"Si no ejercitas la libertad de expresi¨®n, se atrofia"
Cuenta Tim Robbins (West Covina, California, 1958) que cuando cay¨® en sus manos la adaptaci¨®n teatral de Michael Gene Sullivan sobre 1984 se dio cuenta de que no recordaba ciertos pasajes del libro que hab¨ªa devorado dos d¨¦cadas antes. Tras una relectura del original, concluy¨® que sus advertencias se tornaban m¨¢s necesarias que nunca. Corr¨ªa el a?o 2005, en plena era Bush. El actor y director no tard¨® en reunir a su banda de actores, la compa?¨ªa The Actors' Gang, para coordinar la adaptaci¨®n. Tres a?os despu¨¦s de su estreno en Los ?ngeles, el Centro Dram¨¢tico Nacional la trae a Madrid dentro del ciclo Una mirada al mundo. Tras los pases en el teatro Mar¨ªa Guerrero del 24 al 27 de septiembre, ir¨¢ a Barcelona y Bilbao.
"Que hoy una charla pueda meterte entre rejas es un concepto muy orwelliano"
"1984' provoca discusi¨®n, es una obra visceral y emocionante"
Antes de aterrizar en Espa?a con la versi¨®n de esta s¨¢tira convertida en thriller psicol¨®gico, Robbins conversa por tel¨¦fono desde Los ?ngeles. El disidente Robbins, el activista Robbins, rara avis de Hollywood junto a su esposa, Susan Sarandon, r¨ªe y se indigna a partes iguales al hablar de los tiempos actuales, convencido de la necesidad de revisitar a Orwell para explicar el mundo.
Pregunta. ?Qu¨¦ fue lo primero que se le pas¨® por la cabeza tras leer la adaptaci¨®n de 1984?
Respuesta. Pens¨¦ que Michael se hab¨ªa tomado algunas libertades. Pero volv¨ª a leer el libro y me deleit¨¦ comprobando que no era as¨ª. Por ejemplo, el cap¨ªtulo La guerra es la paz, donde Orwell habla sobre la funci¨®n de la guerra en una sociedad posnuclear. Durante generaciones, la guerra ha consistido en conquistar otras tierras para beneficiarse de ellas. Ahora, con la posibilidad de la autodestrucci¨®n, ese viejo modelo de guerra es inviable. Hoy alcanza otra dimensi¨®n: el asalto a los recursos econ¨®micos. Y una manera de perpetuar la guerra podr¨ªa ser creando un enemigo que fuera invisible e inalcanzable, como el terrorismo. 1984 no s¨®lo alerta sobre los reg¨ªmenes totalitarios y constituye un aviso contra la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Es una prevenci¨®n contra el fascismo latente. Y contra la tendencia de los Gobiernos a sobreactuar en tiempos de crisis, a usar el miedo como un medio de control.
P. Estren¨® la obra en 2006. ?Fue el ex presidente Bush su inspiraci¨®n para dirigir esta revisi¨®n del apocalipsis orwelliano?
R. No fue s¨®lo Bush. Fue toda la sociedad. Un hombre no puede hacer todo aquello. Cuando se sobreact¨²a ante las amenazas y se mira hacia otro lado ante la restricci¨®n de las libertades, cuando hasta tu propio bando dice que la guerra es necesaria, se genera un problema end¨¦mico en la sociedad. Y no fueron s¨®lo los republicanos. Los dem¨®cratas no proporcionaron una resistencia a la propaganda a favor de la guerra.
P. Resulta f¨¢cil imaginarle feliz viendo a Bush j¨²nior abandonar la Casa Blanca.
R. Muchos nos sentimos felices por ese acontecimiento. Pero, al mismo tiempo, nos estamos dando cuenta de que los problemas no se resuelven con la simple elecci¨®n de otro hombre. Hay ciertas actitudes en la sociedad todav¨ªa presentes. Aquellos que escrib¨ªan en los diarios sobre una guerra que no cuestionaron siguen produciendo noticias. Esta gente ahora dice que Obama es un irresponsable cuando menciona su intenci¨®n de crear un sistema de salud universal, aunque la mayor¨ªa de los estadounidenses lo quiera. Ahora s¨ª cuestionan, y nos advierten de que es insostenible. Antes sirvieron a las compa?¨ªas militares; hoy, a las farmac¨¦uticas.
P. Orwell escribi¨® sobre 1984: "No creo que la sociedad que describo vaya a existir forzosamente, pero s¨ª creo que pueda suceder algo parecido". Cuando usted present¨® la obra en 2006, cit¨® a Molly Ivins: "?Por qu¨¦ nos molestamos en derrotar a la Uni¨®n Sovi¨¦tica si era justo aquello en lo que ¨ªbamos a convertirnos?". ?EE UU lleg¨® a parecerse en los ¨²ltimos a?os a la Uni¨®n Sovi¨¦tica?
R. Lo que me parece curioso es que hayamos sido una sociedad que ha mantenido a prisioneros en c¨¢rceles secretas y ha practicado la tortura. Algunos han sido detenidos por hablar sobre llevar a cabo atentados terroristas. Eso es lo que Orwell llamaba en 1984 "crimen de pensamiento": pensar y hablar sobre algo, pero sin hacerlo; y aun as¨ª, ser culpable de un crimen que te lleva a la c¨¢rcel de por vida. Que una conversaci¨®n te pueda meter entre rejas es un concepto orwelliano. Su libro es muy real, justo ahora.
P. ?Qui¨¦n ser¨ªa hoy la "polic¨ªa del pensamiento" de 1984?
R. Todos somos polic¨ªas del pensamiento. Durante los preparativos para la guerra muchos me dijeron que estaban en contra pero que no pensaban decir nada al respecto. Yo s¨ª lo hice. Mi esposa, tambi¨¦n. Y Sean Penn. Pocos m¨¢s. Tambi¨¦n es cierto que vivimos bajo la amenaza de la vigilancia permanente. Hay que ser muy ingenuo para pensar que nadie puede mirar tu e-mail. Sin embargo, no le doy vueltas a la posibilidad de estar siendo espiado. De hacerlo, me convertir¨ªa en un esclavo.
P. ?No se siente libre?
R. S¨ª, s¨ª. Para m¨ª ser libre es hacer lo que quiero y decir lo que pienso. Si no utilizas la libertad de expresi¨®n cuando ¨¦sta es relevante, si no ejercitas ese m¨²sculo, acaba inutiliz¨¢ndose.
P. ?El ¨¦xito actual del teatro se debe a la dificultad de piratear la sensaci¨®n de ver una obra?
R. . Es una experiencia viva. Si es buena, no lo olvidas nunca. Y si es mala, te puedes largar a casa. 1984 ha provocado discusi¨®n, ha inspirado charlas. Es una obra visceral y emocionante. ?Qu¨¦ mejor manera de vivir que formando parte de este entretenimiento, sintiendo las reacciones del p¨²blico!
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