?De crisis financiera a crisis de la deuda?
Todo el mundo -desde la reina de Inglaterra hasta los trabajadores de la industria automovil¨ªstica despedidos en Detroit- quiere saber por qu¨¦ no hubo m¨¢s expertos que vieran acercarse la crisis financiera. Se trata de una pregunta embarazosa. ?C¨®mo pueden estar tan seguras las autoridades de que la cat¨¢strofe financiera no reaparecer¨¢ pronto cuando, para empezar, parecieron no tener idea de que semejante crisis ocurrir¨ªa?
La respuesta no es demasiado tranquilizadora. Esencialmente, sigue existiendo un riesgo de que la crisis financiera est¨¦ hibernando, mientras se metamorfosea lentamente en una crisis de deuda gubernamental.
Para bien o para mal, la raz¨®n por la que la mayor¨ªa de los inversores tienen ahora mucha mayor confianza que hace unos meses es la de que los Gobiernos de todo el mundo han colocado una enorme red de seguridad bajo gran parte del sistema financiero. Al mismo tiempo, han apuntalado las econom¨ªas incurriendo en d¨¦ficit en gran escala, mientras que los bancos centrales han reducido los tipos de inter¨¦s casi a cero.
La pregunta que debemos hacernos hoy es si los dirigentes pol¨ªticos est¨¢n prestando atenci¨®n
El ritmo al que se est¨¢ acumulando la deuda podr¨ªa propiciar una segunda oleada de crisis
Pero ?puede ser la liberalidad de los Gobiernos la ¨²ltima respuesta? Los apoyos de los Gobiernos dan resultado porque los contribuyentes tienen bolsillos profundos, pero ning¨²n bolsillo carece de fondo, y cuando los Gobiernos, en particular los grandes, tienen problemas, no hay apoyo al que recurrir. Con unos niveles de deuda en todo el mundo que s¨®lo se ven despu¨¦s de guerras, es evidente que la estrategia actual no es sostenible.
Si la trayectoria es insostenible, ?por cu¨¢nto tiempo puede seguir acumul¨¢ndose la deuda? No lo sabemos. Los economistas acad¨¦micos han creado instrumentos ¨²tiles para predecir qu¨¦ econom¨ªas son las m¨¢s vulnerables ante una crisis financiera, pero, aunque podemos descubrir las vulnerabilidades, determinar el momento oportuno resulta virtualmente imposible.
Nuestros modelos revelan que en teor¨ªa incluso una econom¨ªa que est¨¢ excesivamente apalancada puede avanzar laboriosamente durante a?os, durante muchos decenios incluso, antes de estrellarse y arder. Todo se reduce a una cuesti¨®n de confianza y coordinaci¨®n de las perspectivas, que, a su vez, dependen de los antojos de la naturaleza humana. As¨ª, podemos decir qu¨¦ pa¨ªses son m¨¢s vulnerables, pero especificar exactamente d¨®nde y cu¨¢ndo har¨¢n erupci¨®n las crisis es pr¨¢cticamente imposible.
Una buena analog¨ªa es la predicci¨®n de los ataques al coraz¨®n. Una persona obesa, con hipertensi¨®n y niveles elevados de colesterol tiene, estad¨ªsticamente, muchas m¨¢s probabilidades de sufrir un ataque al coraz¨®n o una apoplej¨ªa graves que una persona que carezca de todas esas vulnerabilidades y, sin embargo, personas con gran riesgo pueden pasar a menudo decenios sin problemas. Al mismo tiempo, las personas que parecen tener poco riesgo son tambi¨¦n vulnerables a los ataques al coraz¨®n.
Naturalmente, la vigilancia minuciosa brinda en potencia informaci¨®n muy ¨²til para prevenir los ataques al coraz¨®n. Sin embargo, s¨®lo es ¨²til, en ¨²ltima instancia, si se somete a la persona a un tratamiento y si ¨¦sta tal vez emprende un importante cambio en su forma de vida.
Lo mismo es aplicable a los sistemas financieros. Una buena vigilancia brinda informaci¨®n que s¨®lo es ¨²til si hay una respuesta. Lamentablemente, vivimos en un mundo en el que el sistema pol¨ªtico y regulador es con frecuencia muy d¨¦bil y corto de miras.
De hecho, ninguna econom¨ªa es inmune a las crisis financieras, por mucho que los inversores y los dirigentes intenten convencerse de lo contrario, como Carmen Reinhart y yo mostramos en nuestro nuevo libro, ir¨®nicamente titulado This time is different. Eight centuries of financial folly (Esta vez es diferente. Ocho siglos de insensatez financiera). Ahora mismo, la ¨²ltima insensatez sobre lo de que esta vez es diferente es la de que, como los Gobiernos est¨¢n cargando sobre sus hombros toda esa deuda, los dem¨¢s no tenemos por qu¨¦ preocuparnos.
Se nos asegura constantemente que los Gobiernos no dejar¨¢n de pagar sus deudas. En realidad, los Gobiernos de todo el mundo dejan de hacerlo con pasmosa regularidad, ya sea abiertamente o mediante la inflaci¨®n. Incluso Estados Unidos, por ejemplo, redujo en gran medida su deuda mediante la inflaci¨®n en la d¨¦cada de los setenta y tambi¨¦n el valor del d¨®lar en relaci¨®n con el oro de 20 d¨®lares por onza a 34 en el decenio de 1930.
Por ahora, la buena noticia es la de que mientras el cr¨¦dito gubernamental se sostenga, se contendr¨¢ la crisis. La mala noticia es la de que el ritmo al que se est¨¢ acumulando la deuda gubernamental podr¨ªa propiciar f¨¢cilmente una segunda oleada de crisis financieras dentro de unos a?os.
Lo m¨¢s preocupante es la enorme dependencia de Estados Unidos respecto de los cr¨¦ditos exteriores, en particular de China: desequilibrio que probablemente plantar¨¢ las semillas de la crisis actual. Los asi¨¢ticos reconocen que, si siguen acumulando deuda en papel, corren el riesgo de sufrir la misma suerte que los europeos hace tres decenios cuando acumularon deuda de EE UU, se fundi¨® espectacularmente mediante la inflaci¨®n.
La pregunta que debemos hacernos hoy no es la de por qu¨¦ nadie est¨¢ advirtiendo sobre la pr¨®xima crisis, cosa que s¨ª que se est¨¢ haciendo, sino la de si los dirigentes pol¨ªticos est¨¢n prestando atenci¨®n. El ajuste de los insostenibles niveles de d¨¦ficit gubernamental es una cuesti¨®n decisiva que los dirigentes del G-20 deben plantearse cuando se re¨²nan en Pittsburg este mes. De lo contrario, la reina Isabel II y los trabajadores de la industria automovil¨ªstica de Detroit volver¨¢n a preguntarse muy pronto por qu¨¦ nadie la vio acercarse.
Kenneth Rogoff, ex economista jefe del FMI, es profesor de Econom¨ªa y Pol¨ªticas P¨²blicas en la Universidad de Harvard. ? Project Syndicate, 2009. Traducido del ingl¨¦s por Carlos Manzano.
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