Etapa reina, ciclistas s¨²bditos
Hesjedal gana en Velefique tras malgastar los favoritos un magn¨ªfico recorrido
Se estrujan el cerebro buscando puertos exigentes, altimetr¨ªas importantes, rastreando carreteras, coloc¨¢ndolos estrat¨¦gicamente para favorecer el espect¨¢culo. Los responsables de la carrera buscan alternativas por doquier. Pero los otros responsables de la Vuelta, los principales, los ciclistas, corren igual, bajo la misma dictadura de los ¨²ltimos tres kil¨®metros, buscando segunditos, ara?ando bonificaciones, dando la sensaci¨®n de que sea como sea la etapa, llana o tortuosa, corta o larga, se desarrollar¨¢ siempre igual, sea la etapa reina o la etapa s¨²bdita. No son los puertos de monta?a o el kilometraje (si acaso el viento) lo que hace duro y hermoso el ciclismo, sino la capacidad de atacar, de arriesgar, de buscar el ¨¦xito poniendo el fracaso en la balanza. El tacticismo, el segundeo, es lo que conduce al ciclismo a la monoton¨ªa, a los ciclistas s¨²bditos del cron¨®metro.
T¨¢cticas haberlas haylas, magn¨ªficas como la del Xacobeo, injustamente malgastada en la meta por el poder¨ªo del canadiense Hesjedal frente al batallador David Garc¨ªa, con Mosquera por detr¨¢s, tambi¨¦n sobrepasado por el bravo holand¨¦s Gesink, pero todo hace indicar que ese tacticismo es el que resolver¨¢ la Vuelta por un pu?ado de segundos. Y con eso juegan, aunque los ciclistas tuvieran que pasar ayer cuatro puertos de monta?a, todos duros, por sus rampas o por su ubicaci¨®n, esperando ¨²nicamente a los kil¨®metros finales, los dos o tres kil¨®metros finales, antes de que una contrarreloj (en este caso en Toledo) lo resuelva todo definitivamente.
Era una etapa bella para la ¨¦poca del ciclismo bello. Y era una etapa vac¨ªa porque la carretera se cort¨® muy pronto y muy lejos de Velefique impidiendo el acceso a los otros esforzados de la ruta que se quedaron con un palmo de narices. S¨®lo cicloturistas y moteros lograron acercarse a esas rampas por donde el pelot¨®n circul¨® cansino mientras 11 escapados (Freire, entre ellos) iban abriendo camino sin muchas esperanzas de futuro, como esperando su derrota. As¨ª pasaron por Velefique y por Calar Alto, eso s¨ª, perdiendo las habituales unidades sobrantes del pelot¨®n y de la carrera, de la que echaron pie a tierra tipos como Vinokurov, Farrar, Rubiera. En el puerto de tercera, David Garc¨ªa rompi¨® la escapada. Deshilachado el asunto delantero, se esperaba en el nuevo paso de Velefique, donde conclu¨ªa la etapa, que los candidatos ense?aran su programa, los tintes de su campa?a.
Nada de eso. Mosquera consigui¨® marcharse tras varios ataques e ir engullendo los restos de la escapada principal, en busca de su compa?ero David Garc¨ªa, ya alcanzado por el canadiense Hesjedal, un mal compa?ero para la fatiga del sprint final. Mosquera se acerc¨® pero no lleg¨®. Quien s¨ª le alcanz¨® fue el holand¨¦s Gesink, que se fue del pelot¨®n con un ataque rabioso, con la boca abierta como un lagarto al calor, con ese aire de sufrimiento que siempre acompa?a a su quijotesca carcasa, y caz¨® unos segundos de ventaja a sus principales rivales m¨¢s ocho de bonificaci¨®n como tercero de la etapa. En realidad eso fue todo. Eso y los aparcamientos de los helic¨®pteros en sitios peque?os junto al barranco. O el peri¨®dico que Bingen Fern¨¢ndez se guard¨® bajo el sill¨ªn tras un descenso por "si en el pr¨®ximo no hay otro espectador" que se lo deje (Bingen, p¨ªllalo en el hotel que no pasa nada) y cosas as¨ª que entreten¨ªan la rutina. Si todo sigue igual, no est¨¢ tan claro que quien salga de amarillo el lunes tenga la Vuelta casi ganada. Hoy final en Sierra Nevada. ?Y qu¨¦?
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