Sebasti¨¢n Castella, por la puerta grande

La tarde fue en exclusiva de Sebasti¨¢n Castella. Estuvo a la altura del mejor toro de la tarde, el tercero, Ventanero de nombre, de 536 kilos de peso, bravo y noble, que mereci¨®, aunque no se lo concedieron, los honores de la vuelta al ruedo, y ratific¨® su ambici¨®n de triunfo ante el sexto, de m¨¢s corto recorrido, al que domin¨® con un valor encomiable. A Castella se lo llevaron con todo merecimiento por la puerta grande.

Y entre muestras de disconformidad se marcharon por donde hab¨ªan venido los artistas del cartel, Aparicio y Morante -el "culpable", quiz¨¢, del llenazo que registr¨® la plaza-, pero ni uno ni otro tuvieron oponentes para el lucimiento de sus tauromaquias. Lo intentaron ambos, alg¨²n detalle hizo albergar esperanzas -una media de Aparicio, y unas ver¨®nicas esbozadas de Morante-, pero no cuaj¨® nada porque el aplomo de unos toros y las asperezas de otros lo impidieron.

A¨²n estamos a tiempo, no obstante, de coger a Castella en la calle de Alcal¨¢, vitoreado con todo merecimiento por la multitud. Fue el suyo un triunfo ganado a pulso por su disposici¨®n absoluta hacia el triunfo, por su decisi¨®n manifiesta desde que se abri¨® de capa en su primero, por su ambici¨®n y por su valent¨ªa. No es Castella un torero de pellizco artista, pero ayer fue un torerazo, y con tal motivo entusiasm¨® a la plaza y la conmovi¨® con un toreo arrebatador y arrollador, intenso y emotivo.

Vean, si no... A ese buen tercer toro, que hizo una salida insulsa, que derrib¨® en la primera vara y acudi¨® con alegr¨ªa a la segunda, le hizo un quite por ajustadas chicuelinas. Largo fue el galope de Ventanero en banderillas, y all¨¢ se lucieron Curro Molina y Jos¨¦ G¨®mez Fern¨¢ndez. Brind¨® Castella al p¨²blico y cit¨® desde el centro del anillo y el resultante fue una tanda de tres pases cambiados por la espalda, tres derechazos, un recorte con la izquierda y un pase de pecho que fue todo un monumento a la ligaz¨®n.

Con la muleta en la izquierda aprovech¨® el buen viaje del toro para trazar dos largas y hondas tandas de naturales hermosos que pusieron la plaza a reventar. Baj¨®, quiz¨¢, de tensi¨®n la faena con la muleta en la derecha, pero Castella dio, entonces, toda una lecci¨®n de poder, de dominio, de seguridad... Hundi¨® las zapatillas, se pas¨® una y otra vez los pitones por los bordados y emocion¨® a todos con el valor de la quietud. Le concedieron las dos orejas a pesar de que la espada cay¨® defectuosa porque fue la suya una faena intensa, maciza y apasionante. Hubo menos toreo en el sexto, pero la misma ambici¨®n de triunfo y el mismo desprecio a su integridad f¨ªsica. ?Honor y gloria a un gran torero...!