Patronatos, consejos, fundaciones, auditores...
La mayor parte de nuestras entidades del campo econ¨®mico, sean con af¨¢n de lucro (empresas), sean sin ¨¦l (fundaciones, asociaciones), est¨¢n gestionadas por un ¨®rgano de administraci¨®n de car¨¢cter colectivo y una persona como ejecutivo. Normalmente las empresas tienen un consejo de administraci¨®n y un consejero delegado o un director general; las fundaciones, un patronato y un director. En todos los casos existe adem¨¢s un presidente, que en las empresas a veces coincide con el consejero delegado y en las fundaciones no coincide casi nunca con el director. Es una estructura que se ha demostrado eficiente para la gesti¨®n, pero que cuando llegan momentos de crisis y se identifican responsabilidades, genera confusiones entre unos y otros. Casos de actualidad en Catalu?a, tanto en el campo empresarial como en el cultural, lo est¨¢n poniendo de manifiesto.
Hay disfunci¨®n entre el papel del patronato en una empresa y la conciencia que tienen sus miembros de sus responsabilidades
La raz¨®n fundamental de la disfunci¨®n est¨¢ en el papel que en la realidad desempe?a el ¨®rgano colectivo y la conciencia que tienen sus miembros de sus responsabilidades. No entro en el caso de las empresas, ya que la actual Ley de Sociedades An¨®nimas y los c¨®digos de buen gobierno han delimitado muy claramente este tema, por mucho que no exista a veces una clara conciencia de las responsabilidades en los administradores. Quiero, esto s¨ª, referirme a las entidades no lucrativas (fundaciones, asociaciones...), entidades que, aunque no persigan beneficios, pueden mover cantidades importantes de dinero, tanto de origen privado como p¨²blico. Cuando se habla en Catalu?a de la fortaleza de la "sociedad civil" -t¨¦rmino que alguien alg¨²n d¨ªa deber¨¢ definir, si es posible-, se est¨¢ haciendo referencia, entre otras cosas, a la abundancia de organizaciones de este tipo.
Pienso sinceramente que existe una cierta confusi¨®n en el papel que deben desempe?ar los patronatos de las fundaciones. El nombramiento de sus miembros se hace normalmente buscando personas que puedan aportar iniciativas, ayudas y credibilidad. Iniciativas para mejorar las actividades y contribuir a la realizaci¨®n de los objetivos fundacionales, ayudas concretas en momentos en los que se precisan y credibilidad frente a la opini¨®n p¨²blica y las autoridades respecto de una buena administraci¨®n de los recursos que manejan. Mi experiencia indica que en general hay mucha m¨¢s aportaci¨®n de iniciativas y de ayudas que preocupaci¨®n por poder avalar con su presencia la buena gesti¨®n econ¨®mica de la entidad. El tipo de relaciones de confianza que se establecen, la prudencia de no convertirse en inc¨®modo y la presunci¨®n justificada de buena gesti¨®n introducen una despreocupaci¨®n sobre este tema.
Se da la paradoja de que, normalmente, los estatutos responsabilizan a los patronatos de los aspectos econ¨®micos (aprobar presupuestos, aprobar liquidaciones de cuentas, aprobar inversiones...) y, en cambio, estos temas pasan de forma casi de tr¨¢mite en las reuniones de los mismos, en las que se discuten sobre todo -y es muy bueno que as¨ª sea- temas relacionados con la actividad. Esta costumbre, basada en la confianza en el gestor y tambi¨¦n en la aridez de la econom¨ªa, no representa ning¨²n problema en la mayor¨ªa de las situaciones, pero es la que desemboca en algunos momentos, como el que ahora estamos viviendo, en un ?c¨®mo ha podido pasar esto? Es comprensible que esta pregunta se la hagan los ciudadanos, pero es sorprendente que se la hagan las personas que forman parte -la gran mayor¨ªa con esp¨ªritu altruista y con una buena fe elogiable- de los ¨®rganos de administraci¨®n de la entidad, sobre todo si se trata, no de un hecho aislado, sino de una gesti¨®n delictiva prolongada en el tiempo.
Quiero acabar introduciendo un tema del que se va a hablar mucho en los pr¨®ximos meses. La intervenci¨®n de un auditor deber¨ªa ser una forma de evitar estos problemas y de dar tranquilidad a los miembros del patronato (o del consejo, si se trata de una empresa) de que un profesional externo ha hecho la revisi¨®n y ha certificado la correcci¨®n de las cuentas o, en su caso, ha detectado alguna irregularidad. Pienso que las auditor¨ªas deber¨ªan convertirse en una pr¨¢ctica habitual (tanto si son legalmente obligatorias como si no), pero que adem¨¢s deber¨ªa regularse la forma de elecci¨®n del auditor para evitar que el examinando pueda escoger y pagar al que lo va a examinar.
?Tambi¨¦n tenemos un tema de actualidad que nos pone de evidencia el problema de la relaci¨®n entre unas empresas y los inspectores de Hacienda que las examinaban!
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