El terrible miedo al compromiso
Si corren malos tiempos para la pareja, a¨²n anda peor la capacidad de emparejarnos. Vivimos una especie de epidemia que consiste en desear de una manera loca estar enamorados para despu¨¦s sufrir como una condena ese lazo por el que tanto suspiramos. El compromiso afectivo da un miedo terrible.
Debe de ser verdad que, a pesar de lo mucho que hoy sabemos de la vida, seguimos cometiendo el error de vivir entre la felicidad y el sufrimiento. Un ejemplo lo podemos observar en los emparejamientos actuales. Nadie quiere renunciar a la pasi¨®n abrasadora del enamoramiento, pero a la vez se quieren evitar los quehaceres del compromiso. Ya ni tan siquiera sirve aquello de "ni contigo ni sin ti". Ahora s¨®lo funciona el "contigo, pero sin ti".
El estilo afectivo tiene mucho que ver con c¨®mo hemos sido amados en nuestra m¨¢s temprana infancia y en cu¨¢l ha sido nuestra respuesta
Arrastramos la necesidad de arrastrar marcos en los que encajar nuestra existencia. Son¨²tiles, pero tambi¨¦n nos quitan flexibilidad
El ascenso de eso que venimos llamando miedo al compromiso afectivo est¨¢ alcanzando tal magnitud, que cabe pensar si realmente es un problema s¨®lo de miedo o si estamos ante un cambio de modelo afectivo que tambi¨¦n est¨¢ en pleno proceso de transformaci¨®n. Incluso hay quien se cuestiona si no habremos sobrevalorado la pareja como forma de transitar por este mundo.
Cuesti¨®n de estilos afectivos
Puede uno amar sin ser feliz; puede uno ser feliz sin amar; pero amar y ser feliz es algo prodigioso (Honor¨¦ de Balzac)
Cuando dos personas se gustan e inician ese periodo de cortejo, que hoy dura lo que dura un telediario, se ponen en juego dos estilos afectivos. Es decir, dos maneras de amar. Nadie ama igual, aunque la psicolog¨ªa reconoce algunos estilos en los que todos podemos m¨¢s o menos identificarnos.
El estilo afectivo tiene mucho que ver con c¨®mo hemos sido amados en nuestra m¨¢s temprana infancia y en cu¨¢l ha sido nuestra respuesta, es decir, con c¨®mo hemos gestionado el apego. De eso se ocuparon hace ya unos a?os el psic¨®logo John Bowlby, adem¨¢s de Harry Harlow y posteriormente Mary Ainsworth. Dicha teor¨ªa del apego enfatiza la importancia del v¨ªnculo emocional que desarrolla el ni?o con sus padres o sus cuidadores de referencia.
Distinguieron tres tipos de apego: el seguro, el inseguro y el ambivalente. Eso lo observaron al realizar una serie de actividades, que voy a simplificar, en las que las madres dejaban al ni?o solo, jugando, para volver m¨¢s tarde, o bien la madre permanec¨ªa en compa?¨ªa de otra persona adulta.
Al irse mam¨¢, todos los ni?os sol¨ªan llorar para luego entretenerse en sus juegos. Lo interesante llegaba al volver la madre. Los ni?os de apego seguro se alegraban de su vuelta y se echaban a sus brazos. Los ni?os de apego inseguro, en cambio, se hac¨ªan los remolones, ignorando el contacto con la madre. Como una especie de "me has hecho sufrir, pues ahora paso de ti" (?les suena eso a¨²n hoy como adultos?). Los ambivalentes eran los m¨¢s ansiosos, reaccionando ahora de una manera, ahora de otra. Esa huella la mantenemos casi de por vida.
El apego hoy
Nunca amamos a nadie: amamos s¨®lo?la idea que tenemos de alguien.
Lo que amamos es un concepto nuestro, es decir, a nosotros mismos (Fernando Pessoa)
Estudios m¨¢s recientes han actualizado esta teor¨ªa y han adecuado los estilos de tal manera que llega a entenderse por qu¨¦ tanta gente teme el compromiso. As¨ª se puede hablar de cuatro estilos en los que todos andamos m¨¢s o menos metidos: el seguro, el preocupado, el huidizo y el temeroso.
A grandes rasgos, y para no andar con demasiados tecnicismos psicol¨®gicos, el estilo seguro se reconoce porque mantiene un adecuado equilibrio entre las necesidades afectivas y la autonom¨ªa personal. Suelen ser personas que tienen un modelo mental positivo tanto de s¨ª mismas como de los dem¨¢s, es decir, que conf¨ªan en s¨ª mismas, con una elevada autoestima y comodidad en las relaciones interpersonales y en la intimidad.
El estilo preocupado se caracteriza por un modelo mental negativo de s¨ª mismo y positivo de los dem¨¢s, con una elevada necesidad de apego. Son personas con baja autoestima, conductas de dependencia, con una necesidad constante de aprobaci¨®n y una preocupaci¨®n excesiva por las relaciones. En los casos extremos puede caer en conductas hostiles, como los malditos celos.
El miedo a amar
La se?al de que no amamos a alguien es que no le damos todo lo mejor que hay en nosotros (Paul Claudel)
Al estilo huidizo se le puede a?adir la coletilla "alejado", puesto que viven las relaciones en un estado continuo de acercamiento-alejamiento. Son los que m¨¢s dicen quererse enamorar para despu¨¦s sentirse con la soga al cuello. Por eso huyen. Suelen ser personas con una elevada autosuficiencia emocional, una baja activaci¨®n de los deseos de apego, muy orientados al logro de sus objetivos y una elevada incomodidad con la intimidad. Por desgracia, los que sufren este tipo de apego confunden su necesidad de alejamiento con la falta de amor y por eso rompen relaciones una detr¨¢s de otra. Son los m¨¢s proclives a huir del compromiso, y cuando lo logran hay que procurar no atarlos en corto.
Finalmente est¨¢ el estilo temeroso, con un modelo mental que podr¨ªamos caricaturizar como "yo estoy mal, pero t¨² est¨¢s peor". Se caracterizan por sentirse inc¨®modos en situaciones de intimidad, por una elevada necesidad de aprobaci¨®n, por considerar las relaciones como algo secundario y por una baja confianza en s¨ª mismos y en los dem¨¢s. El estilo temeroso tiene necesidades de apego frustradas, puesto que, al mismo tiempo que necesitan el contacto social y la intimidad, el temor al rechazo que les caracteriza les hace evitar activamente situaciones sociales y relaciones ¨ªntimas.
A todo ello hay que sumar las experiencias vividas que modelan sin duda nuestros estilos afectivos. Aunque podr¨ªamos discutir qu¨¦ fue primero, si el huevo o la gallina, o el nido, es cierto que el miedo a amar tambi¨¦n se reconoce ante los sufrimientos causados por amores mal entendidos. Por enga?os y autoenga?os. Por corazones rotos y desgarrados por el dolor del desamor. Nadie quiere volver a sufrir as¨ª. No es necesario. Por eso podemos aprender a amar desde la plenitud. Y eso empieza por aprender a amarse a uno mismo.
Amar con conciencia
Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma direcci¨®n (Antoine de Saint-Exup¨¦ry)
Conocer el estilo afectivo propio es fundamental. Primero para poder identificar las dificultades que tenemos en el marco de las relaciones y que no dependen s¨®lo de con qui¨¦n nos juntamos, para tomar responsabilidad sobre ello. Pero tambi¨¦n significa aprender a vivir de acuerdo con el estilo afectivo que queramos desarrollar en la vida. No todo el mundo tiene que pasar por la vicar¨ªa, ni tiene que tener una familia, ni es un discapacitado emocional por no convivir en pareja. Lo importante es responsabilizarse de las elecciones que hacemos en cada momento, con integridad y sin da?ar a los dem¨¢s.
Arrastramos a¨²n la necesidad de crear marcos en los que encajar nuestra existencia. Son ¨²tiles, ya que as¨ª sabemos c¨®mo actuar y d¨®nde est¨¢n los l¨ªmites. Pero tambi¨¦n nos quitan flexibilidad, no nos permiten, como la vida misma, fluir con el presente y con los acontecimientos, sino que nos etiquetan, normativizan y crean expectativas y obligaciones que nos quitan autenticidad. Eso es lo que ocurre con el amor a veces. Se dan por hecho tantas cosas que es inevitable vivir en el autoenga?o. Por eso, cuando Cupido se quita la venda de los ojos, no nos podemos creer en lo que nos hemos convertido.
Prefiero pensar que hoy disponemos de una conciencia diferente, la cual nos permita elaborar las relaciones d¨ªa a d¨ªa, sabiendo que andamos continuamente sobre la fina cuerda de la incertidumbre y que todo se debe ir resolviendo si hay capacidad de amarse. Y eso empieza por asumir c¨®mo amamos y c¨®mo queremos ser amados.?
Aprender a querer
Libros
'Los estilos afectivos en la poblaci¨®n espa?ola: un cuestionario de evaluaci¨®n del apego adulto', de Remedios Melero y Mar¨ªa Jos¨¦ Cantero. Revista 'Cl¨ªnica y Salud', volumen 19, n¨²mero 1. 2008.
'El arte de amar', de Erich Froom. Editorial Paid¨®s.
'El verdadero amor', de Thich Nhat Hanh. Ediciones Oniro.
M¨²sica
Todo Mozart.
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