pero en los encierros el riesgo es elemento esencial. Por mucho que las autoridades rodeen los recintos de polic¨ªas y ambulancias. Alberto Matiaces, concejal de Festejos de San Sebasti¨¢n de los Reyes -cuyos encierros empiezan el pr¨®ximo mi¨¦rcoles-, hace mucho hincapi¨¦ en la seriedad de una organizaci¨®n en la que intervienen unas 400 personas. "Disponemos de siete ambulancias-UVI, un hospital de campa?a, el quir¨®fano de la plaza de toros, con nueve cirujanos preparados, y nuestro hospital Infanta Sof¨ªa, en estado de alerta". Eso sin contar las p¨®lizas de seguros obligatorias. Una de 4.000 euros, para cubrir desgracias a los corredores, y otra de 9.000 para asegurar a los toros.
"Correr los toros exige una forma f¨ªsica como la de un deportista de ¨¦lite. A los 37 a?os yo ya soy un viejo", dice Lorente, que conserva cicatrices de tres cornadas. Aunque el trayecto o manga parece interminable (m¨¢s de 800 metros en Pamplona y en Sanse), el participante no suele correr m¨¢s de 50 metros.
Lo sabe bien Jos¨¦ Mar¨ªa Pereira, pastor de encierros y corredor ¨¦l mismo, que lleva ocho a?os organizando los de San Sebasti¨¢n de los Reyes. Pereira, de 30 a?os, tiene claro que no se puede hablar de encierros o de toros sin m¨¢s. "Hay festejos con toros de corro, que se alquilan y van de un sitio a otro y se las saben todas". Esas fiestas no son para ¨¦l. "Deber¨ªan prohibirse, como ocurre ya en Madrid".
Lo que irrita al movimiento ecologista y antitaurino es que este espect¨¢culo se financie con dinero p¨²blico. Calculan que anualmente se destinan a estos festejos unos 600 millones de euros. La cifra no parece disparatada si se tiene en cuenta que un ayuntamiento como Manzanares el Real, en la Comunidad de Madrid, gasta casi un 2% de su presupuesto de siete millones de euros en sus fiestas de agosto, con encierros y novilladas.
"Un gasto desproporcionado que este a?o se ha reducido a la mitad, despu¨¦s de una consulta a los vecinos", cuenta Angel Aretxaga, concejal de IU. La decisi¨®n ha sido una especie de quiero y no puedo porque la opini¨®n local est¨¢ muy dividida. Ocurre en todas partes.
No es casual que s¨®lo 56 municipios espa?oles (casi todos en Catalu?a), se hayan descolgado oficialmente de la afici¨®n taurina. Los toros siguen siendo el plato esencial del men¨² festivo espa?ol.
Theo Oberhuber, portavoz de Ecologistas en Acci¨®n, considera, no obstante, que el fen¨®meno est¨¢ remitiendo, aunque muy lentamente. Un dato del que tendr¨ªan que tomar buena nota los poderes p¨²blicos. "Las encuestas que hace Gallup muestran que la cifra de aficionados a los toros est¨¢ ahora en apenas un 10% o un 12% de la poblaci¨®n".
Datos globales del Ministerio del Interior avalan tambi¨¦n esta tesis. En 2008 se celebraron 2.218 corridas, 404 menos que el a?o anterior, y los ganaderos (en Espa?a hay m¨¢s de 1.300 empresas dedicadas a criar toros), achacan este descenso a la crisis que ha llevado a una reducci¨®n general de festejos taurinos.
Pero los n¨²meros tambi¨¦n pueden resultar enga?osos. Las fiestas populares con toros, lo que valencianos y catalanes llaman bous al carrer, no dejan de aumentar. Los propios encierros parecen haber cobrado nuevo br¨ªo coincidiendo con el despegue del sector tur¨ªstico espa?ol. En San Sebasti¨¢n de los Reyes se cre¨® la primera pe?a taurina en el a?o 1979. "Nuestros encierros datan de 1520", asegura el concejal popular Alberto Matiaces.
El recurso a la tradici¨®n, para explicar el sorprendente apego de los espa?oles a los festejos taurinos, no le sirve al soci¨®logo y escritor Enrique Gil Calvo. A su juicio, la clave est¨¢ en la transgresi¨®n del orden social. Algo que se consigue plenamente en las fiestas taurinas que conjugan transgresi¨®n y riesgo. "Y de aqu¨ª viene la mala fama, pero la enorme fama que tienen las fiestas con toros, que trasgreden y violan la vida del toro y adem¨¢s suponen un riesgo, un peligro, una amenaza para la integridad f¨ªsica de los fiesteros".
Afrontar el propio miedo, dominarlo, ser¨ªa la gran recompensa de los participantes en los encierros. Una gratificaci¨®n con la que deber¨ªan conformarse, sin buscar demasiadas bendiciones externas.
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