Fotos de sexo: cuando los l¨ªmites se mueven
En cuestiones de violencia o sexo es dif¨ªcil fijar una frontera precisa entre rigor y sensacionalismo. Las im¨¢genes de prostituci¨®n en la Boqueria causan desaz¨®n a algunos lectores
En el ejercicio del periodismo se plantea con frecuencia un problema de l¨ªmites, especialmente en el gr¨¢fico. ?Hasta d¨®nde es l¨ªcito llegar en la funci¨®n de "mostrar" la realidad? ?Cu¨¢ndo una imagen est¨¢ justificada y cu¨¢ndo traspasa la raya del amarillismo, el morbo o el sensacionalismo? Los dos ¨¢mbitos en los que la cuesti¨®n de los l¨ªmites se plantea con mayor frecuencia, la violencia y el sexo, son precisamente aquellos en los que es m¨¢s dif¨ªcil establecerlos, pues tienen que ver con la sensibilidad, y ¨¦sta no s¨®lo es enormemente variada, sino que est¨¢ en permanente evoluci¨®n. Los l¨ªmites se mueven.
EL PA?S public¨® el 1 de septiembre un extenso reportaje titulado Sexo de pago al aire libre y en pleno centro de Barcelona cuyas im¨¢genes han provocado una considerable pol¨¦mica. Lo encabezaba una gran fotograf¨ªa a cinco columnas en la que una prostituta era penetrada por un cliente y otra le estaba practicando a otro una felaci¨®n. En la edici¨®n catalana, el reportaje ocupaba tres p¨¢ginas y conten¨ªa varias fotos m¨¢s de sexo expl¨ªcito que no aparec¨ªan en las otras ediciones, aunque s¨ª en la galer¨ªa de fotos de la edici¨®n digital. Las im¨¢genes, del fot¨®grafo Edu Bayer, impactaban sobre todo por su crudeza: sexo s¨®rdido a la vista de todos, junto al mercado de la Boqueria. Con la publicaci¨®n de estas fotograf¨ªas, ?ha movido el diario los l¨ªmites que ven¨ªa observando en relaci¨®n a la publicaci¨®n de im¨¢genes sexuales? Evidentemente, s¨ª. De hecho, es la primera vez que se publican unas fotograf¨ªas de esa naturaleza. La fotograf¨ªa m¨¢s expl¨ªcita del acto sexual que he encontrado en la hemeroteca se hab¨ªa publicado en mayo de 2004 para ilustrar un reportaje en Tentaciones sobre la estrella de cine pornogr¨¢fico John Colmes, Mister 35 cent¨ªmetros; pero en comparaci¨®n con ¨¦stas, aqu¨¦lla era una imagen edulcorada, en la que los genitales y los pechos de los actores aparec¨ªan cubiertos con p¨²dicas estrellitas. La raya se ha movido y eso ha provocado quejas y divisi¨®n de opiniones en la redacci¨®n. Est¨¢ claro que im¨¢genes como ¨¦stas no exist¨ªan hace unos a?os, o al menos no eran tan visibles. El fen¨®meno de la prostituci¨®n no s¨®lo se est¨¢ extendiendo y agudizando de forma alarmante, sino que cada vez adquiere mayores cotas de sordidez y explotaci¨®n de las mujeres.
Una cosa es salir a buscar im¨¢genes de sexo y otra encontr¨¢rselas en el diario
Eso es lo que pretend¨ªa denunciar el reportaje. Numerosos medios de comunicaci¨®n, incluido EL PA?S, hab¨ªan tratado la intolerable degradaci¨®n del centro de Barcelona, pero ninguno hab¨ªa tenido la m¨¢s m¨ªnima incidencia en las instituciones. Hasta que se publicaron esas fotos. Lo cual indica que hay cosas que, para que la gente se las crea y las autoridades reaccionen, no basta con contarlas. Hay que ense?arlas.Pero hay muchas formas de mostrar. ?Era necesario que las im¨¢genes fueran tan expl¨ªcitas? Y si lo que se pretend¨ªa era "mostrar" para denunciar, ?hac¨ªa falta tanto despliegue o con una buena foto hubiera sido suficiente? Es cierto que han quedado sin publicar algunas a¨²n m¨¢s expl¨ªcitas y m¨¢s s¨®rdidas. Pero ¨¦se es un argumento falaz: cuando en periodismo se sobrepasa un l¨ªmite, quienes lo hacen suelen argumentar que hubiera podido ser peor. Desde luego. Siempre se puede ir m¨¢s all¨¢.
Como ya intu¨ªan los responsables del diario, la publicaci¨®n de las fotos ha provocado cartas al director y quejas ante la defensora. No cuestionan la necesidad de la denuncia. Cuestionan las im¨¢genes. Algunos lectores las consideran gratuitas y obscenas, impropias de un diario familiar que puede ser visto por menores. ?ste es el argumento en el que inciden Hortensia Aguado, Juan Manuel del Prado, Ang¨¦lica P¨¦rez y Carolina E. Garc¨ªa Ruiz. Otros, como Jaume Berengu¨¦ o N¨²ria Mayoral, consideran que su publicaci¨®n es una concesi¨®n al amarillismo. "No, no va bien la cosa en su peri¨®dico cuando publican (...) esas fotos. Lo siento, pero ¨¦se no es mi peri¨®dico. Si quiero porquer¨ªa y amarillismo ya tengo otras opciones, pero como no la quiero, me niego a ser cliente de ese tipo de prensa", escribe el abogado F¨¦lix Jurado Escobar. Por su parte, Mar¨ªa de la Figuera, catedr¨¢tica de Lengua y Literatura, se declara escandalizada: "?No ten¨ªan ustedes un Libro de Estilo? Si lo han perdido, en mi mesa de trabajo tengo uno que utilizo para dar clases a mis alumnos". Efectivamente, el Libro de Estilo habla de las fotos, pero no es de mucha ayuda. Su art¨ªculo 5.4 dice: "Las fotograf¨ªas con im¨¢genes desagradables s¨®lo se publicar¨¢n cuando a?adan informaci¨®n". Pero, ?qu¨¦ es desagradable? ?Qu¨¦ a?ade informaci¨®n? De nuevo, como ven, estamos ante la dificultad de situar el l¨ªmite.
El valor informativo de las fotograf¨ªas fue lo que decant¨® la decisi¨®n de publicarlas, precisa el director de la edici¨®n de Catalu?a, Enric Hern¨¤ndez. "Entiendo la desaz¨®n que pueden haber sentido muchos lectores al contemplarlas; nosotros tambi¨¦n la sentimos cuando llegaron a la redacci¨®n. Discrepo, sin embargo, de quienes dicen que se vulnera el Libro de Estilo. No es en absoluto com¨²n que en el centro de una ciudad se practique el sexo remunerado en plena calle; eso convert¨ªa las fotos en noticia. La oposici¨®n municipal y los vecinos del Raval ven¨ªan denunciando estos hechos, pero las autoridades locales los relativizaban o los negaban. La publicaci¨®n de las fotos ha demostrado que las denuncias eran ciertas y ha obligado a tomar medidas inmediatas y a debatir otras de m¨¢s alcance". Respecto a la cuesti¨®n de los menores, responde: "Aunque EL PA?S no es un producto pensado para los ni?os, ¨¦sa fue una de las razones por las que publicamos en portada la imagen menos expl¨ªcita, para que los padres pudieran decidir si sus hijos deb¨ªan verlas o no. De todos modos, lo que ocurr¨ªa en la Boqueria estaba a vista de todos, incluidos los adolescentes".
Qu¨¦ puede escandalizar hoy a un adolescente es otra cuesti¨®n en la que los l¨ªmites se mueven con rapidez, habida cuenta de la facilidad con la que pueden acceder a la pornograf¨ªa. Pero una cosa es salir a buscar im¨¢genes de sexo y otra encontr¨¢rselas en el diario donde, en principio, no se las esperan. Muchos lectores podr¨¢n estar de acuerdo, sobre todo despu¨¦s de ver los efectos, en que la publicaci¨®n de las fotograf¨ªas pudo estar justificada. Lo que puede haber contribuido a dar la sensaci¨®n de que se hac¨ªa una concesi¨®n al sensacionalismo es la reiteraci¨®n del primer d¨ªa. Es de subrayar que en los d¨ªas sucesivos no se han vuelto a publicar fotos de sexo expl¨ªcito, pese a que el tema ha sido objeto de un extenso seguimiento, lo cual da credibilidad al argumento de que el prop¨®sito era denunciar una situaci¨®n.
Algunos lectores extienden la cr¨ªtica al tratamiento del problema, que Encarna Carmona resume as¨ª: "Esconder lo que no queremos ver". Lo que le preocupa a Amanda Alexanian "no es la publicaci¨®n de expl¨ªcitas pr¨¢cticas sexuales, sino la total indiferencia hacia la dignidad y la integridad de las mujeres que en ella aparecen. (...) Se ha elegido tratar el tema como una cuesti¨®n de degradaci¨®n de la imagen de la ciudad, de indecencia p¨²blica, alentando soluciones policiales de limpieza", lo que, en su opini¨®n, distorsiona el problema y contribuye a la persecuci¨®n de las v¨ªctimas, las mujeres forzadas a prostituirse. En ello insisten otros lectores como Eduardo Mandar¨¢s y Mar¨ªa Jes¨²s Montesino y varias cartas remitidas desde Am¨¦rica Latina, como las firmadas por las periodistas Adriana M¨²jica, Ang¨¦lica Herrera, Karmen Freixa o M¨®nica Molina.
La mayor¨ªa de estos lectores no ha tenido acceso a todo lo publicado por EL PA?S. La edici¨®n catalana ha publicado hasta el s¨¢bado un total de 11 p¨¢ginas, que abordan todos los aspectos del problema, incluidos los que echan en falta estas lectoras. Lamentablemente, esta informaci¨®n no se ha recogido en otras ediciones y no ha sido tampoco visible para los lectores de la edici¨®n digital, dado el largo vericueto que hay que seguir para llegar a los cuadernillos de las ediciones.
Los lectores pueden dirigirse a la Defensora del Lector al correo electr¨®nico defensora@elpais.es o telefonear al n¨²mero 913 378 200.
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