La crisis de los 40 ya no es crisis, es oportunidad
La mediana edad se vive a veces como un trauma, pero empieza a ser la ocasi¨®n de reinventarse - Una generaci¨®n bien preparada se muestra m¨¢s dispuesta a reorientar su carrera en la madurez
?l, de 42 a?os, un d¨ªa se levanta y despu¨¦s de ducharse se queda delante del espejo un poco m¨¢s de lo habitual. Justo el tiempo para decidir: "Dieta f¨¦rrea, dos horas de gimnasio todos los d¨ªas y cuatro sesiones de rayos UVA por semana". Al cabo de tres meses llega el momento del primer balance: "He perdido 18 kilos y ahora parezco enfermo, con muchos m¨²sculos, la cara negra y el cuerpo blanco, que, dicho sea de paso, son dos colores que casan", cuenta sin renunciar al sentido del humor.
Ella tiene 41 a?os, est¨¢ casada y acaba de tener su segundo hijo. Tras la baja por maternidad, vuelve a su trabajo de administrativa en una multinacional, pero no est¨¢ contenta. Lo que antes le parec¨ªa estimulante ahora es motivo de aburrimiento. Comienzan a aflorar las frustraciones y tambi¨¦n ella decide: "Tengo que dar un giro a mi vida". En este caso el cambio no tiene nada que ver con el aspecto f¨ªsico, sino con la inquietud que, gracias a una situaci¨®n econ¨®mica acomodada, le permite pedir una excedencia, volver a estudiar y cursar un m¨¢ster y Administraci¨®n de Empresas.
La mujer entra en crisis m¨¢s tarde y busca la plenitud personal y laboral
"El criterio de que nunca es tarde es bueno", subraya un terapeuta
"Hay que pararse y reflexionar. Y no todos lo hacen", dice un psic¨®logo
Algunas personas se ponen objetivos; otras van a por sus deseos
Hay hombres dados a convertir un peque?o bache en un problema grave
Muchas personas cambian de rumbo por angustia, pero siguen creciendo
Existen estudios que dicen que esta crisis s¨®lo ocurre en Occidente
La felicidad se da al inicio y al final de la vida, en medio est¨¢ la zozobra
Ambas historias, bastante frecuentes, aunque con diferentes matices, seg¨²n psic¨®logos y especialistas, muestran dos facetas de una misma etapa vital, la llegada de los 40. Algunos la definen como crisis, otros sencillamente hablan de cambios en las perspectivas de futuro. En cualquier caso, puede convertirse en una frontera importante y determinar los a?os venideros.
Porque cruzando esa frontera se suelen tomar algunas decisiones capitales en relaci¨®n con la vida personal, familiar o profesional. A veces se considera esa etapa incluso como una ¨²ltima oportunidad y se act¨²a de forma consecuente. Muchos especialistas, de todas formas, la se?alan como periodo crucial y coinciden en que mujeres y hombres lo suelen vivir de forma distinta.
Tanto en los casos de quienes deciden replantear sus vidas como en los que act¨²an de manera compulsiva y aparentemente irracional para intentar hacer frente a la edad, los expertos con formaci¨®n m¨¦dica hablan de la importancia de la relaci¨®n entre edad cronol¨®gica y biol¨®gica, es decir, la que se corresponde con el estado funcional de los ¨®rganos en una determinada edad.
El doctor Fernando Bandr¨¦s, experto en Biomedicina y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, sostiene que el problema es que ambas edades est¨¦n desfasadas y matiza que, desde un punto de vista fisiol¨®gico, tomar los 40 a?os como referencia se ha quedado anticuado. "Era m¨¢s bien un concepto de los sesenta", explica. "Pero ahora, con el cambio de esperanza lazado por encima de los 45". Superada esa edad, por ejemplo, se pueden registrar trastornos del metabolismo o del sue?o y un aumento del cansancio que desmiente algunas convicciones: "Cre¨ªa que era inmortal, pero no es cierto". Entonces afloran tambi¨¦n la hipertensi¨®n o la diabetes, lo que da pie a toda una etapa de chequeos y nuevos cuidados, como, por ejemplo, prestar especial atenci¨®n a lo que se come o al ejercicio f¨ªsico.
Ese aspecto de car¨¢cter m¨¢s biol¨®gico puede influir en una dimensi¨®n m¨¢s bien psicol¨®gica, ya que precisamente pasados los 40 se empieza tambi¨¦n a mirar hacia atr¨¢s, a hacer los primeros balances pero tambi¨¦n a replantearse las prioridades para el futuro. "La gente no acude al psic¨®logo por lo que llamamos la crisis de los 40, sinoamos la crisis de los 40, sino por el malestar cotidiano que se puede manifestar de diferentes maneras", explica Pedro Rodr¨ªguez, psic¨®logo cl¨ªnico y terapeuta de familia. "Por ejemplo, ahora estamos acabando las vacaciones y habr¨¢ gente que diga que eso constituye un problema, aunque en realidad s¨®lo se trate de una circunstancia", aclara. "Esta etapa puede ser un momento adecuado para reflexionar y tomar decisiones importantes. Lo que conviene hacer es pararse, reflexionar, analizar la situaci¨®n y actuar". Y aqu¨ª, sin embargo, pueden empezar los verdaderos problemas. "Lo que pasa es que mientras en muchos casos se toman decisiones acertadas, tambi¨¦n hay personas que en esa etapa toman resoluciones sin pensar en las consecuencias, con lo cual a menudo se convierten en complicaciones", afirma.
En cualquier caso, seg¨²n coinciden varios especialistas, ante la crisis, se manifieste a los 40 o a los 50, solemos asistir a los t¨ªpicos planteamientos de las fechas y etapas m¨¢s se?aladas. Algo parecido ocurre, en menor medida, con la vuelta al cole. "Hay personas que se ponen objetivos y hay gente que se da cuenta de que quiere hacer cosas o cumplir deseos que no cumpli¨® en el pasado", prosigue Rodr¨ªguez, quien adem¨¢s recomienda: "El criterio de nunca es tarde es bueno". En su opini¨®n, un excelente ejemplo es el de las carreras. "Con 40 o con 50 se puede volver a los pupitres, aunque hay que tener en cuenta la realidad, porque a esa edad solemos estar atrapados en nuestra vida profesional y no siempre resulta f¨¢cil desconectar de ella".
En este sentido, se registran algunas diferencias de g¨¦nero. Y es que mientras muchos hombres tienen la sensaci¨®n de estar acabados, de que se les est¨¢ escapando la vida de las manos, para las mujeres (que por otro lado empiezan a acusar la llamada crisis m¨¢s tarde, en torno a los 50) las inquietudes y las preocupaciones reales suelen ser otras, y se corresponden m¨¢s a la b¨²squeda de la plenitud personal, familiar, sexual o profesional.
En cualquier caso, en opini¨®n de Mar¨ªa Jes¨²s ?lava, psic¨®loga y autora de Amar sin sufrir, "la mujer de 40 suele ser una persona segura, m¨¢s que un hombre de la misma edad". "Ellos han alcanzado sus principales metas a nivel profesional, la relaci¨®n con su pareja se ha hecho m¨¢s mon¨®tona, tienen mayor poder adquisitivo. Sin embargo, les falta algo fundamental, sentirse m¨¢s j¨®venes". "Se trata de una ¨¦poca en la que muchos matrimonios se van a pique", recuerda. Generalmente, de todas formas, los hombres que buscan una soluci¨®n iniciando una relaci¨®n con una pareja mucho m¨¢s joven se suelen arrepentir al cabo de un tiempo, sostiene. Mientras tanto, las exigencias, los deseos de las mujeres se realizan por derroteros diversos.
Estamos hablando de una generaci¨®n que, en Espa?a, acudi¨® por primera vez masivamente a la Universidad, que empez¨® a trabajar a principios de los noventa, mientras en Barcelona se estaban preparando los Juegos Ol¨ªmpicos de 1992, una generaci¨®n m¨¢s preparada que las anteriores y acostumbrada al concepto de formaci¨®n permanente. Es el caso de las alumnas del curso de posgrado en Liderazgo Femenino, organizado por la Escuela Superior de Comercio Internacional (ESCI) de Barcelona y la Universidad Pompeu Fabra. La mayor¨ªa tiene alrededor de 40 a?os. Sin embargo, a la directora del curso, Carme Garc¨ªa Ribas, no le gusta la palabra crisis. "No hay una etapa concreta, esa circunstancia es constante. Vivir quiere decir estar permanentemente en crisis. Cada confrontaci¨®n con el entorno lo es", opina antes de a?adir que "confrontarse sin estar formados supone vivir en la marginaci¨®n", aunque no sea estrictamente econ¨®mica.
El concepto de formaci¨®n es, a su parecer, fundamental para permanecer en el carro del progreso, y desempe?a un papel clave en el liderazgo social. Y a este prop¨®sito, el concepto de liderazgo femenino se ha convertido en una cuesti¨®n de negocios. "Ahora existe demanda social de este tipo de liderazgo", comenta. "Las alumnas del posgrado tienen curr¨ªculum y se han ido formando de forma constante en diversos ¨¢mbitos. Van siguiendo su trayectoria profesional que no se puede parar. Tener hijos es una excusa social, aunque tener siete no lo es, evidentemente", explica Garc¨ªa, autora de El s¨ªndrome de Maripili: el miedo de las mujeres a no ser queridas. "Este curso trata precisamente de dar las herramientas para autorizarse a analizar y gestionar estrat¨¦gicamente las propias aptitudes y actitudes en un proyecto personal y profesional. El efecto en muchos casos es tremendo, porque se cambia literalmente de vida".
Por ejemplo, la de Eva Hern¨¢ndez, 41 a?os y un hijo, responsable de Endesa Educa, divisi¨®n educativa de la compa?¨ªa. "La experiencia te cambia las perspectivas, la manera de enfocar las cosas", asegura. Licenciada en Biolog¨ªa, trabaj¨® una d¨¦cada como bi¨®loga, realiz¨® varios cursos y antes de cursar el posgrado ya ten¨ªa una formaci¨®n muy por encima de la media, pero no buscaba un sueldo m¨¢s alto sino un reconocimiento distinto en el lugar trabajo y ahora est¨¢ muy satisfecha con su decisi¨®n. "Sencillamente, he cambiado de chip", resume.
Visto de otra manera, para ella y sus compa?eras, esta etapa se ha convertido en una ocasi¨®n de crecimiento. Y es que tambi¨¦n desde el mundo empresarial hay quien cree que los baches registrados durante esos a?os se pueden convertir en una singular oportunidad.
Esta es la especialidad de Manuel Pav¨®n, socio de Garrigues y responsable del Departamento de consultor¨ªa de empresa familiar del despacho. Pav¨®n pone un ejemplo concreto: "No s¨¦ qu¨¦ me pasa, pero he perdido la ilusi¨®n y las ganas de trabajar. Es como si todo esto por lo que he estado luchando los ¨²ltimos 15 a?os perdiera sentido. Me siento decepcionado. A pesar de todos mis esfuerzos, me parece que no llega nunca el momento en el que pueda demostrar ser un buen directivo".
Estamos hablando de un hombre de casi 40 a?os, hijo del responsable de una empresa familiar. Mientras tanto, el padre, de 67 a?os, no entiende este cambio de perspectivas del hijo. ?Qu¨¦ puede ocurrir? Pav¨®n ha conocido casos de personas, sobre todo de hombres de entre 38 y 45 a?os, que corren el riesgo de convertir una peque?a crisis en un problema mayor. "Sus s¨ªntomas son la ansiedad, la insatisfacci¨®n o la b¨²squeda de emociones intensas, por ejemplo a trav¨¦s de un coche nuevo". En esos momentos somos, de alguna manera, una especie volc¨¢n que a su vez puede convertirse en energ¨ªa positiva o explotar.
En opini¨®n de Manuel Pav¨®n, esas situaciones de conflicto en el seno de una familia o de un negocio familiar se pueden superar aceptando, en primer lugar, "que estamos en una situaci¨®n de disconformidad". "Luego, avanzando por partes y teniendo un objetivo realista. El cambio que hemos vivido en la evoluci¨®n progresiva del joystick al iPhone ha sido un beneficio para los usuarios". Y, a su juicio, podr¨ªa ser un ejemplo muy concreto de c¨®mo crisis puede significar tambi¨¦n evoluci¨®n.
Precisamente esta evoluci¨®n estrat¨¦gica en el ¨¢mbito profesional, la existencia de unas o varias pautas en la resoluci¨®n de los conflictos generados por la crisis y la aparente futilidad de algunos s¨ªntomas puede llevar a pensar que se trate del en¨¦simo complejo de la de la sociedad occidental, del mundo opulento y, dentro de nuestra sociedad, principalmente de las clases medias y altas. De hecho, existen estudios, como recuerda Pav¨®n, que avalan en parte estas creencias y apuntan a que la crisis de los 40 no existe pa¨ªses como Jap¨®n.
Sin embargo, una investigaci¨®n realizada por un equipo de economistas de la Universidad de Warwick, en Reino Unido, y del Darmouth College, en Estados Unidos, afirma exactamente lo contrario. El estudio ha analizado los h¨¢bitos de m¨¢s de dos millones de personas de alrededor de 44 a?os en unos 80 pa¨ªses. Los responsables del proyecto, Andrew Oswald y David Blanchflower, apuntan a que la llamada crisis de la mediana edad (midlife crisis) alcanza a todo el mundo. Y es que, en opini¨®n de Oswald, "algunas personas sufren m¨¢s que otras, pero en nuestros datos la media es amplia... Le pasa al hombre y a la mujer; a la gente soltera y a los casados, al rico y al pobre, a los que tienen hijos y a los que no tienen".
Adem¨¢s, estos investigadores definen gr¨¢ficamente esta crisis con una curva en forma de U, ya que sostienen que la felicidad es cosa del principio y del final de la vida. En medio, apuntan, queda la zozobra. En medio hay miles de personas que por esa especie de angustia o inquietud decide cambiar de vida, muchas a veces a mejor, otras, y sin intenci¨®n, a peor. Lo que quiere decir cambiar de casa, de ciudad, de trabajo o de pareja. Se miden consigo mismas y con su futuro. En palabras de todos, siguen creciendo.
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