Terapia para los hijos indomables
Andaluc¨ªa cuenta con 13 pisos para menores que han maltratado a sus padres
El menor siente rechazo hacia sus padres, y ellos, culpabilidad por haberlo denunciado. As¨ª se enfrentan normalmente ambas partes al creciente fen¨®meno del maltrato en el ¨¢mbito familiar por parte de los hijos hacia sus progenitores. Una vez que toca fondo y no hay m¨¢s salida que la denuncia empieza un camino que, seg¨²n los expertos, se logra "reconducir" en la mayor¨ªa de los casos en que los menores pasan por los denominados pisos de convivencia. "No vale para cualquiera", aclaran, pero es un recurso de medio abierto que se ha convertido en uno de los principales "logros" de la Ley del Menor. El problema, advierte el ministerio fiscal en Andaluc¨ªa, es que est¨¢n "saturados".
Ya alert¨® el Defensor del Pueblo de este fen¨®meno. No se trata de una conducta aislada ni se puede encasillar en un nivel econ¨®mico, social y educativo bajo. "Ha habido un aumento en menores que podr¨ªamos decir son de clase media y media alta", explica el director de uno de estos grupos. En Andaluc¨ªa hay 13 pisos o residencias de grupo educativo de convivencia, que es la denominaci¨®n que da la Consejer¨ªa de Justicia y Administraci¨®n. Ocho menores conviven en cada uno de ellos, tutelados siempre por un profesional. Su edad media es de entre 16 y 17 a?os.
"Han aumentado los maltratadores menores de clase media y media alta"
La fiscal¨ªa advierte de que estas casas de convivencia est¨¢n saturadas
En turnos de ocho horas, hasta diez profesionales por residencia trabajan con ellos. "Es lo que permite este sistema, es m¨¢s costoso, pero m¨¢s satisfactorio. El contacto es muy fuerte", explica el jefe de servicio de medidas de medio abierto y reinserci¨®n de la consejer¨ªa, Isidoro Beneroso. Obviamente a ninguno de los menores le gusta levantarse una ma?ana en uno de esos pisos y vivir junto a otros chicos y un educador. "Hay un proceso de observaci¨®n mutua cuando llegan", relata Antonio Jes¨²s Guerrero, psic¨®logo y director del grupo de Almer¨ªa, pero luego el d¨ªa a d¨ªa "normaliza" la convivencia.
La estancia, acordada por un juez, es de al menos nueve meses y se puede prolongar hasta el a?o y medio. Son pisos, viviendas pareadas o independientes. Estas ¨²ltimas son las que prefieren los especialistas porque logran menos reticencias de los vecinos a los que suele "incomodar" su presencia. "No son como los trabajos en beneficio de la comunidad o la libertad vigilada, son m¨¢s a largo plazo", explica Beneroso. En la comunidad el aumento de medidas de grupo de convivencia est¨¢ pr¨®ximo a triplicarse en cinco a?os: de las 100 ejecutadas en 2005 a las 276 de 2008. En el primer cuatrimestre del presente a?o son ya 164.
En estos centros, divididos por sexos (nueve de r¨¦gimen masculino con 72 plazas y cuatro para chicas con 32), se desarrollan actividades escolares para su formaci¨®n acad¨¦mica y otras dirigidas a adquirir habilidades laborales y ocupacionales. Adem¨¢s, "se trabaja muy bien el tema de la violencia, el control de impulsos, dominar la propia personalidad, las frustraciones...", agregan los especialistas. Se establecen horarios y se reorienta su proceso de socializaci¨®n para, dentro de un ambiente normalizado, generar recursos que le hagan superar la conflictividad eventual y el retorno al hogar familiar sea exitoso.
Los malos tratos est¨¢n en el origen de gran parte de los menores que cumplen este tipo de medida. "Muchos han sido v¨ªctima de ellos en su infancia o sufrieron el rechazo de sus progenitores". De ah¨ª la importancia de estos pisos que les confieren un contexto de seguridad, protecci¨®n y afecto. "Primero se tienen que responsabilizar de sus actos", explica Guerrero para quien "compensa" sin duda el esfuerzo de esta labor. Es un trabajo vocacional, evidentemente, que requiere la capacidad suficiente para tratar de no llev¨¢rselo a casa, aunque a veces reconoce que es "imposible" no implicarse demasiado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.