Abrir las fosas cura
El 'caso Lorca' recuerda el miedo de algunas familias a recuperar a sus muertos - Pero, superados los fantasmas, llega el alivio
La tierra no bendecida y los fantasmas tienen en estos ¨²ltimos tiempos un gran poder de convocatoria. Espa?a, un pa¨ªs donde seg¨²n los c¨¢lculos m¨¢s suaves, todav¨ªa existen 120.000 muertos en fosas y cunetas esperando sepultura, vive en las ¨²ltimas semanas un estado de nervios exaltado. Faltan pocos d¨ªas -los que estime el juez tras ver alegaciones- para que se remueva en Alfacar (Granada) la tierra donde descansa el gran s¨ªmbolo de la represi¨®n, Federico Garc¨ªa Lorca. Cuando las excavadoras y los equipos t¨¦cnicos hurguen en el suelo donde, seg¨²n todas las investigaciones de peso, se hallan sus restos junto a los de tres v¨ªctimas m¨¢s -los banderilleros Francisco Galad¨ª y Joaqu¨ªn Arcollas y el maestro de escuela Di¨®scoro Galindo- lo m¨¢s probable es que al miedo, a la reserva, a las dudas y a la emoci¨®n las sustituya otra sensaci¨®n poderosa: el alivio.
En Espa?a todav¨ªa hay 120.000 muertos en hoyos y cunetas esperando sepultura
"No he visto ninguna reacci¨®n rencorosa, de revancha", dice un antrop¨®logo
Antes de la liberaci¨®n los familiares han sufrido la culpa, la injusticia
La Ley de Memoria Hist¨®rica no ha sido contundente, seg¨²n algunos expertos
El 'caso Lorca' es dif¨ªcil porque es un s¨ªmbolo, pero hay ejemplos similares
Se ha podido probar que es mejor vivir con la verdad que con el silencio
Hasta ahora, en el caso de Lorca, lo que reina es la confusi¨®n. El lunes, la familia har¨¢ un nuevo comunicado ante la siguiente fase del proceso. Es urgente saber qu¨¦ har¨¢n con los restos. C¨®mo enterrar¨¢n el cad¨¢ver una vez recuperado. C¨®mo resolver¨¢n asuntos sobre los que todo el mundo se plantea preguntas: las que despierta el gran s¨ªmbolo universal de la represi¨®n franquista. Laura Garc¨ªa Lorca, sobrina carnal del poeta, remite al lunes. "Con la apertura de la fosa, se abre un nuevo ciclo y la semana que viene anunciaremos cu¨¢l es nuestra posici¨®n", asegura. Tambi¨¦n anunciar¨¢n las alegaciones presentadas ayer al proceso de exhumaci¨®n.
Quienes durante toda la ¨²ltima d¨¦cada llevan comprobando sobre el terreno las reacciones y el comportamiento de los familiares de aquellos represaliados durante la Guerra Civil y el Franquismo, lo saben: tras el horror, casi inmediatamente, llega una especie de paz interior. No es una descripci¨®n literaria. Es una constataci¨®n cient¨ªfica. Lo han comprobado a pie de fosa los que han pasado casi una d¨¦cada levantando aquellas tumbas indignas, sin nombre, y en muchos casos humilladas hasta el sacrilegio. Aquellos que han dado el ¨²ltimo gran impulso a la recuperaci¨®n de la memoria sangrienta del siglo XX.
As¨ª lo ve Francisco Ferr¨¢ndiz, antrop¨®logo e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), que desde 2003 ha presenciado y levantado acta testimonial de 20 exhumaciones p¨²blicas. "Se vive una tremenda tensi¨®n previa, pero despu¨¦s, aparece la paz, el alivio y algo casi m¨¢s importante: no he presenciado ninguna reacci¨®n rencorosa, de revancha, sencillamente, todos quieren enterrar con dignidad a sus muertos", asegura Ferr¨¢ndiz.
Tambi¨¦n lo relata de esa forma Guillermo Fouce, miembro de Psic¨®logos Sin Fronteras, testigo desde 2003 de 60 desenterramientos: "Estos procesos, bien llevados, cierran heridas. Son terap¨¦uticos. No hay signos de odio, ni de rabia, ni deseos de venganza", asegura.
?Qu¨¦ hay de los discursos contrarios a eso? ?De los que claman que no conviene hurgar en el pasado, que a nadie le interesa, que no trae nada bueno? "Sencillamente, todos esos argumentos son mentira", concluyen los dos. Pero no s¨®lo se produce eso en Espa?a. Priscilla Hayner, autora de Verdades innombrables (Fondo de Cultura Econ¨®mica), un libro que acaba de aparecer y que cuenta la experiencia de la autora en procesos de recuperaci¨®n de la memoria de la represi¨®n en 21 pa¨ªses del mundo, insiste en lo mismo. "Sobre todo, en aquellos lugares con fuertes ra¨ªces religiosas, principalmente cristianas, donde la muerte cuenta con un fuerte ritual, he observado esas reacciones. Aunque el miedo a remover las cosas es algo profundo".
Sin embargo, todos estos procesos deben hacerse, seg¨²n Hayner, con una m¨¢xima. "Con el respeto absoluto a las v¨ªctimas por encima de cualquier cosa. Los procesos de recuperaci¨®n de la memoria y de justicia transacional son algo nuevo, que se est¨¢ construyendo, pero tratan ni m¨¢s ni menos que de devolverles la dignidad a todos los que sufrieron represi¨®n, de repararlos", afirma la autora.
Antes del alivio, como dice Heyner, hay que negociar con el miedo. Antes del desahogo y de la liberaci¨®n, los familiares de las v¨ªctimas han experimentado hasta sus ¨²ltimas consecuencias la culpa, la injusticia, la impunidad de los asesinos. No es f¨¢cil reaccionar contra eso. Sus muertos no son muertos. Son una especie de fantasmas que en cualquier momento pueden reaparecer, como le ocurri¨® a Esther Montoto.
Fue un caso que impresion¨® a Emilio Silva, uno de los l¨ªderes de este proceso, responsable de la Asociaci¨®n para la Recuperaci¨®n de la Memoria. "Aquella mujer se present¨® en Aranda de Duero cuando anunciamos que abrir¨ªamos all¨ª una fosa en la que supuestamente estaba su padre. Cuando le pregunt¨¦ c¨®mo es que hab¨ªa venido desde Estados Unidos, me dijo: 'Cada vez que escuchaba el timbre de la puerta de mi casa me sobrecog¨ªa y pensaba: es ¨¦l. Me ha encontrado".
Resulta algo muy com¨²n. Medido y meditado por la represi¨®n. Toda una t¨¦cnica de amedrantamiento propia del caso espa?ol, tal y como lo ha estudiado Ferr¨¢ndiz. "Las fosas son secretos p¨²blicos. En los pueblos, la gente sabe a qui¨¦n se mat¨®, c¨®mo y d¨®nde est¨¢n enterrados. Haci¨¦ndolo c¨®mo lo hac¨ªan, acudiendo a las casas, sac¨¢ndolos a la fuerza y dispar¨¢ndolos en lugares cercanos, donde se o¨ªan las ejecuciones, fomentaban el miedo. As¨ª quedaban en un limbo. Eran cuasi desaparecidos. Fueron expulsados de la comunidad de los vivos, pero tambi¨¦n de la de los muertos".
Resulta todo un drama para las generaciones posteriores. Muchos han vivido en la ignorancia y quienes experimentaron el trauma, callan. "Por eso, los antrop¨®logos tambi¨¦n ayudamos a crear un lenguaje para que acepten lo que pas¨®", asegura Ferr¨¢ndiz. La t¨¦cnica es montar una mesa cerca del enterramiento, mostrarse dispuesto a escuchar cada historia y registrarla documentalmente. Muchas se cuentan por primera vez. Es dif¨ªcil dar el paso del silencio a la palabra. "Muchas veces, es dif¨ªcil encontrar las expresiones correctas", afirma Ferr¨¢ndiz.
Algo que ayude a aceptar ese espacio ajeno a la vida y a la muerte. Un lugar extra?o del que tienen todo el derecho a salir con el apoyo del Estado. En eso, quienes trabajan sobre el terreno en estos asuntos, creen que todav¨ªa existe un desamparo escandaloso. "La ley de memoria hist¨®rica no ha sido suficientemente contundente", cree Ferr¨¢ndiz. "El modelo de subcontratas es lamentable, da lugar a que se hagan muchas chapuzas, recuperaciones de restos de los que nadie se responsabiliza. De eso, al no estar bien regulado, tiene la culpa el Estado".
No se espera que sea as¨ª en el caso del cad¨¢ver de Lorca y las v¨ªctimas que lo acompa?an. Desde hace meses, un equipo de la Universidad de Granada comandado por el forense Miguel Botella espera la orden de intervenir. Todo est¨¢ preparado. La familia busca garant¨ªas de privacidad, pero ser¨¢ dif¨ªcil. Las dudas sobre sus posiciones y los desencuentros con las otras familias y las asociaciones de Memoria Hist¨®rica han caldeado el ambiente.
Pocos entienden las evasivas y los recelos. Aunque comprenden lo dif¨ªcil que puede resultar gestionar un s¨ªmbolo as¨ª con la cabeza fr¨ªa. Pero hay algo en lo que familia y expertos est¨¢n de acuerdo. "El inter¨¦s medi¨¢tico ha sido fundamental en todo este ¨²ltimo periodo. La exhumaci¨®n del cad¨¢ver del poeta ser¨¢ un pico de inter¨¦s en el proceso dif¨ªcil de superar. A partir de ah¨ª, caer¨¢. S¨®lo podr¨¢ volver a impactar en la opini¨®n con alguna acci¨®n en El Valle de los Ca¨ªdos, pero eso no lo veo a corto plazo", pronostica Ferr¨¢ndiz. La iniciativa aprobada esta semana en las cortes, que acuerda la creaci¨®n de un censo sobre quienes all¨ª reposan, abre una puerta a las familias de las decenas de miles de republicanos enterrados all¨ª. Lo mismo opina Emilio Silva en cuanto al inter¨¦s de la opini¨®n p¨²blica. Aunque en el caso de Lorca, pese a que teme que se enfr¨ªe el proceso, "es alguien que merece un funeral de Estado". Pero, ?qu¨¦ se har¨¢ con sus restos fuera de la fosa?
Solventar las dudas de su asesinato ser¨ªa tambi¨¦n conveniente por parte de la familia. Hasta ahora se negaban a buscar sus restos porque dec¨ªan que representaba un s¨ªmbolo arropador para todos los que descansan all¨ª y en el barranco de Viznar. Tem¨ªan tambi¨¦n que una vez aclarado su asunto, se acabara todo el inter¨¦s sobre las dem¨¢s v¨ªctimas, como ha explicado Laura Garc¨ªa Lorca.
Pero para otros es preferible ahuyentar teor¨ªas escabrosas, esclarecer la terrible verdad con el cad¨¢ver en manos de los forenses y los cient¨ªficos. "Existen bulos, tergiversaciones, leyendas que es preciso aclarar. Lo primero si est¨¢ realmente all¨ª. ?Alguien puede pensar que sea normal que no sepamos d¨®nde se halla el mayor s¨ªmbolo de la locura de la guerra?", pregunta Ian Gibson. ?l firm¨® la investigaci¨®n sobre el asesinato que ha servido como referencia mundial durante 40 a?os y no comprende c¨®mo la familia no ha liderado el proceso de recuperaci¨®n de la memoria con el estandarte del poeta. Hoy es el d¨ªa en que, por la actitud reacia que muestran los Lorca, Gibson duda. "Tiendo a pensar que est¨¢ d¨®nde me llev¨® en su d¨ªa Manuel Castilla Blanco [el enterrador del poeta]. Pero hay muchas cuestiones en el aire", asegura. Por lo pronto, en el examen previo que han hecho estos d¨ªas los georadares, han comprobado que la tierra ha sido removida en ese lugar.
Tratar con un s¨ªmbolo es muy complicado. Pero es algo que se ha hecho con naturalidad y tino en el caso de V¨ªctor Jara, por ejemplo. Lo sabe muy bien Francisco Echeverr¨ªa, profesor titular de medicina forense del Pa¨ªs Vasco, el hombre que ha realizado un examen minucioso al cad¨¢ver del cantautor chileno asesinado por Pinochet. En Chile se ha abierto una investigaci¨®n judicial y un proceso que se est¨¢ llevando a cabo con total normalidad. Echeverr¨ªa est¨¢ a punto de entregar su informe sobre Jara al juez. No ve por qu¨¦ no se puede abrir un proceso igual con Lorca.
"Comprendo que es complicado, pero es necesario convencer a la familia de que su caso es de inter¨¦s p¨²blico y no s¨®lo privado", afirma. Multitud de procesos han probado que es mejor convivir con la verdad antes que con el silencio. No es tan simple como reabrir heridas. "Como m¨¦dico, la met¨¢fora me sirve. Las heridas que se reabren es que est¨¢n mal curadas. Lo que hay que hacer es cerrarlas de una vez, pero bien", asegura el forense.
El deseado censo del Valle de los Ca¨ªdos
De los m¨¢s de 30.000 muertos que yacen en el Valle de los Ca¨ªdos, las familias s¨®lo conocen con certeza el nombre de de dos: Francisco Franco y Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera. ?Y el resto? Puede que la identidad de los dem¨¢s, de la gran fosa tambi¨¦n sin nombre, empiece a ser una clara realidad a partir de los pr¨®ximos seis meses. Esta semana el Congreso a iniciativa de ICV-IU-ERC y de Nafarroa Bai y con la voluntad del Grupo Parlamentario Socialista ha aprobado una resoluci¨®n no de ley que permitir¨¢ a los familiares reclamar restos y conocer sus identidades a quien lo desee.
Habr¨¢ sorpresas, comenta Emilio Silva, responsable de la Asociaci¨®n para la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica. De las 10.500 reclamaciones con las que contamos nosotros, muchos cuerpos pueden estar ah¨ª. Hemos hecho exhumaciones en las que los familiares cre¨ªan que iban a encontrar a los suyos y no estaban. Probablemente fueron trasladados all¨ª.
Ocurri¨® en toda Espa?a. Durante 17 a?os entre 1940 y 1957 se construy¨® aquel monumento a base de trabajos forzados de presos republicanos. Fue una operaci¨®n de imagen para el r¨¦gimen, afirma Silva. El franquismo comenzaba a abrirse internacionalmente y el dictador decidi¨® enterrar a miembros de los dos bandos juntos. Por eso recuper¨® varios cad¨¢veres de las fosas que hoy contin¨²an sin nombre por toda Espa?a, aunque no baj¨® la guardia y el mismo d¨ªa de la inauguraci¨®n afirm¨®: La antiespa?a fue vencida y derrotada pero no est¨¢ muerta. Nuestra guerra no fue una contienda civil m¨¢s, sino una verdadera cruzada, clam¨®.
Se desconocen sus identidades. No son p¨²blicas. Aunque deben estar registrados en el Archivo General de la Administraci¨®n y en la Abad¨ªa del monasterio. Es crucial cruzar los datos que hay all¨ª, no p¨²blicos, con los que disponemos nosotros para ayudar finalmente a las familias que deseen conocer qu¨¦ ha sido de los suyos, afirma.
Aunque uno de los casos pendientes de tratar por el proceso de memoria hist¨®rica es precisamente qu¨¦ hacer con el Valle de los Ca¨ªdos. Para muchas v¨ªctimas y familiares del bando vencido, resulta un aut¨¦ntico insulto. Es un lugar conservado con los impuestos de los derrotados, no lo olvidemos, asegura Silva. Un sitio sin paz sobre el que pende una cuenta por resolver.
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