Madrile?o por el mundo
Tengo una corazonada: aqu¨ª, de Ol¨ªmpicos, nada (un lema en octos¨ªlabos). Y es que es m¨¢s complicado que a Madrid le concedan la sede de los Juegos que el se?or Bot¨ªn -o quiz¨¢s su hipot¨¦tico camello cargado de sacas de dinero- pase por el ojo de una aguja. Claro que todo puede suceder: sobre todo si de una vez por todas encuentran el dichoso tesoro escondido y pueden volver a cubrir todas las zanjas abiertas para localizarlo. Este Gallard¨®n tiene un designio oculto. Cr¨¦anme: lo de las obras intransitables es pura maniobra de distracci¨®n. Mi topo en el departamento correspondiente del palacio de Palacios (y Otamendi) acaba de confirmar mis sospechas. Existen planes secretos para levantar en la plaza de Col¨®n una monumental estatua del alcalde. El modelo lo habr¨ªan encontrado sus asesores en el m¨ªtico coloso de Rodas, tal como fue concebido por Sergio Leone para su estupendo peplum (1961). La escultura del nuevo dios Helios tendr¨¢ unos treinta metros de altura y cada uno de sus pies se apoyar¨¢ en un bloque marm¨®reo de 10 metros c¨²bicos cuyos lados estar¨¢n decorados con bajorrelieves que recuerden a la posteridad sus haza?as urban¨ªsticas. El tr¨¢fico -intenso en la zona- ser¨¢ desviado para que transcurra entre las piernas del coloso, que mantendr¨¢ en sus manos una especie de pebetero gigante en el que arder¨¢ un fuego perpetuo. En el caso de que Madrid se quede sin Olimpiada, el plan B consiste en que el alcalde se exile a Alaska. All¨ª, a?os m¨¢s tarde, un equipo de Madrile?os por el mundo -el programa de m¨¢s ¨¦xito de TeleEspe- acudir¨ªa a entrevistarlo para que explicara a sus antiguos conciudadanos c¨®mo (probablemente) se habr¨ªa abierto camino cavando zanjas para refugio invernal de osos grizzlies y dem¨¢s fauna protegida. Nota bene (para improbables lectores): la inspiraci¨®n urban¨ªstica para este comentario se la debo, adem¨¢s de a Leone, a la peque?a avalancha de novelas hip¨¢ticas que han llegado a las librer¨ªas aprovechando el pr¨®ximo estreno de la peli de Amen¨¢bar. A ucron¨ªas y peplums no me gana nadie. Ni siquiera el alcalde.
Imperfecciones
No, tanta gente no puede estar equivocada. Ahora que el maestro ha concedido su entusiasta nihil obstat a la trilog¨ªa Millennium deben acabar de una vez las reticencias elitistas. Su enorme experiencia -63 a?os leyendo ficciones- deber¨ªa bastarnos. Una novela (como La Casa Verde, como El ruido y la furia) puede ser a la vez excepcional y, sin embargo, formalmente imperfecta. Y las que componen la saga Millennium tambi¨¦n lo son: "excepcionales", aunque imperfectas. Tal es el destino del g¨¦nero desde Qu¨¦reas y Cal¨ªrroe en adelante. Imperfecta -muy, pero que muy- tambi¨¦n lo es, por cierto, El c¨®digo Da Vinci, de la que se han vendido 80 millones de ejemplares: ?tanta gente puede estar equivocada? Quiz¨¢s "el vigor persuasivo de su argumento" tenga algo que ver en ello, aunque merezca la pena recordar que el idiota de Flaubert se pas¨® la vida queriendo escribir "un libro sobre nada". E imperfecta, y excepcional (?acaso todo en ella no es una excepci¨®n?), tambi¨¦n lo ser¨¢ probablemente The Lost Code, la ¨²ltima de Dan Brown, que esta semana ha iniciado su andadura con una tirada inicial (en lengua inglesa) de 6,5 millones de ejemplares: en la p¨¢gina oficial de Brown ha estado funcionando un reloj que marcaba, segundo a segundo, lo que faltaba para que (tanta) buena gente pudiera, ?por fin!, acceder al libro excepcional. Que nadie se me enfade: ya s¨¦ que Da Vinci y Millennium no est¨¢n en el mismo escal¨®n, como tampoco lo est¨¢n las pel¨ªculas de Torrente y las viejas comedias de Frank Tashlin. Excepcional (e imperfecta, pero de otro modo) es tambi¨¦n Paradiso, de Lezama Lima, a la que el maestro pon¨ªa (razonadas) pegas en su glosa de 1966, incluida ahora en su libro de art¨ªculos Sables y utop¨ªas (Aguilar). Y excepcionales (e imperfectas) son casi todas las novelas que nos han ense?ado a amar ese g¨¦nero proteico, mestizo e imperialista que, en sus mejores ejemplos, proporciona una instancia excepcional (aunque imperfecta) de conocimiento del mundo y de nosotros mismos. Lo que ocurre es que el maestro no tiene quien le chiste, ni siquiera cuando se decide a publicar un art¨ªculo deliberadamente provocativo: ¨¦sa es una de las cargas que conlleva haber escrito algunas de las novelas contempor¨¢neas m¨¢s grandes de nuestra lengua y enfrentarse a la perspectiva del Nobel. Y conste que yo pas¨¦ un buen fin de semana con el primer tomo de la trilog¨ªa (para los otros, ay, no he tenido tiempo): exactamente igual que me sucede con algunas pelis de buena factura (a las que no me atrever¨¦ a poner en la misma balanza que El Padrino o Ciudadano Kane) que (a¨²n) veo con placer y luego olvido sin mayores nostalgias. Les voy a revelar una sospecha: el art¨ªculo de Vargas Llosa era una broma. Lo ¨²nico que no me har¨ªa gracia es que, a la luz de las ense?anzas p¨®stumas del narrador sueco, al maestro le diera por reescribir Conversaci¨®n en La Catedral, para hacerla (a¨²n) m¨¢s excepcional y (mucho m¨¢s) imperfecta.
Freud
El 23 de septiembre de 1939 -ahora hace 70 a?os- mor¨ªa en Londres Sigmund Freud a consecuencia de las tres dosis de morfina que le hab¨ªa suministrado su amigo Max Schur para acabar con los atroces dolores de su c¨¢ncer de boca. El ¨²ltimo libro que el llamado padre del Psicoan¨¢lisis ley¨® fue La piel de zapa, de Balzac, una novela construida en torno a una asombrosa piel de asno que tiene la propiedad de conceder a quien la posee todos sus caprichos, pero cuyas dimensiones van reduci¨¦ndose a medida que los deseos se van cumpliendo. A Freud y a su obra les han perjudicado en los ¨²ltimos treinta a?os no s¨®lo el general descr¨¦dito de los grandes relatos, sino tambi¨¦n la casi exclusiva identificaci¨®n del psicoan¨¢lisis con su biograf¨ªa. De ah¨ª el inter¨¦s de Revolution in the Mind, the Creation of Psychoanalysis (Duckworth, 2008), un estupendo ensayo de George Makari que explora el contexto cultural, cient¨ªfico y geogr¨¢fico del descubrimiento que iba a cambiar para siempre nuestra idea de la "vida interior" de la especie y de sus miembros. El 23 de septiembre las obras de Freud, por cierto, pasar¨¢n a dominio p¨²blico. De las dos traducciones al castellano de sus Obras Completas (la de Luis L¨®pez-Ballesteros y la de Jos¨¦ Luis Etcheverry), la primera tambi¨¦n es de derecho p¨²blico. De modo que, a ciertos editores que yo me s¨¦ (y que no se han caracterizado por tener un detalle con los que fueron derechohabientes del traductor) se les ha acabado el chollo.
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