Ol¨ªmpica fil¨ªpica
Los anillos ol¨ªmpicos se han convertido en volutas de humo sobre el contaminado cielo de Madrid. La corazonada deviene en accidente cardiovascular. La alegre cofrad¨ªa de los supervisores del COI, par¨¢sitos de lujo en un organismo minado por la corrupci¨®n, criticaron, entre otros aspectos de la candidatura, su presentaci¨®n. La impresentable ausencia de las estrellas madridistas en el besamanos ol¨ªmpico no sent¨® bien a los comandatarios del comit¨¦, que no se sintieron lo suficientemente agasajados en su visita a la babel capitalina, urbe sitiada por preol¨ªmpicas obras que anticipan ruina.
Otra de las pegas que los celosos miembros de la hermandad pusieron al sue?o de Gallard¨®n fue la falta de adecuaci¨®n de las leyes espa?olas antidopaje al f¨¦rreo y caprichoso c¨®digo que exige, entre otras abominaciones, que los atletas est¨¦n a disposici¨®n de sus controladores 24 horas al d¨ªa durante los 365 del a?o, al margen de los periodos de competici¨®n. En cualquier instante, en cualquier lugar, el deportista puede ser convocado a orinar en probeta delante de sus jueces y a entregar una muestra de sangre a sus vampiros.
El incombustible marqu¨¦s de Samaranch es hoy presidente de honor de un comit¨¦ deshonrado
Los remilgos ¨¦ticos de los felices catadores ol¨ªmpicos se estrellan contra la inveterada actitud hedonista y vivalavirgen que caracteriza a los representantes del COI desde los tiempos en los que Juan Antonio Samaranch, el viejo camarada, alto cargo, y brazo en alto, en las marciales y prietas filas del franquismo, se reencarn¨® en Juan Antonio Samaranch, aristocr¨¢tico presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional. Acostumbrado a vivir como un marqu¨¦s, el sportman, insigne trepador de todas las cordadas, acab¨® accediendo por sus muchos merecimientos a la cumbre del marquesado. Este atleta de ¨¦lite ya hab¨ªa sido premiado por sus servicios al Movimiento con la ¨²ltima embajada de Franco en la Uni¨®n Sovi¨¦tica y Mongolia Exterior.
Las olimpiadas ya no son lo que eran, si alguna vez lo fueron. Cuando la presidencia de Samaranch dio paso a la participaci¨®n definitiva de atletas profesionales en las competiciones, el esp¨ªritu ol¨ªmpico mut¨® en ingr¨¢vido fantasma y la sombra de la sospecha plane¨® sobre las cabezas de los ungidos y untados miembros del COI. El honorable y c¨ªnico lema del bar¨®n de Coubertin: "Lo importante no es ganar, sino participar" se transform¨® en "Lo importante no es ganar, sino participar en las ganancias". A r¨ªo revuelto, ganancia de pecadores, cuanto m¨¢s se descontrola el cotarro por las alturas del comit¨¦ m¨¢s crecen los controles a pie de pista, los an¨¢lisis y contraan¨¢lisis para preservar la pureza de la instituci¨®n a costa de la buena fama, la dignidad y la fortuna de los atletas, cobayas de ¨¦lite, inoculados y contaminados por sus patrocinadores y mentores.
Si a los alegres cofrades del comit¨¦ les hubieran sometido a an¨¢lisis de orina y de sangre tras su visita a Madrid los resultados hubieran merecido tambi¨¦n las primeras p¨¢ginas de los diarios y los titulares de los noticiarios.
El valetudinario e incombustible marqu¨¦s de Samaranch es hoy presidente de honor de un comit¨¦ deshonrado por los sobornos, los cohechos y las prevaricaciones. El pen¨²ltimo esc¨¢ndalo ol¨ªmpico afect¨® de lleno a la elecci¨®n de Londres como sede de los juegos. Un reportaje de la BBC denunci¨® entonces las cacicadas y los trapicheos de votos de algunos comisionados, dispuestos a venderse por algo m¨¢s que un plato de caviar. Pero a¨²n no est¨¢ todo perdido, mientras ellos tengan algo que ganar. El divino marqu¨¦s y el visionario alcalde se niegan a efectuar una lectura descorazonadora del informe de los ingratos supervisores que no vieron saciados sus voraces apetitos durante su diplom¨¢tica visita a la ciudad candidata a villa ol¨ªmpica y corte de los milagros deportivos. Una indiscreta fotograf¨ªa tomada el 18 de julio de 1974 en la que aparece el ¨ªnclito Samaranch, cara al sol que a¨²n calentaba d¨¦bilmente y con el brazo en alto, corre por las p¨¢ginas y los foros de Internet sin que se rompan ni se manchen las inn¨²meras chaquetas de su guardarropa camale¨®nico, prendas que le dan cobertura para afrontar las coyunturas m¨¢s adversas.
Con Samaranch de nuestra parte no podemos perder. Samaranch es el mejor asesor, el c¨®mplice, el gu¨ªa mejor preparado para llegar a buen puerto navegando por las turbulentas y p¨²tridas aguas del posolimpismo.
Ya s¨¦ que debe resultar dif¨ªcil cambiar unas vacaciones pagadas a todo lujo en R¨ªo de Janeiro por unas semanitas en el Madrid de las grandes obras y los inmensos atascos. Es dif¨ªcil, pero puede hacerse con dedicaci¨®n, perseverancia, paciencia, diplomacia y sobre todo con much¨ªsima pasta. Los compromisarios ol¨ªmpicos no pueden recibir regalos valorados en m¨¢s de 150 euros, pero siempre queda el plan B, el de la caja B.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.