El destino de los elefantes
Uno de los campos de an¨¢lisis menos estudiado y, por consiguiente, menos teorizado, es el destino de los pol¨ªticos una vez que dejan su actividad pol¨ªtica. Mucho se conoce de los or¨ªgenes, los procesos de socializaci¨®n, el aprendizaje, las trayectorias, en fin, la carrera de quienes se dedican a la pol¨ªtica. Tanto la Ciencia Pol¨ªtica como la Historia tienen un buen n¨²mero de p¨¢ginas brillantes al respecto, pero, parafraseando a Jos¨¦ Donoso, poco se sabe del lugar a "donde van a morir los elefantes". Y, sin embargo, es algo extremadamente relevante por cuanto que puede dar pistas de gran valor tanto acerca de los motivos que subyacen en una persona para dedicarse a la pol¨ªtica, como de la calidad de un sistema pol¨ªtico a la hora de tratar a aquellos que funcionalmente lo sirvieron (?o se sirvieron de ¨¦l?). El final del camino de la vida pol¨ªtica es un excelente term¨®metro para evaluar, si es que lo ha habido, el cambio de status socioecon¨®mico de sus protagonistas o el mantenimiento de pautas de poder metainstitucional. Si estas circunstancias son aplicables para toda la clase pol¨ªtica en general, centrarlas en el v¨¦rtice del Poder Ejecutivo, en reg¨ªmenes presidencialistas, podr¨ªa considerarse como la quintaesencia de la reflexi¨®n sobre el destino de estos elefantes de la pol¨ªtica.
De Ch¨¢vez a Uribe, muchos presidentes latinoamericanos maniobran para seguir en el poder
En Am¨¦rica Latina se carece de una informaci¨®n sistem¨¢tica sobre el devenir de sus l¨ªderes cuando dejan el sill¨®n presidencial con respecto a los dos potenciales cambios reci¨¦n se?alados. Y es una pena que, como de tantas otras cosas, no haya una informaci¨®n transparente y f¨¢cilmente accesible para el conocimiento general. De hecho, algo relevante para la calidad de la pol¨ªtica tiene que ver con la constataci¨®n de que quien estuvo en el poder no utiliz¨® el mismo para un desaforado lucro personal o de su entorno inmediato, ni que una vez formalmente alejado ha logrado mantener controles pol¨ªticos de sus ep¨ªgonos o adl¨¢teres, paralelos a la vigente institucionalidad democr¨¢tica.
S¨ª que se sabe, sin embargo, que durante los pasados 30 a?os de Gobiernos democr¨¢ticos, un n¨²mero importante de presidentes han luchado legalmente, y en otros casos manipulado pol¨ªticamente, para permitir su reelecci¨®n en una inequ¨ªvoca b¨²squeda de seguir siendo elefantes. Se dir¨ªa que esa v¨ªa de continuidad es el principal eje conductor de la ambici¨®n personal o del inevitable arrastre que producen los efectos narcotizantes del poder.
Los menos han conseguido esquemas de reelecci¨®n indefinida (Hugo Ch¨¢vez), otros de reelecci¨®n con lapsos intermedios (como pretende en la actualidad Leonel Fern¨¢ndez, presidente dominicano que ya est¨¢ en su tercer mandato, y es hoy el caso del que se benefician ?scar Arias, Alan Garc¨ªa y Daniel Ortega, los tres en sus segundos periodos) y otros exploran f¨®rmulas alambicadas para conseguir sus prop¨®sitos (el m¨¢s conspicuo es ?lvaro Uribe, quien vuelve a forzar la institucionalidad colombiana para poder concurrir a las elecciones del pr¨®ximo a?o), sin olvidar a los casi reci¨¦n llegados cuyas intenciones van en la l¨ªnea de los primeros (Evo Morales y Rafael Correa). Eduardo Frei y Alberto Lacalle vislumbran posibilidades de retorno en diciembre pr¨®ximo. En general resulta dif¨ªcil dejar el poder presidencial. En este sentido, M¨¦xico se planta como el caso excepcional.
M¨¢s raro es que el destino sea un lugar institucionalmente menos valorado a priori como son las bancas del Poder Legislativo. Los ¨²ltimos tiempos proyectan cuatro casos: dos en Brasil, donde Fernando Collor de Melo y Jos¨¦ Sarney son senadores por los Estados de Alagoas y de Amap¨¢, respectivamente, lo que les sirve para mantener focos de poder estadual y no tanto ambiciones nacionales. A ellos, en el pasado, se sumaron Vinicio Cerezo en Guatemala y Roberto Suazo de Honduras. Los cuatro tuvieron en com¨²n el abandono de sus pretensiones presidenciales. Por consiguiente, la reciente decisi¨®n de N¨¦stor Kirchner de volver a ser diputado no es muy original en el panorama pol¨ªtico latinoamericano, aunque pueda traer consigo s¨ªntomas de un clamoroso fracaso. Todo ello, m¨¢s que una inequ¨ªvoca estrategia de supervivencia, no fue sino de retorno y de reivindicaci¨®n del clan (la manada).
Y fracaso, y algo m¨¢s grave, ha sido la actuaci¨®n de Mel Zelaya de intentar forjar una senda para su continuidad en la vida pol¨ªtica activa hondure?a. En un escenario donde ya estaban elegidos los candidatos de los dos tradicionales, y muy olig¨¢rquicos, partidos del pa¨ªs, propuso la celebraci¨®n de un irregular refer¨¦ndum en el que la ciudadan¨ªa fuera consultada sobre una reforma constitucional que, entre otros elementos, incorporara la reelecci¨®n presidencial. El desencadenamiento del golpe de Estado nos priv¨® de conocer c¨®mo habr¨ªa actuado en el poco probable caso de que hubiera tenido cierto apoyo popular en la consulta, sin por otra parte garant¨ªa procedimental alguna. Si su camino habr¨ªa sido el de los otros elefantes de la regi¨®n.
La senda latinoamericana de los elefantes, en todos estos casos, es un intento circular que pretende interrumpir el fluir del destino y mantener el goce del ejercicio del poder.
Manuel Alc¨¢ntara S¨¢ez es catedr¨¢tico y vicerrector de Relaciones Internacionales y Cooperaci¨®n de la Universidad de Salamanca.
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