Pelotazo a Cristiano
El portugu¨¦s resuelve un partido que el Madrid arranc¨® sin toque ni imaginaci¨®n
El Madrid resolvi¨® por la v¨ªa directa un partido que se le empezaba a complicar. No fue con un alarde de imaginaci¨®n, no fue buscando con el toque, ni elaborando de banda a banda, como el Madrid empez¨® a trabajarse la victoria. Fue con un pase largo -un pelotazo- de Pepe a Cristiano. El portugu¨¦s se desmarc¨® al espacio y Diawara, el l¨ªder de la defensa del Olympique, salt¨® para despejar sin tocar nada con la cabeza. Momento terrible para Diawara. Alegr¨ªa para Cristiano, que se vio en el foco de todas las miradas, solo ante el portero Mandanda. Como los grandes artistas del escenario, el delantero gan¨® en aplomo cuanto mayor atenci¨®n recib¨ªa. Dej¨® que el bal¨®n botase, amag¨® que lo picaba pero lo acomod¨® con la zurda, con elegancia, al palo corto. Mandanda se encontr¨® suspendido en el aire, maldici¨¦ndose, mientras el bal¨®n se le met¨ªa en el horno. Y as¨ª fue como se acab¨® el partido del Olympique, y empez¨® a respirar el Madrid, que hasta ese momento lo hab¨ªa vivido con tensi¨®n.
REAL MADRID 3 - OL. MARSELLA 0
Real Madrid: Casillas; Ramos (Garay, m. 72), Pepe, Albiol, Marcelo; Gago, Xabi Alonso, Guti; Kak¨¢ (Ra¨²l, m. 78), Benzema y Ronaldo (Higua¨ªn, m. 70). No utilizados: Dudek, Drenthe, Van der Vaart y Diarra.
Olympique de Marsella: Mandanda; Bonnart, Heinze, Diawara, Taiwo; Abriel (Rodr¨ªguez, m. 62), Mbia, Cheyrou; Lucho; Morientes (Brandao, m. 63) y Niang (Ben Arfa, m. 87). No utilizados: Kabor¨¦, Valbuena, Ciss¨¦ y Andrade.
Goles: 1-0. M. 58. Cristiano. 2-0. M. 61. Kak¨¢ de penalti. 3-0. M. 64. Cristiano.
?rbitro: Martin Hansson (Suecia). Amonest¨® a Mbia, Heinze y Rodr¨ªguez. Expuls¨® por doble amarilla a Diawara (M. 61).
Unos 70.000 espectadores en el estadio Santiago Bernab¨¦u.
Las pitadas recibidas en la Liga han hecho mella en la moral del equipo
Hay estadios que elevan a los equipos. El Bernab¨¦u no pertenece a esta categor¨ªa. El escenario suele ejercer una influencia inhibidora en los jugadores propios, que corren el riesgo de la censura inmediata, por la v¨ªa sumaria, a veces visceral. Este Madrid, que ha generado una expectaci¨®n enorme, no consigue la adhesi¨®n del p¨²blico, que se muestra indiferente a los resultados y atento a los defectos. Seis victorias consecutivas por goleada no han conmovido a la hinchada y los jugadores, muchos de ellos j¨®venes y reci¨¦n llegados, viven la experiencia con estupor. Las pitadas que han recibido en la Liga han hecho mella en la moral. Esto fue evidente contra el Olympique. El Madrid se mostr¨® titubeante. Empez¨® apoder¨¢ndose del bal¨®n pero, tras un impulso inicial, no tard¨® en perderlo, y en descomponerse. Lo que pareci¨® desorden, incoherencia, y ausencia de planes, fue, m¨¢s que un problema futbol¨ªstico, un defecto de confianza.
El Olympique no se preocup¨® por tener el bal¨®n. Se encontr¨® c¨®modo cediendo terreno, achicando los espacios frente a su ¨¢rea, y buscando salidas r¨¢pidas con Cheyrou y Lucho Gonz¨¢lez en busca de las galopadas de Niang al espacio. Las dificultades del Madrid no se revelaron cuando no tuvo la pelota. Al rev¨¦s, el equipo sufri¨® cuando se vio obligado a administrar el juego. Mientras el Olympique esper¨® replegado, el Madrid se mostr¨® lento en las transiciones y proclive a trasladar en exceso. Con Xabi en el eje, organizando las posesiones, la creaci¨®n correspondi¨® a Gago, a Guti, y a Kak¨¢. S¨®lo Guti ejerci¨® de enganche con verdadera lucidez. Por Guti empezaron a gestarse las jugadas m¨¢s ingeniosas del Madrid, pero el Olympique fue el que respondi¨® con m¨¢s peligro.
En ese tramo fue decisivo Casillas, que entr¨® en la pomada anticip¨¢ndose para despejar un pase medido de Mbia a Niang. El punta senegal¨¦s, un b¨²falo, se convirti¨® en una amenaza constante para la defensa del Madrid. Pero Casillas tuvo una de sus noches infalibles y el Madrid lo agradeci¨®. En la primera parte, coincidiendo con la p¨¢jara de sus compa?eros, el hombre desbarat¨® tres remates dif¨ªciles. Todos de Niang.
Confundido ante la doble l¨ªnea de marcadores que despleg¨® el Olympique para proteger a Mandanda, el Madrid opt¨® por la v¨ªa directa. Xabi, Guti y Sergio empezaron a buscar a Benzema con balones bombeados. Generalmente, ganaron los centrales rivales. El franc¨¦s se dej¨® perturbar por la ansiedad. Pidi¨® demasiado el bal¨®n al pie, y le cost¨® buscar los espacios cuando Cristiano logr¨® desbordar a sus oponentes. Alguien deber¨ªa explicarle que es en el segundo palo, y no en el primero, donde se pesca mejor.
A falta de otros argumentos, el Madrid se entreg¨® al pase largo y a los tiros de media distancia de Cristiano. Los jugadores del Olympique observaron el espect¨¢culo seguros de la profundidad de su trinchera. Cometieron el error de alejar la l¨ªnea de presi¨®n del terreno adversario, y concedieron demasiadas facilidades. Cristiano lo aprovech¨® para poner a prueba al portero. Guti y Kak¨¢, para asistir a Benzema. Pero no fue la noche del franc¨¦s.
El Madrid regres¨® tras el descanso sin aplacar su ¨¢nimo agitado. Pero se aferr¨® al bal¨®n largo y el recurso le proporcion¨® resultados. Tiene elementos para jugar as¨ª. Cristiano es un especialista por velocidad y capacidad de definici¨®n. Lo demostr¨® en el primer gol. En el segundo tambi¨¦n. Diawara se exasper¨® al verle penetrar en el ¨¢rea y le puso la planta en el tobillo derecho. El central vio la tarjeta roja. Mientras Ronaldo se retorc¨ªa de dolor, Kak¨¢ ejecut¨® el penalti. Cristiano estaba lesionado. Pero sigui¨® en el campo. Sigui¨® el tiempo suficiente para empujar el bal¨®n del tercer gol del Madrid, despu¨¦s de una jugada espl¨¦ndida. La clase de maniobra que se espera de jugadores as¨ª. A un toque, tirando paredes, se asociaron Guti, Ramos y Benzema, que resolvi¨® la trama pasando al punto de penalti para que Cristiano rematara.
Relajado, el Madrid es capaz de estas cosas.
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