EXTRAV?OS
Cuando hace ya m¨¢s de tres lustros me dediqu¨¦ con pasi¨®n a redactar el Diccionario de ideas recibidas del pintor Eduardo Arroyo, quiz¨¢ la empresa literaria que he emprendido con mayor gozo y divertimento, inclu¨ª, como no pod¨ªa ser menos, la voz "pastiche", que es un t¨¦rmino clave en la vida y en la obra del infatigable artista madrile?o. Me frustr¨® entonces no encontrar recogida esta palabra en la mayor parte de los diccionarios serios de nuestra lengua, quiz¨¢ por ser su uso un barbarismo, cuyo origen yo entonces err¨®neamente atribu¨ª al franc¨¦s. El propio Eduardo Arroyo que no para, ora tundiendo lienzos, ora fatigando prensas, aclara la cuesti¨®n en su ¨²ltimo libro, Los bigotes de la Gioconda, que han publicado este a?o al alim¨®n los museos de Bellas Artes de Bilbao y el Reina Sof¨ªa de Madrid, pues en ¨¦l explica que la procedencia del vocablo es el italiano pasticcio, que significa una mezcla de varias imitaciones destinada a convertirse en un peculiar estilo de parodiar el arte y la realidad. Esto ¨²ltimo es lo que, a la postre, le ha interesado a Arroyo del pastiche, a cuyo ir¨®nico ejercicio ha dedicado mucho ¨ªmpetu y talento, rematando la faena con la fant¨¢stica publicaci¨®n citada, que es una personal interpretaci¨®n de esta pr¨¢ctica art¨ªstica a trav¨¦s de diversos ejemplos caracter¨ªsticos contempor¨¢neos. He de a?adir que el formato original de este proyecto era una exposici¨®n temporal de realizaci¨®n imposible, porque, en el fondo, jam¨¢s ¨¦sta habr¨ªa alcanzado el arrebatador fulgor que ahora irradia gracias a la mayor holgura que le proporciona el ser un libro ilustrado. ?Y, mamma mia, qu¨¦ libro!
Eduardo Arroyo ha publicado hasta la fecha un n¨²mero considerable de libros, que el lector devora porque son siempre fruto de las desatadas pasiones de su autor, odios y amores, con frecuencia entremezclados, como las par¨®dicas imitaciones lo est¨¢n en el pastiche. As¨ª ocurre con Los bigotes de la Gioconda, pero con la peculiaridad en este caso de que la traca de los hilarantes furores y las an¨¦cdotas aleccionadoras, que Arroyo reparte sin dar respiro en cualquiera de sus libros, aqu¨ª arman o entretejen uno de los panoramas m¨¢s esclarecedores sobre la esencia y el devenir de nuestro revolucionario arte contempor¨¢neo, cuyos principales y m¨¢s fecundos asideros han sido el collage y el pastiche, respectivamente un m¨¦todo de construcci¨®n y de destrucci¨®n por igual creadores. En cualquier caso, para un arte revolucionario, reconozc¨¢moslo, lo m¨¢s constructivo es la destrucci¨®n.
Lo fant¨¢stico de este fant¨¢stico Arroyo "de bigotes" es que traza la po¨¦tica del pastiche mediante conversaciones cruzadas con algunos de los mejores artistas pasticheros del siglo XX, desde Picasso, Picabia, Duchamp o Dal¨ª hasta Bacon, Guston, Alberto Greco o Adami. Habla de ellos y habla de s¨ª mismo, discuti¨¦ndolo todo, a todos y con todos. Es la charla m¨¢s animada a la que jam¨¢s he asistido, hasta el punto de que, en cierto momento, mientras le¨ªa, yo mismo, hablando solo, me he incorporado a la conversaci¨®n. Pero ?qu¨¦ hay detr¨¢s de esta asombrosa deambulaci¨®n de Arroyo en torno al pastiche? El ¨²ltimo p¨¢rrafo de Los bigotes de la Gioconda contiene la m¨¢s estremecedora confesi¨®n creadora acerca del desigual combate que entabla el pintor con todo lo que pinta: "Ocultar y borrar, es lo que quisiera hacer y no hago, porque cuando se termina un cuadro se muere un sue?o". Este destrozo se remienda mejor con un pastiche que con un collage.
![<i>Vel¨¢zquez, mi padre</i> (1964), del libro <i>Los bigotes de la Gioconda, </i><b>de Eduardo Arroyo.</b>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/2BZCXU5UNWPGRJDZV6O6SHN2WA.jpg?auth=0284faed806ab32b1a236cd4aaf4b5b36c93af3e31f86c24a6b5afeb9a2915c9&width=414)
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