Por la libertad de prensa en Italia
Ma?ana, 3 de octubre, hay convocada en Roma una manifestaci¨®n para denunciar el clima de persecuci¨®n que sufren los periodistas y los medios de comunicaci¨®n cr¨ªticos con el Gobierno de Berlusconi
Hoy, en Italia, cualquiera que decida expresar una cr¨ªtica al Gobierno y al primer ministro, sabe que deber¨¢ esperar no una opini¨®n opuesta, sino una campa?a que buscar¨¢ el descr¨¦dito total del que la exprese. Sabe que el precio para seguir desempe?ando una funci¨®n que consiste en hacer preguntas y expresar opiniones, le ser¨¢ exigido en su propia piel. E incluso quienes hayan firmado un llamamiento a favor de la libertad de informaci¨®n, deber¨¢n tener en cuenta que ese simple gesto podr¨ªa tener repercusiones que exceden a sus prop¨®sitos. Quienquiera que adopte una posici¨®n cr¨ªtica sabe que tendr¨¢ que esperar represalias. Por eso hoy, en Italia, libertad de prensa significa sobre todo libertad de que no te destruyan la vida. Libertad de no ser el objeto de miradas ambiguas, de no ver truncada de un d¨ªa para otro la propia trayectoria profesional por un simple acto de palabra.
En la Europa democr¨¢tica la prensa nunca tuvo que manifestarse a favor de la libertad de expresi¨®n
Un reportero no puede ser expuesto al chantaje de ver arrastrada por el fango su vida privada
A los ojos de la prensa internacional, a los ojos de sus lectores, Italia se muestra cada vez m¨¢s como un pa¨ªs en el que la lucha pol¨ªtica parece reducirse al conflicto en el ¨¢mbito privado; hasta el punto de que las m¨¢s altas jerarqu¨ªas de la Iglesia, incluso el Papa, se han visto obligadas recientemente a cerrar filas en torno al director de Avvenire, diario pr¨®ximo al Vaticano, al ser v¨ªctima, por sus opiniones cr¨ªticas, de un ataque que implicaba su presunta homosexualidad. Un pa¨ªs en el que, a pesar de verse profundamente afectado por ella, no se habla nunca ni de crisis econ¨®mica ni de las organizaciones criminales que producen el doble del Producto Interior Bruto del Estado.
Hoy en Italia hay un diario que se encuentra bajo denuncia por haber formulado preguntas, y ma?ana, 3 de octubre, tendr¨¢ lugar en Roma una gran manifestaci¨®n promovida por la Federaci¨®n Nacional de la Prensa Italiana. Una extra?a protesta para un Estado democr¨¢tico. En Europa nunca hab¨ªa sucedido que la prensa tuviera que manifestarse a favor de la propia libertad. Una rep¨²blica an¨®mala en el coraz¨®n de Europa occidental: as¨ª es como Italia, cada vez m¨¢s, se muestra a los ojos de quienes la miran desde fuera.
Es evidente que la situaci¨®n en Italia no puede ser comparada con la de muchos pa¨ªses en los que no existe una informaci¨®n libre. Entre nosotros, la libertad de prensa no vive la comprometida situaci¨®n de China, Cuba, Birmania o Ir¨¢n. Para nosotros, manifestarse o alzar la voz en defensa de la libertad de expresi¨®n quiere decir exigir que uno pueda hacer su trabajo sin ser atacado en el plano personal. Quiere decir denunciar un clima de amenaza que abarca 360 grados.
La responsabilidad requerida a las instituciones no es la misma que la que debe tener quien escribe y quien, en funci¨®n de su oficio, formula preguntas. No se hacen preguntas en nombre de la propia superioridad moral. Se hacen preguntas en nombre de la propia profesi¨®n y de la posibilidad de interrogar a la democracia. Un periodista se representa a s¨ª mismo, un ministro representa a la Rep¨²blica. La democracia existe en el momento en el que son respetados los papeles de ambos. Para un periodista, hacer preguntas o formular opiniones no es otra cosa que ejercer su funci¨®n y uno de sus derechos. Debe poder seguir trabajando serenamente, en el marco de un equilibrio de fuerzas que permita tambi¨¦n a la otra parte reaccionar con medidas no menos l¨ªcitas. Pero un ciudadano que desempe?a su trabajo no puede ser expuesto al chantaje de ver arrastrada por el fango su vida privada. Y una persona que hace preguntas no a un ciudadano privado, sino al jefe del Gobierno, no puede ser silenciada e incriminada por haber formulado simples y leg¨ªtimos interrogantes.
Y lo que hoy hay que preguntarse es: ?De verdad los electores de centroderecha pueden querer esto? ?Pueden considerar justo no s¨®lo el rechazo a responder a las preguntas, sino la incriminaci¨®n de esas mismas preguntas? ?Pueden sentirse c¨®modos cuando d¨ªa tras d¨ªa los ataques contra los adversarios pol¨ªticos siguen el modelo del fisgoneo en el ¨¢mbito privado? ?Pueden no ver c¨®mo la lucha entre una informaci¨®n, a menudo s¨®lo blandamente cr¨ªtica, y quien trata de amordazarla, es desigual e incorrecta tambi¨¦n en el plano de las relaciones del poder formal? ?Pueden no sentir espanto ante el escenario en el que, a riesgo de acabar todos en el fango, todos deslegitimados, un pa¨ªs ya agravado por mil problemas, encallado en los bajos de la crisis econ¨®mica, pueda arrastrarse m¨¢s y m¨¢s por la podredumbre, hasta la par¨¢lisis o hasta la disgregaci¨®n? ?De verdad quien haya votado por el centroderecha, crey¨¦ndolo leg¨ªtimamente m¨¢s pr¨®ximo a sus intereses o a sus convicciones, puede mirar con indiferencia o aprobaci¨®n esta avalancha que se abate sobre los mecanismos mismos que hacen que una democracia funcione? ?No siente que algo se est¨¢ perdiendo? El pa¨ªs se est¨¢ volviendo malvado. Conozco una tradici¨®n de conservadores que nunca hubieran aceptado una deriva semejante de las reglas. En estos a?os dif¨ªciles para mi, muchos electores de centroderecha, muchos electores conservadores, me han escrito y ofrecido solidaridad. He visto en mi tierra la alianza de militantes de derecha y de izquierda, unidos por el valor de querer combatir a cara descubierta el poder de los clanes. Bajo la bandera de la legalidad y del derecho, sentida profundamente como un valor compartido e inalienable. Es al tener en mente los rostros de estas personas y de tantas otras que me han testimoniado reconocerse en un Estado fundado en ciertos principios fundamentales, cuando de nuevo os pregunto: ?de verdad vosotros, electores del centroderecha italiano, quer¨¦is todo esto? Se equivoca quien os pida cambiar de ideas y de orientaci¨®n pol¨ªtica. Se trata, antes bien, de cambiar la actitud respecto a los modos y los m¨¦todos de quien os representa.
No es una cuesti¨®n de moral. No es sobre la elecci¨®n de su tipo de vida de lo que tenga que responder un pol¨ªtico a su pa¨ªs. Pero cuando se tienen responsabilidades institucionales, uno se convierte en objeto de chantaje, y es en ese plano, en el plano de las garant¨ªas por las acciones que se cumplan en el ¨²nico inter¨¦s del Estado, en el que quien ostenta un cargo p¨²blico est¨¢ llamado a rendir cuentas de su vida privada.
El chantaje al que un pol¨ªtico est¨¢ sometido es siempre peligroso, ya que el pa¨ªs tendr¨ªa necesidad de algo distinto, de atenci¨®n sobre otros problemas urgentes, de otras intervenciones. Adem¨¢s, hay otros aspectos que desde hace tiempo convierten a Italia en an¨®mala y m¨¢s fr¨¢gil que otras naciones democr¨¢ticas occidentales. En 2003, John Kerry, entonces candidato a la Casa Blanca, present¨® en el Congreso un documento con el t¨ªtulo de The New War, donde se indicaba a las tres mafias italianas como tres de los cinco elementos que condicionan el libre mercado mundial, cuantificando en 110 millardos de d¨®lares al a?o la monta?a de dinero que reciclan las mafias en Europa. Italia es el segundo pa¨ªs del mundo en hombres bajo protecci¨®n, despu¨¦s de Colombia. Y en Europa ostenta un r¨¦cord absoluto: en los ¨²ltimos tres a?os ha habido unos 200 periodistas intimidados y amenazados por sus art¨ªculos, muchos de los cuales han acabado bajo protecci¨®n. La escolta concedida a quien trabaja en el terreno de la informaci¨®n se da precisamente en nombre del principio de la libertada de expresi¨®n y de la libertad de prensa. Comparto el destino de estas personas en gran parte desconocidas o ignoradas por la opini¨®n p¨²blica, viviendo la condici¨®n de quien se encuentra f¨ªsicamente amenazado por aquello que ha escrito. Y comparto con ellos la experiencia de quien sabe lo peligrosos que son los mecanismos de la difamaci¨®n y del chantaje.
El jefe del c¨¢rtel de Cali, el narco Rodr¨ªguez Orejuela, dec¨ªa: "Eres aliado de una persona s¨®lo cuando la chantajeas". Un poder al tiempo chantajeable y chantajista, un poder que se sirve de la intimidaci¨®n no puede representar a una democracia fundada en el Estado de derecho. De nuevo, no se trata de un juicio moral o moralista, sino de una valoraci¨®n funcional. No es posible someterse a ciertos mecanismos o ejercerlos sin que todo el pa¨ªs se vea da?ado por ello.
Italia ha sabido superar pruebas enormes. N¨¢poles, mi ciudad, fue la m¨¢s bombardeada del Mediterr¨¢neo. De la miseria y de la destrucci¨®n, de las laceraciones de una guerra interna, de la humillaci¨®n de m¨¢s de medio mill¨®n de soldados deportados como traidores por los propios ex aliados. De todo esto, Italia fue capaz de alzarse como naci¨®n libre y democr¨¢tica. La Italia de la posguerra, la Rep¨²blica italiana, fue capaz de ganar batallas civiles, de afrontar unida el surgimiento del terrorismo pol¨ªtico interno, de crecer y convertirse en una potencia econ¨®mica entre las primeras del mundo. Y si es cierto que Italia nunca se ha visto privada de zonas de sombra ni inmune a la corrupci¨®n, si es cierto que ello ha contribuido a hacerla m¨¢s permeable al crecimiento de las mafias y a la acci¨®n de otras fuerzas subterr¨¢neas, tambi¨¦n es cierto que en el choque de poderes y facciones siempre ha conservado ese m¨ªnimo respeto a las reglas que hasta ahora ha salvaguardado a todos sus ciudadanos. Quien, como yo, sabe c¨®mo funciona un mundo basado en el ejercicio de un poder para el que todo es l¨ªcito, se da cuenta de que, derribados determinados diques, ya no hay garant¨ªa alguna de que la riada del arbitrio lo arrolle todo en poco tiempo. Pero creo, o mejor dicho deseo, que tambi¨¦n esta vez conseguiremos superar nuestras divergencias y demostrar que somos capaces de dar lo mejor de nosotros cuando est¨¢n en juego intereses comunes y principios compartidos.
Y creo, asimismo, que la manifestaci¨®n por la libertad de prensa que tendr¨¢ lugar en Italia ma?ana no le ata?e s¨®lo a mi pa¨ªs. Creo que ser¨¢ una ocasi¨®n para sensibilizar a la opini¨®n p¨²blica contra el peligro que, por la palabra escrita, tambi¨¦n fuera de aqu¨ª se pueda tener que pagar con la reputaci¨®n y la serenidad indispensables para hacer informaci¨®n. La manifestaci¨®n no tendr¨¢ solamente un car¨¢cter nacional, ni un preciso color pol¨ªtico. Por eso invito a que se adhieran a ella todos los periodistas que no se consideren de izquierda pero que creen que hoy la libertad de prensa significa saberse amparados del riesgo de la agresi¨®n personal, una condici¨®n que deber¨ªa estar garantizada para todos.
Quisiera que el 3 de octubre record¨¢semos plenamente cu¨¢l es el valor de la libertad de prensa. Quisiera que todos aquellos que acudan a manifestarse lo hicieran tambi¨¦n en nombre de quienes en Italia o en el mundo han pagado con su vida por lo que han escrito y hecho al servicio de una informaci¨®n libre. En nombre de Christian Poveda, asesinado recientemente en El Salvador por haber dirigido un reportaje sobre las maras, las feroc¨ªsimas bandas centroamericanas que hacen de bisagra del gran narcotr¨¢fico entre el sur y el norte del continente. En nombre de Anna Politovskaya y de Natalia Estemirova, asesinadas en Rusia por sus batallas sobre Chechenia. En nombre de Peppino Impastato, Giuseppe Fava y Giancarlo Siani, acallados por mafia y camorra, y difamados antes y despu¨¦s de su muerte.
Para que en cualquier pa¨ªs democr¨¢tico no vuelva a suceder que expresarse sobre lo que ocurre pueda significar tener que pagar con el alma, con el cuerpo, con la sangre.
Esa es la libertad de prensa.
Roberto Saviano, escritor italiano, es autor de Gomorra. ? 2009 by Roberto Saviano. Publicado con autorizaci¨®n de la agencia Roberto Santachiara. Traducci¨®n de Juan Ram¨®n Azaola.
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