Un cruas¨¢n de lava
La distancia que separa el parque natural de las islas Columbretes de la de Marina d'Or (Castell¨®n) es corta pero la diferencia de la forma de entender la vida es inmensa. ?sta es la cr¨®nica de una excursi¨®n a los dos mundos.
La cita era al anochecer del jueves 6 de agosto en el hotel Voramar de Benicasim, un establecimiento con historia y tradici¨®n (son ya tres las generaciones de los Pallar¨¦s que lo dirigen), en primera l¨ªnea de playa, al lado de las villas de los millonarios de la primera mitad del siglo XX y en pleno coraz¨®n del ¨¢rea Fabra, ejemplo del cacique de derechas, l¨ªder del PP y procesado en numerosos sumarios. El hotel hab¨ªa sido durante la guerra hospital de sangre de las milicias internacionales y por ¨¦l pasaron, entre otros, Dorothy Parker y John Dos Passos: cuesti¨®n de solidaridad.
La estrella de la noche era Manuel Vicent, cuyo ¨²ltimo libro, Le¨®n de ojos verdes, tiene al establecimiento y a los residentes del verano de 1953 como protagonistas. Por all¨ª deambulaban tambi¨¦n el realizador y escritor David Trueba y el director de cine Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez. Vicent hab¨ªa convocado a un grupo de amigos y fieles para realizar una peque?a e intensa excursi¨®n a las islas Columbretes, parque natural a 29 millas marinas de la costa. En todo caso el tiempo estaba en contra del escritor: unas horas m¨¢s tarde, al mediod¨ªa del viernes 7, llegar¨ªa a la cita Joan Manuel Serrat y Vicent ten¨ªa muy asumido que a partir de ese momento la estrella ser¨ªa el cantante del Poble Sec.
El viernes amaneci¨® radiante y caluroso. El estado de la mar propiciaba la navegaci¨®n y al mediod¨ªa, como estaba previsto, lleg¨® Serrat y con ¨¦l el trasvase de peticiones de aut¨®grafos y fotograf¨ªas con m¨®vil de la literatura a la canci¨®n. Todo controlado. Vicent inici¨® un cierto viaje a la melancol¨ªa y no tanto por la obviedad de la fama de Serrat como por el hecho de que tres espl¨¦ndidas ba?istas en biquini se acercaron a David Trueba para elogiarle su ¨²ltimo libro, Saber perder. Ello permiti¨® a los presentes escuchar una disertaci¨®n del escritor de la Malvarrosa sobre las diferencias de edad y de aspecto de las admiradoras de David y las suyas propias y, con ella, enriquecer el acervo cultural de los oyentes. En todo caso, pronto se superaron las inteligentes lamentaciones socioliterarias porque los excursionistas comenzaban su periplo hacia el N¨¢utico de Oropesa del Mar, localidad veraniega en su d¨ªa del infausto Aznar y de la familia Ubrique-Campanario en la actualidad.
El viaje en catamar¨¢n a las Columbretes ser¨ªa de un par de horas. La mar estaba perfectamente navegable y las biodraminas ingeridas. Vicent llevaba a?os predicando las bondades de un viaje al parque natural de las islas. Suger¨ªa incluso un t¨ªtulo para el acontecimiento: Conversaciones en las Columbretes. Lo cierto es que o bien por la tensi¨®n acumulada o m¨¢s probablemente por la relajaci¨®n del grupo, las conversaciones no alcanzaron el nivel exigido, aunque s¨ª el de la diversi¨®n.
Con los correspondientes permisos burocr¨¢ticos ya s¨®lo cab¨ªa esperar una traves¨ªa sin sobresaltos hacia l'illa Grossa o Columbrete Grande, la mayor de las cuatro islas volc¨¢nicas que conforman un parque natural de 19 hect¨¢reas emergidas y 4.000 sumergidas. Dicha isla tiene un perfil en forma de arco abierto y en ella se encuentra el punto m¨¢s elevado del archipi¨¦lago (67 metros de altitud donde tambi¨¦n se ubica el faro autom¨¢tico de las islas).
Tiempo atr¨¢s, cuando dicho faro no estaba automatizado, vivieron all¨ª un par de familias (quienes dejaron su huella en un peque?o y sencillo cementerio). Por su parte, el Carallot, con sus 32 metros de altura, representa los restos de la chimenea central de un volc¨¢n. La Ferrera y la Foradada completan el conjunto. All¨ª nos esperaban un grupo de amables y eficientes ecologistas dependientes de la consejer¨ªa de Medio Ambiente de la Comunidad Valenciana y cuyo mayor empe?o es preservar el parque, su fauna y su escasa vegetaci¨®n de la acci¨®n depredadora humana. Gente que en turnos de 15 d¨ªas dedica sus esfuerzos a preservar especies en extinci¨®n como el halc¨®n de Eleonor, la gaviota corsa, la lagartija ib¨¦rica, y los numerosos alacranes o a la regeneraci¨®n de especies pesqueras de la zona, como la langosta.
Bah¨ªa volc¨¢nica
Los m¨¢s animosos se ba?aron en las tranquilas aguas de la bah¨ªa volc¨¢nica para disfrutar, despu¨¦s, de una noche larga y tranquila en la que la mayor¨ªa durmi¨® en tierra tras degustar una estupenda paella de verduras que elabor¨® Vicent. Mucha charla y mucho intercambio de informaci¨®n pr¨¢ctica acerca de los alacranes y sus picaduras. Luna y noche espl¨¦ndidas en la que se pod¨ªa distinguir con claridad J¨²piter y sus sat¨¦lites.
El viaje de vuelta tuvo una peque?a escala en las inmediaciones de la Foradada, en donde los mismos animosos de la tarde anterior compartieron ba?o con los alumnos de una escuela de buceadores. Probablemente lo m¨¢s espectacular de la zona son los fondos marinos, pues la condici¨®n de parque natural y la labor de quienes lo preservan permite ver las infrecuentes algas laminaria o el coral rojo, adem¨¢s de gran cantidad de corbas, doradas, sargos y langostas.
Ya en tierra, los excursionistas decidieron conocer fugazmente la ant¨ªtesis del parque natural: Marina d'Or. Miles de apartamentos y varios hoteles apelmazados en las cercan¨ªas de Oropesa, monumento ejemplar de la especulaci¨®n urban¨ªstica o c¨®mo conseguir que un paisaje costero se convierta en un barrio perif¨¦rico de ciudad industrial. El hotel m¨¢s lujoso cuenta con unas cascadas y lagos interiores que en nada envidian a la mayor horterada de Las Vegas.
La calle principal de la disparatada ciudad se engalana con una iluminaci¨®n al estilo del Real de la Feria de Sevilla y por ella transitan desde coches con m¨²sica bacalao a tope a familias aut¨®ctonas o tatuados camioneros alemanes. En una de sus terrazas se acerc¨® a Serrat un padre con un ni?o de cuatro a?os, Israel: "Perdone que les moleste pero ?podr¨ªa darme un aut¨®grafo?, es para mi hijo", explic¨® el padre. "?Para qu¨¦?", pregunt¨® l¨²cidamente el ni?o. "Preg¨²ntaselo a tu padre", concluy¨® el cantante mientras atend¨ªa sol¨ªcito la petici¨®n. Varias fotos m¨¢s con el m¨®vil y una cierta ansiedad colectiva por salir de aquel para¨ªso artificial al que la crisis econ¨®mica ha privado, por ahora, de un aterrador proyecto llamado "Mundo Ilusi¨®n", con pistas de esqu¨ª de nieve artificial y r¨¦plicas de canales venecianos a tiro de piedra de donde veranean los Ubrique-Campanario.
Y as¨ª concluy¨® una peque?a excursi¨®n que disfrut¨® de una naturaleza arm¨®nica y preservada y comprob¨®, una vez m¨¢s, la terrible capacidad destructora de la que es capaz el ser humano.
Encuentra los mejores restaurantes y hoteles de la zona
![Vista desde el barco de isla Grossa, en forma de media luna, la mayor de las cuatro que conforman el archipi¨¦lago de las Columbretes, situado a unos 56 kil¨®metros de la costa de Castell¨®n.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/YSRMXEN4KYHXSR3EHOS25QD4DY.jpg?auth=ffc4c4ff647205aefebbe3f043e8c6400a4f5c54c5e489bece0e3091d8c626b1&width=414)
GU?A
Informaci¨®n
? Parque natural de las islas Columbretes (964 28 89 12; http://parquesnaturales.gva.es). Centro de Informaci¨®n (Planetario de Castell¨®n). Paseo Mar¨ªtimo, 1. Facilitan un listado de las empresas que ofrecen viajes en barco a las Columbretes. El servicio de golondrinas funciona s¨®lo en verano; los viajes cuestan unos 50 euros por persona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.