El turista salva los museos en verano
Las agencias incluyen las entradas a las pinacotecas de Valencia en sus ofertas
Un informe de hace pocos a?os de Consumer se?alaba que el IVAM y el Pio V hab¨ªan perdido nada menos que el 17% de visitantes. Otro informe de mayo de este a?o alertaba sobre la p¨¦rdida de casi 50.000 visitantes en los museos valencianos. El Ministerio de Cultura inform¨® en 2006 que el 12% de los visitantes a nuestras salas son extranjeros y eso nos pone cuatro puntos por la media nacional. Pero con casi cinco millones de visitantes en un a?o, Valencia es la cuarta potencia art¨ªstica del Estado, por debajo de Madrid, Catalu?a y Andaluc¨ªa. En esto no hay mucho acuerdo entre los partidos, la Consejer¨ªa de Cultura se llena la boca con grandes cifras y la oposici¨®n socialista asegura que se inflan, que la realidad es otra y que es deprimente.
El Museo de Bellas Artes de Valencia es como una joya bajo el sol
Muchas salas y museos no aparecen en las gu¨ªas tur¨ªsticas
El IVAM compite con los monstruos de Madrid y Barcelona
Las clases medias europeas se han incorporado al turismo cultural
Las cosas han cambiado y m¨¢s all¨¢ de la pol¨¦mica de cifras, un paseo por sus principales salas bajo la can¨ªcula demuestra que, pese a la crisis y el descenso de visitantes, la pe?a entra y paga y disfruta estos cl¨¢sicos contenedores de creatividad.
Un Rothko en dos colores bastante sencillo abre boca a los visitantes del IVAM a la exposici¨®n Confines que se complica a medida que avanza. Estamos en plena can¨ªcula y se trata de confirmar sobre el terreno la asistencia que tiene el museo de arte moderno (de pago) m¨¢s barato de Espa?a: dos euros la entrada. As¨ª lo se?alan ufanos sus portavoces. No mengua la vitalidad de las exposiciones por estar fuera de temporada, aunque esto es un poco como en el cine, los platos fuertes se reservan para la rentr¨¦e. Aqu¨ª, en el museo m¨¢s chic de la ciudad, han chapado en madera la recepci¨®n, ex¨®tica decisi¨®n para un espacio tan cool, pues recuerda una caba?a de los boy-scouts en pleno parque de Yellowstone. Como los turistas van con mochila y sombrero de cazar elefantes, el chamizo no desentona tanto.
Esta muestra de Confines, con un mazo de obras y de comisarios, empezando por la propia directora del ente, Consuelo Ciscar, se enrosca como una hidra abstracta por las salas, escalinatas y pisos y es una de las mejores exposiciones de arte de vanguardia de este verano en todo el estado espa?ol, seg¨²n sus organizadores; y a dos euros la entrada. Aqu¨ª se compite con los monstruos de Madrid y Barcelona. Es como en la tele, hay lucha por las audiencias. El IVAM es gratis los domingos, as¨ª que ese el d¨ªa en que lo visitan los ind¨ªgenas, con diferencia del resto de la semana.
Pesadilla de vanguardia
Los turistas se agolpan derrotados en las fresquitas escaleras del castillo de hormig¨®n. No hay aparente ausencia de p¨²blico, como en esas tardes desoladas de invierno en las que los guardas de las salas parecen estatuas de la misma exposici¨®n, de tan solos que est¨¢n. En el antiguo San P¨ªo V tampoco; hay mogoll¨®n de turistas de varias nacionalidades a la peor hora para visitar museos; el secreto: aparecen ambos en las gu¨ªas tur¨ªsticas que da el Ayuntamiento en sus quioscos ad hoc. Otros no tienen tanta suerte y permanecen marginados. El caso es que el Museo de Bellas Artes valenciano est¨¢ gestionado por varias instituciones diferentes, la auton¨®mica y la estatal. Por ahora, funciona.
En la exposici¨®n de Confines del IVAM hay una sala terrible en la que el visitante no sabe si est¨¢ ante arte moderno o vive una pesadilla en forma de estruendo y pulpa de papel. A la una de la tarde de un d¨ªa cualquiera la ruidosa instalaci¨®n luce desierta de p¨²blico; un guarda jurado aguanta estoico la tabarra vanguardista. Muros empapelados de grafitis, micr¨®fonos girando como moscas desde el techo como abejorros zumbones. Un bonito caos. Hay que verlo para creerlo.
Los del museo dicen que la crisis "es cuesti¨®n de precios" y de la atenci¨®n que se d¨¦ a jubilados, estudiantes y otros grupos organizados. "La visita cultural funciona ya dentro del paquete vacacional, junto al vuelo charter y el hotel. Las clases medias europeas se han incorporado a hacer turismo cultural visitando museos. Al turista europeo adem¨¢s de sol y playa le interesa reservar un tiempo para ver arte y ah¨ª entramos nosotros y nuestra oferta", a?aden.
Lo cierto es que hasta final de a?o no se dan cifras de visitantes. Si se pide un perfil del p¨²blico, no existe porque "cuesta dinero y trabajo". Aqu¨ª no parece haber cuenta de resultados. No se sabe exactamente quien va a los museos, s¨ª que se sabe cu¨¢ntos van.
En esta magna muestra megavanguardia y kitsch del verano del Julio Gonz¨¢lez, se pueden ver unos Llavis, fechados en 1969, de Miquel Navarro que por entonces era un chaval con una buhardilla en el Parterre; citas ampliadas de escritores como Kundera y Borges, con textos perversos: "Laberinto de percepci¨®n: el conf¨ªn como hendidura". Una sopa abstracta que recalienta m¨¢s a¨²n si cabe la pelota a los turistas.
M¨¢s all¨¢, en la misma circunvalaci¨®n de la ciudad, el Muvim no se queda corto. Tambi¨¦n menudean los visitantes; turistas de fuera y de dentro. Hay dos j¨®venes polacas, del Museo de Arte Moderno de su pa¨ªs y un matrimonio de X¨¤tiva que ha bajado a Valencia a comprar en la avenida del Oeste y, de paso, hacer turismo cultural. Una excepci¨®n. Las fotos de Barber¨¢ Masip sobre los moros leales a Franco de los a?os 30 son estupendas. Un guarda jurado le quita importancia a la falta de p¨²blico en esas horas de la ma?ana. "Nunca se puede saber. Hay d¨ªas que vienen 20 personas y otros 120".
Cruzando el r¨ªo, el Museo de Bellas Artes es una joya bajo el sol. Pocos turistas saben que aqu¨ª disponen de un claustro sombreado por palmeras y con bancos para sentarse y descansar rodeado de piedras antiguas. Un recinto de paz en plena ciudad. A las cinco tocadas de un agosto profundo corre una brisa irreal entre los sepulcros blanqueados de obispos del siglo XVII. En las salas cl¨¢sicas del museo, esas que todo ni?o valenciano ha visitado alguna vez, donde est¨¢n nuestro Goya y nuestro Vel¨¢zquez, no se ven guardas jurados sino atentas azafatas con blusa blanca y pa?uelo crema que explican al visitante lo que quiera saber. Es un detalle estupendo que se echa en falta en otros lugares.
Este verano el turista no puede disfrutar del magn¨ªfico Pati del Palau de l'Ambaixador Vich, restaurado pero sin acceso temporal. Cuando toda la remodelaci¨®n est¨¦ a punto, el Bellas Artes de Valencia dar¨¢ que hablar, no s¨®lo por su contenido sino por la espectacular arquitectura de su continente.
Muy cerca se encuentra la legendaria Sala Parpall¨®, dependiente de la Dipu; aqu¨ª s¨ª est¨¢n un poco olvidados. Se entra por la calle Alboraia y desde que se traslad¨® de su antigua ubicaci¨®n en el casco antiguo no levanta mucho la cabeza. Apenas hay publicidad de la sala en el centro de la ciudad y su entrada pasa m¨¢s bien desapercibida.
Se expone la obra de Mois¨¦s Mahiques, ganadora de la beca Alfons Roig. Sin embargo, el premio no parece incluir la promoci¨®n. "Los visitantes vienen m¨¢s tarde", dice Jos¨¦ Esteve, el responsable de la sala, justificando la absoluta soledad de las salas. Mirando la interesante instalaci¨®n del belga Charles Case, el joven ejecutivo cultural recuerda que en cuesti¨®n de visitas se lleva la palma el Museo Taurino de Val¨¨ncia, hist¨®rico donde los haya, escondido en el pasaje maloliente de la Plaza de Toros y que ha dejado de ser el cutre recinto de vitrinas con reliquias del pasado. "Tiene al menos 120 visitas diarias y como est¨¢ modernizado el ¨¦xito es tremendo". En efecto, a este museo la Diputaci¨®n le ha quitado la caspa; la instalaci¨®n de sistemas interactivos para conocer la historia de la plaza y el toreo atrae a cantidad de turistas en verano.
De la veintena larga de museos de todo tipo que dispone la ciudad muchos no aparecen en las gu¨ªas tur¨ªsticas, otros est¨¢n muy alejados, como el Museu d'Hist¨°ria de Val¨¨ncia. Los hay represaliados por el poder, como el centro cultural Octubre, con exposiciones cada vez m¨¢s interesantes, que los turistas -y los oriundos- deben descubrir por su cuenta. La oferta es grande y el p¨²blico disperso.
"Las exposiciones que hay en la ciudad no se publicitan como es debido. Deber¨ªan invertir m¨¢s en promoci¨®n de imagen de las muestras, sobre todo en verano", castiga un cr¨ªtico de arte local.
Cuando llegue el momento de las cifras, los medios lanzar¨¢n sus cr¨ªticas a las instituciones p¨²blicas. La inversi¨®n del poder en arte exige comprobar resultados. Pero el asunto de los museos es material sensible. Hay demasiada pol¨ªtica e intereses mercantiles enturbiando el asunto. Existe tambi¨¦n una lucha de criterios est¨¦ticos entre directores de los centros. Por el momento, la cosa marcha y pese a la crisis galopante, nuestras salas de arte est¨¢n llenas de turistas y la ciudadan¨ªa local dispone de esas ventanas impagables al mundo de la creatividad.
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