Crisis: lo que deber¨ªa ser y no es
Si los brotes verdes se convierten pronto en prados verdes, y en a?o y medio resurge el bosque, pronto volveremos a la jungla. Los reiterados anuncios de intelectuales y pol¨ªticos de que ya nada volver¨¢ a ser igual tras esta crisis quedar¨¢n en la estanter¨ªa de las p¨ªas admoniciones incumplidas.
?sta es la sensaci¨®n que compartimos, cada d¨ªa que pasa, m¨¢s ciudadanos. Salvo la masiva intervenci¨®n de los Gobiernos de todo signo para recomponer la situaci¨®n con dinero p¨²blico ahora que todos somos, otra vez, keynesianos, no veo que se est¨¦ haciendo mucho m¨¢s. Y sin embargo deber¨ªan hacerse varias cosas. Sino, curamos la herida pero no el mal que la provoc¨®.
La primera es acotar los sistemas de creaci¨®n de dinero. Digo acotar porque regular se queda corto. Marshall, resumiendo el pensamiento de los economistas cl¨¢sicos, dec¨ªa que el dinero era el velo que cubr¨ªa la realidad. Hoy el velo se ha convertido en la realidad misma. La econom¨ªa se ha financiarizado. El valor de los activos financieros es al menos cuatro veces mayor que el PIB mundial, y las transacciones monetarias apoyadas en las nuevas tecnolog¨ªas son, seg¨²n los expertos, cien veces superiores a las transacciones del comercio de bienes "reales".
Los Gobiernos tienen que poner en marcha otras iniciativas adem¨¢s de intervenir con dinero p¨²blico
Desde los ochenta, las crisis econ¨®micas han sido financieras en su origen
Los mecanismos por los cuales se crea en la pr¨¢ctica dinero se han multiplicado exponencialmente y, lo que es m¨¢s grave, se han privatizado. Bajo el cielo protector de la mano invisible, cada d¨®lar de hipoteca subprime puede leerse que ha generado hasta 64 m¨¢s en el mercado financiero de derivados. Menuda pandemia, ?la gripe F?
En la pr¨¢ctica, los Estados est¨¢n perdiendo los derechos de se?oreaje que le reservaban el control de la moneda. La digitalizaci¨®n del dinero ha multiplicado su velocidad de circulaci¨®n, potenciando, como se ense?a en las escuelas de Econom¨ªa, los efectos de la masa monetaria. Esta alianza de las finanzas con las nuevas tecnolog¨ªas se ha producido cuando el pacto keynesiano de posguerra hab¨ªa sido enterrado, y la ideolog¨ªa imperialmente dominante era el laissez faire. La libertad total de mercado y la proliferaci¨®n del bit han hipertrofiado la acci¨®n de lo financiero y, lo m¨¢s decisivo, est¨¢n sometiendo las dem¨¢s esferas de la econom¨ªa a la l¨®gica cortoplacista, y m¨¢s, del capitalismo financiero. Hoy las finanzas, estas finanzas, son el factor que manda y decide sobre la econom¨ªa real. Milton Friedman sonreir¨¢ en su tumba.
Desde los ochenta para ac¨¢ todas las crisis econ¨®micas han sido financieras en su origen: sureste asi¨¢tico, tequilazo mexicano, punto.com, y ahora, hipotecas americanas. Parece que la Administraci¨®n Obama toma cartas en el asunto y se apresta a corregir desaguisados que se incubaroncuando Reagan desmont¨® leyes que nacieron en los a?os treinta y cuarenta para evitar otro crack del 29. Son estas liberalizaciones las que han permitido la existencia de mercados y entidades financieras al margen de todo control. Lo que depende de una convenci¨®n social, como lo es el dinero, exige pacto social y control p¨²blico. Un control que, en este caso, o es global o no es. ?Se ha hecho mucho? ?D¨®nde est¨¢ el nuevo Bretton Woods?
Dos. Las consecuencias de las turbulencias financieras afectan ciertamente a los ricos, pero quien m¨¢s paga los platos rotos es la econom¨ªa real, y con ella clases medias y pobres. La tremenda expansi¨®n financiera de los ¨²ltimos a?os ha sido, esta vez s¨ª, el velo que ha camuflado una p¨¦sima distribuci¨®n de la renta. Mientras los salarios reales ca¨ªan, los cr¨¦ditos se multiplicaban. La crisis de subconsumo latente, desde que Reagan y Thatcher decretaran la muerte del pacto keynesiano para que el sistema funcionara, se ha venido amortiguando con sucesivos incrementos del cr¨¦dito.
Ya que usted no puede comprar porque no gana para ello, no se preocupe nosotros le prestamos. En Estados Unidos la tasa de ahorro es cero; no existe. En las ¨²ltimas crisis la respuesta de la Reserva Federal siempre ha sido la misma: bajada de tipos de inter¨¦s y expansi¨®n del cr¨¦dito. ?Y el ahorro? El ahorro, ya lo ponen China y otros, que para eso el d¨®lar es moneda de reserva. El problema afecta a las familias pero tambi¨¦n a las econom¨ªas nacionales, que como ha hecho Espa?a, se endeudan fuertemente en el exterior, encubriendo, en nuestro caso, la endeblez de su oferta.
En el crack del 29 los estudiosos se?alan como primera causa una p¨¦sima distribuci¨®n de la renta. Hoy estamos en lo mismo. En plena depresi¨®n de los a?os treinta, Keynes demostr¨® que la sacrosanta ley de Say, seg¨²n la cual toda oferta genera su propia demanda, no era verdad en t¨¦rminos macroecon¨®micos. Entregado a la mano invisible, el capitalismo de mercado genera m¨¢s oferta que demanda, como el comunismo hac¨ªa lo contrario seg¨²n atestiguaron durante a?os las colas para comprar cualquier cosa en los Pa¨ªses del Este.
Frente a esta realidad la soluci¨®n crediticia no deja de ser una adormidera. En t¨¦rminos pol¨ªticos, lo problem¨¢tico es que la distribuci¨®n de la renta, o se hace v¨ªa salarios, pagando el ¨²nico factor que la mayor¨ªa de la gente tiene que es su trabajo, o se hace v¨ªa impuestos, detrayendo de donde hay para llevar a donde no hay. Ambas cosas resultan harto dif¨ªciles en las sociedades posmodernas de nuestros d¨ªas, en las que los avances tecnol¨®gicos y las ganancias de productividad han fracturado y transformado gran parte del trabajo por un lado, y por otro, el consumo, convertido en el modo central de vida, hace odiosa cualquier detracci¨®n de renta v¨ªa impuestos directos. Y, sin embargo, en la base de las pir¨¢mides financieras que alimentan las burbujas especulativas siempre hay una desigual distribuci¨®n de la renta.
El tercer asunto estructural est¨¢ al acecho de que la recuperaci¨®n se inicie. Es el consumo de materias primas. Si la vuelta a la normalidad pasa por la ocupaci¨®n plena de los factores productivos, el insumo de materias primas volver¨¢ a dispararse, porque esta vez, en el tren de la recuperaci¨®n, iremos muchos m¨¢s. La globalizaci¨®n ha tra¨ªdo muchas cosas positivas. Unas de ellas es que todo el planeta, salvo quiz¨¢ el ?frica subsahariana, ha cogido el tren del desarrollo. Esto pone sobre la mesa problemas que no estaban presentes cuando se sali¨® de la Gran Depresi¨®n.
Schumpeter nos dijo que la esencia del capitalismo es la "destrucci¨®n creadora". Lo comparto. Eso significa mucho avance, pero mucho despilfarro. La cantidad de consumos in¨²tiles en el mundo rico no tienen l¨ªmites. Desde ellos, no es l¨ªcito, ni posible, negar a los pobres que progresen en cosas bastante m¨¢s necesarias. Las externalidades del despilfarro no las incorpora el mercado, y si lo hace, lo hace tarde y mal. Es el tipo de problemas que s¨®lo puede resolver la pol¨ªtica, y adem¨¢s globalmente. La recuperaci¨®n puede hacer que el barril de petr¨®leo o el kilo de arroz vuelvan a ponerse por las nubes. ?No podr¨ªamos consumir m¨¢s ideas y menos cosas?
Para acabar un recuerdo hist¨®rico: En 1937 todo apuntaba a una salida de la Gran Depresi¨®n. Desde 1933 en adelante se hab¨ªan tomado medidas correctas, pero se hab¨ªan obviado las m¨¢s estructurales. Vino la reca¨ªda. Las medidas m¨¢s importantes acabaron adopt¨¢ndose a partir de 1944. Sin fatalismos agoreros, convendr¨ªa no repetir la historia. Econ¨®mica me refiero.
Justo Zambrana Pineda es subsecretario del Ministerio del Interior. Ha publicado El ciudadano conforme (Taurus) y La pol¨ªtica en el laberinto (Tusquets).
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