Los besos ganar¨¢n a la gripe A
Los consejos para evitar el contagio del nuevo virus, como no tocarse al saludarse o hablar, no cambiar¨¢n los h¨¢bitos de los espa?oles - Las conductas sociales arraigadas son dif¨ªciles de modificar - Las medidas higi¨¦nicas s¨ª pueden cuajar
Este oto?o hay restricci¨®n de besos. Nada de boca a mejilla. Y muchos menos boca con boca. Supone demasiado contacto f¨ªsico. Tampoco vale un apret¨®n de manos. Todo lo que sea tocarse termin¨®. La primera pandemia del siglo XXI ronda cerca. Quiz¨¢ su vecino est¨¦ infectado, su primo, su jefe. La gripe A trae nuevos h¨¢bitos sociales que promueven el distanciamiento de las personas. Medidas que las autoridades aconsejan para evitar, o al menos reducir en lo posible, los contagios. Pero en una sociedad como la espa?ola acostumbrada a tocarse, a besarse, a relacionarse de cerca ?bastar¨¢ una simple inclinaci¨®n de cabeza y cuerpo, un saludo a la japonesa? ?Transformar¨¢ el H1N1 a ¨¦sta en una sociedad mucho m¨¢s as¨¦ptica?
Algunos colegios de m¨¦dicos piden que se evite el contacto para reducir el riesgo
"Quiz¨¢ parezcan medidas alarmistas, pero son eficaces", explica un experto
Los expertos coinciden en que los principios que aconsejan limitar el contacto no arraigar¨¢n en una sociedad como la espa?ola, acostumbrada a las relaciones f¨ªsicas cercanas. Las costumbres sociales no se modificar¨¢n. Es muy poco probable que nos olvidemos de los besos. S¨ª pervivir¨¢n, sin embargo, los h¨¢bitos higi¨¦nicos. Lavarse las manos durante un minuto, taparse la boca con pa?uelos de papel al toser o usar desinfectantes para eliminar los posibles restos de virus. "Quiz¨¢ haya una oleada moralizadora de civismo higi¨¦nico", dice el soci¨®logo Enrique Gil Calvo. "A ver si esta pandemia logra al menos que empecemos a afear su conducta a los que escupen por la calle, o contribuye a que los que estornudan sin taparse dejen de hacerlo", apunta.
De momento, y sin una vacuna contra la nueva gripe a la vista, las autoridades sanitarias reconocen que contra el virus s¨®lo es ¨²til la prevenci¨®n: mucha higiene y medidas de separaci¨®n como no dar besos y no estrechar la mano. Algo que muchos ven rid¨ªculo. Pero, ?evitar esos contactos tan habituales puede librarnos de contraer el H1N1? "Quiz¨¢ parezca alarmista, pero es eficaz. Acostumbrarnos a limitar el contacto cercano disminuye el riesgo de contagio", dice Juan Jos¨¦ Rodr¨ªguez Send¨ªn, presidente de la Organizaci¨®n M¨¦dica Colegial.
Carmen Ch¨¢varri no parece pensar lo mismo cuando besuquea a su nieto de ocho a?os a pesar de sus toses. Es el propio ni?o quien se queja, se revuelve y se limpia el moflete con el dorso de la mano mientras mira de reojo a su abuela. "Si no voy a poder besar a mi propio nieto... ?Prefiero contagiarme! A ver si nos vamos a volver ahora todos hipocondriacos", dice la mujer, de 73 a?os, a las puertas de un centro de salud madrile?o. "Adem¨¢s, el ni?o no tiene fiebre", esgrime. "Acaso quieren ahora que nos saludemos sin tocarnos ?c¨®mo? ?con un movimiento de ojos?", bromea.
Con independencia de las libres decisiones de cada cual, el H1N1 s¨ª puede contagiarse a trav¨¦s de un beso. La gripe humana se transmite fundamentalmente por las llamadas gotitas de Pfl¨¹gge, que en una tos o un estornudo, por ejemplo, pueden viajar al menos un metro. De ah¨ª el alejamiento. "Tambi¨¦n se produce transmisi¨®n por contacto directo de las mucosas con las secreciones respiratorias de personas infectadas o, de forma indirecta, a trav¨¦s de las manos u objetos recientemente contaminados por esas gotitas", explica Jos¨¦ Mar¨ªa Mart¨ªn Moreno, catedr¨¢tico de Medicina Preventiva y Salud P¨²blica y asesor de la OMS. Objetos como platos, vasos o, incluso, las barras de sujeci¨®n de un vag¨®n de metro cualquiera que tantas manos tocan cada d¨ªa. Adem¨¢s, cuanto m¨¢s fr¨ªo hace, m¨¢s tiempo sobrevive el virus en esos objetos.
Pero, de momento, nada terminar¨¢ con los besos. No hay se?ales, seg¨²n los expertos, de que las campa?as de informaci¨®n -ni el enorme cartel que colg¨® el Colegio de M¨¦dicos de Madrid recomendando no besarse ni estrecharse la mano y saludarse con un hola- hayan hecho mella. La sociedad del "toqueteo" en la que vivimos no se modificar¨¢, a no ser que var¨ªen mucho las cosas, sostiene el soci¨®logo Enrique Gil Calvo. Cambios o bien en el patr¨®n de contagio, dice, o en la manera que los medios de comunicaci¨®n y los partidos pol¨ªticos tienen de hablar y tratar el virus. "Puede producirse una epidemia de alarmismo alimentada por el amarillismo de los medios o por los intereses partidistas de algunos; o pueden aparecer barreras que nos hagan pensar: yo s¨®lo voy a tocar a los m¨ªos y a los otros no", opina. Barreras xen¨®fobas, por ejemplo, como las que surgieron en EE UU cuando se iniciaron los contagios. All¨ª, algunos llegaron a acusar a los mexicanos -que ya hab¨ªan sufrido decenas de v¨ªctimas- de importar el virus. Varios medios bautizaron incluso a la nueva enfermedad como "gripe fajita" o "gripe mexicana".
Tampoco Ildefonso Hern¨¢ndez, director general de Salud P¨²blica, cree que los h¨¢bitos sociales vayan a modificarse. "Si el virus pand¨¦mico sigue teniendo un comportamiento leve, es dif¨ªcil que notemos un cambio radical en nuestras costumbres. Quiz¨¢ estos meses s¨ª, porque estamos viviendo esta pandemia en directo a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n, pero a largo plazo es m¨¢s complicado", dice.
El asesor de la OMS Jos¨¦ Mar¨ªa Mart¨ªn Moreno comparte esa opini¨®n. "A pesar de que otros h¨¢bitos, como el japon¨¦s de saludar con una leve reverencia, son menos arriesgados para minimizar el contagio en casos como ¨¦ste, nuestra manera expresivamente afectiva de relacionarnos no cambiar¨¢", sostiene.
Pero las costumbres sociales se construyen con peque?os cambios graduales y es posible que los nuevos h¨¢bitos promovidos para paliar el n¨²mero de contagios dejen alg¨²n poso en el comportamiento humano. "Sobre todo en los h¨¢bitos higi¨¦nicos", dice Hern¨¢ndez. "Lo positivo ser¨¢ consolidar costumbres sencillas como la de lavarse las manos y aprender a toser y estornudar en p¨²blico tap¨¢ndose por respeto a uno mismo y a los dem¨¢s", opina Mart¨ªn Moreno.
As¨ª, m¨¢s que el no besarse, todos coinciden en que son los h¨¢bitos higi¨¦nicos lo que hay que adoptar y lo que permanecer¨¢. Porque a¨²n queda virus para rato. El H1N1 ha llegado para quedarse. Se transmite haga fr¨ªo o calor, ha conseguido desplazar a la gripe estacional y es ya la cepa dominante. No s¨®lo eso, la Organizaci¨®n Mundial de la Salud advierte que para despu¨¦s del invierno m¨¢s de un tercio de la poblaci¨®n mundial puede haberse contagiado de la gripe A. "Puede que con el tiempo s¨ª cambie nuestra forma de comportarnos. Quiz¨¢ en verano, cuando los contagios son menores, haya m¨¢s contacto f¨ªsico entre las personas y que, en cambio, en invierno la gente se cuide mucho m¨¢s", sostiene el director general de Salud P¨²blica.
Porque aunque la nueva gripe no provoque una huelga de besos, puede dejar alguna semilla que luego florecer¨¢. La historia demuestra que tras las epidemias y las pandemias se producen cambios sociales. Siempre se aprende algo. Todo depende de la gravedad de la enfermedad, su causa, las bajas sufridas y el tipo de poblaci¨®n en que haya hecho mella. "Dos buenos ejemplos contempor¨¢neos de esto han sido el sida y, restringido a Espa?a, el s¨ªndrome t¨®xico", sostiene Mar¨ªa Isabel Porras, profesora de Historia de la Medicina de la Universidad de Castilla-La Mancha. El s¨ªndrome t¨®xico, provocado por un envenenamiento masivo por aceite de colza desnaturalizado, afect¨® a 25.000 personas en toda Espa?a y caus¨® 600 muertos.
"Estas enfermedades suscitaron en los ochenta cambios importantes en los comportamientos sociales. El sida en el ¨¢mbito de las relaciones sexuales, y el s¨ªndrome t¨®xico en los h¨¢bitos relacionados con la manipulaci¨®n y conservaci¨®n de los alimentos", sostiene Porras, que afirma que un ejemplo de la huella de esta ¨²ltima enfermedad se aprecia al comparar el cuidado que se pone en Espa?a en la refrigeraci¨®n, conservaci¨®n y limpieza de los alimentos, incluso en los mercadillos.
En cualquier caso, dice Porras, que se produzcan o no cambios transitorios depender¨¢ mucho de las consecuencias finales que tenga la pandemia. "No obstante, en la gripe de 1918 se recomend¨® menor contacto f¨ªsico pero los h¨¢bitos no cambiaron", apunta. La enfermedad se cobr¨® entonces 40 millones de vidas en todo el mundo. Otras cosas s¨ª lo hicieron a ra¨ªz de la enfermedad. "Tras la pandemia, en Espa?a se le dio un gran impulso a la organizaci¨®n de la salud p¨²blica. Antes de eso no hab¨ªa casi instituciones sanitarias", explica Enrique Perdiguero, profesor de la Historia de la Medicina de la Universidad Miguel Hern¨¢ndez.
Sin embargo, los cambios tardan en cuajar. Todav¨ªa nada apunta a que la recomendaci¨®n, en otros, de la Iglesia cat¨®lica de no besar las medallas o el manto de las v¨ªrgenes vaya a sobrevivir hasta Semana Santa. La Virgen del Sagrario, patrona de Toledo, se qued¨® este 15 de agosto sin los besos de sus fieles. La tradici¨®n se rompi¨® y los feligreses tuvieron que conformarse con tocar la medalla de la imagen. Y no es la ¨²nica medida que la Iglesia cat¨®lica ha impuesto para evitar que sus fieles se contagien por la gripe A. Los sacerdotes de Lleida han asegurado que dispensar¨¢n la comuni¨®n en la mano y no en la boca, y varias parroquias de toda Espa?a han vaciado sus piletas de agua bendita por motivos de higiene.
El H1N1 se ha cobrado ya a 2.185 vidas, 21 de ellas en Espa?a; y ha afectado a 209.438 personas en m¨¢s de 177 pa¨ªses, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud. A la mayor¨ªa de una forma leve. Mucho tiene que enfriarse el tiempo y transmitirse el virus para poder compararse a la gripe de 1918 que dej¨® tras de s¨ª una estela de miedo. Tras esta enfermedad s¨ª que se produjo un importante cambio en el imaginario colectivo mundial. "Hubo un cambio muy importante en la actitud frente a la gripe. De ser tomada a broma se pas¨® a tener aut¨¦ntico p¨¢nico", dice Maria Isabel Porras.
?Dejar¨¢ el H1N1 una huella de miedo similar? Los expertos coindicen en que es muy poco probable que se inmiscuya en la mente de los ciudadanos para que alteren su vida cotidiana. Al menos, para que eso suceda, la sociedad tendr¨¢ que vivir a?os de contagios y fallecimientos. Es todav¨ªa raro que la gente prescinda de saludarse de cerca. Como siempre, basta que alguien con quien se tiene o se quiere tener confianza diga que no se le bese porque est¨¢ enfermo para que muchos decidan que saltarse esa recomendaci¨®n es un signo de cordialidad.
Lo que s¨ª ha logrado es convertir en centro de todas las miradas a aquellos que tosen o estornudan en lugares como el metro o el autob¨²s. Tambi¨¦n se ha alojado en la mente de los ciudadanos que interpretan cualquier alergia, resfriado o dolor de cabeza de sus amigos o vecinos en una posible gripe A.
Pero para averiguar qu¨¦ va a suceder este invierno habr¨ªa que mirar lo que ha ocurrido en el hemisferio sur, donde la pandemia ha golpeado con fuerza ayudada por el invierno. En M¨¦xico primero, donde se detectaron los primeros casos, y en Argentina y Brasil despu¨¦s se han llegado a cerrar colegios, cines y centros comerciales. Del H1N1 no se ha librado ni siquiera una de las religiones oficiosas, el f¨²tbol. Varios partidos han tenido que celebrarse a puerta cerrada y sin p¨²blico para evitar las grandes concentraciones de ciudadanos.
Pero si la abuela Ch¨¢varri no consigue imaginarse un oto?o sin besos y ni la pandemia ha terminado con los estrechos saludos de bienvenida tras las vacaciones, m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa es evocar un partido Bar?a-Real Madrid sin los gritos de sus seguidores.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.