Susan Atkins, asesina de Sharon Tate
Amante del criminal sat¨¢nico Charles Manson, mat¨® a la actriz, a su beb¨¦ nonato y a otras siete personas en 1969
Tras cuatro d¨¦cadas en la c¨¢rcel, Susan Atkins, de 61 a?os, muri¨® sola, el 24 de septiembre, en la prisi¨®n de Chowchilla (California) implorando a la justicia que se apiadara de ella y le dejara salir en libertad en sus ¨²ltimos d¨ªas. Pero no hubo perd¨®n. La naci¨®n s¨®lo recordaba en ella a aquella joven fan¨¢tica, apodada Sexy Sadie, enamorada de Charles Manson, que, sedienta de sangre y sacrificios, mat¨® a la actriz Sharon Tate, a su beb¨¦ nonato y a otras siete personas en 1969.
Su ¨²ltima palabra, seg¨²n su marido, James Whitehouse, fue "am¨¦n", a modo de arrepentimiento. En prisi¨®n reneg¨® de Manson, admiti¨® su culpa y se convirti¨® al cristianismo. "Es casi imposible definir la locura, y eso es lo que yo viv¨ª, la locura", dijo en una comparecencia judicial para pedir la libertad condicional en 1993. Presa de aquella locura, apu?al¨® a Tate 16 veces, ignorando sus s¨²plicas, haciendo o¨ªdos sordos a su petici¨®n de piedad, porque la pon¨ªa "nerviosa" de tantos gritos. La leyenda negra dice que prob¨® con sus labios la sangre de su v¨ªctima y luego escribi¨® la palabra "cerdo" en la puerta de su casa.
Como una maniqu¨ª
Era el ¨²ltimo grito lis¨¦rgico de una mod¨¦lica chica Manson. En el juicio mont¨® un espect¨¢culo grotesco. Confes¨®. Indirectamente, delat¨® a Manson. Luego despidi¨® a su abogado. Cay¨® enferma. Retras¨® el juicio. Cambi¨® la historia. Dijo que Manson no sab¨ªa nada de los cr¨ªmenes. "Es un hombre inocente, yo lo comenc¨¦ todo", declar¨®, antes de llamarle su "amor".
Antes de ser sentenciada a muerte, en su testimonio final, admiti¨® haber tomado LSD y dijo que, al asesinar a Sharon Tate, no la ve¨ªa como una persona, sino como un maniqu¨ª: "Era como una m¨¢quina de IBM". Gracias a la abolici¨®n de la pena de muerte en California, fue condenada a cadena perpetua.
Conoci¨® a Manson en 1967, en plena eclosi¨®n hippy en San Francisco. All¨ª se enamor¨® del conocido asesino, que elabor¨® un meticuloso y rid¨ªculo plan para desatar la guerra racial entre blancos y negros en Los ?ngeles. Manson bautiz¨® a su nueva concubina Sexy Sadie, como la canci¨®n de los Beatles, o Sadie Mae Glutz. Era una joven y bella groupie de oscuro cabello y pasado problem¨¢tico, que no acab¨® sus estudios de secundaria.
Aquella imagen qued¨® enterrada para siempre el mes pasado, cuando se present¨® en la que ser¨ªa su ¨²ltima entrevista judicial para solicitar la condicional. Dormida, en una camilla de hospital, con un gorro de color rojo, en lugar de pedir la libertad, recit¨® el Salmo 23 del Antiguo Testamento. Ten¨ªa un c¨¢ncer terminal de cerebro. Su marido y abogado solicit¨® su ¨²ltima oportunidad para respirar aire libre. Igual que ya hizo en otras 17 ocasiones, el juzgado se la deneg¨®.
La hermana de Sharon Tate, Debra, testific¨® y dijo que no odiaba a Atkins, pero que quer¨ªa que la justicia se aplicara con todas sus consecuencias. "Soy incapaz de odiar", dijo. "Aun as¨ª, creo que la muerte de mi hermana y sobrino, que cumplir¨ªa 40 a?os esta semana, no es una causa intrascendente".
Atkins se arrepent¨ªa. Su calvario era su pasado. Record¨® cada d¨ªa de su vida a su hijo, que tuvo en 1968 en un rancho en el que viv¨ªa con la familia sat¨¢nica y al que Manson bautiz¨® como Zezozose Zadfrack Glutz. La justicia le quit¨® la custodia tras su condena y nunca m¨¢s supo de ¨¦l. Con los a?os, s¨®lo alberg¨® resentimiento contra el que fue su ¨ªdolo. "Es un mentiroso, un farsante, un maltratador de mujeres y ni?as, un maltratador psicol¨®gico y emocional de seres humanos, un ladr¨®n, un drogadicto, un secuestrador, un ladr¨®n de ni?os, un chulo, un violador y un abusador de menores", dijo Atkins en una carta en su propia web. Y era todas esas cosas antes de ser un asesino.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.