Emisarios de Millet ofrecen sobornos para encubrir el esc¨¢ndalo del Palau
Un auditor rehus¨® colaborar a cambio de recibir dinero en una cuenta suiza
El entorno de F¨¨lix Millet est¨¢ dispuesto a hacer lo que sea para salvarle el pellejo. Emisarios del ex presidente de la Fundaci¨®n Orfe¨® Catal¨¤ han tratado, sin ¨¦xito, de sobornar al menos a uno de los interventores de las cuentas del Palau. Los mensajeros pretend¨ªan infiltrar a un topo dentro del equipo fiscalizador para que ayudase a los acusados a encubrir el esc¨¢ndalo, bien destruyendo pruebas, bien inform¨¢ndoles del curso de las investigaciones, seg¨²n revelaron a este diario fuentes conocedoras de los hechos.
El intento de soborno se produjo poco antes de que Millet confesara, en una carta remitida al juez, que se hab¨ªa apropiado de 3,3 millones de euros del Palau. La cantidad no coincide con el fraude calculado por los auditores (superior a 10 millones), aunque el objetivo era evidente: eludir la prisi¨®n preventiva por la v¨ªa del arrepentimiento y la restituci¨®n (parcial) del da?o.
Gemma Montull destruy¨® papeles en el Palau despu¨¦s del registro policial
Semanas antes, intermediarios que dijeron trabajar a las ¨®rdenes del ex presidente de la fundaci¨®n propusieron al menos a uno de los auditores del Palau que pusiese precio a su lealtad a los nuevos gestores. El dinero ser¨ªa ingresado, seg¨²n detallaron los comunicantes, en una cuenta opaca en Suiza. Las pesquisas en el Palau han permitido rastrear un centenar de cuentas bancarias y se han hallado movimientos sospechosos en 10 de ellas: las que Millet y su lugarteniente -Jordi Montull, ex director administrativo de la fundaci¨®n- empleaban presuntamente para el desv¨ªo de fondos. En una de esas cuentas, domiciliada en una entidad helv¨¦tica, se ingresaron cerca de dos millones de euros.
El ¨²nico auditor que ha confesado a sus superiores haber recibido esta oferta ha renunciado, por falta de pruebas, a presentar denuncia. Sin embargo, la fiscal¨ªa y las autoridades policiales han conocido, de forma indirecta, el trapicheo de los emisarios de Millet, que pretend¨ªan embarrar as¨ª la nueva etapa de la instituci¨®n musical m¨¢s emblem¨¢tica de Catalu?a.
Esta fallida compra de voluntades indica el grado de hostigamiento que est¨¢n sufriendo los nuevos gestores del Palau. Pero no es el ¨²nico indicio. Fuentes pr¨®ximas al flamante director general, Joan Llinares, confirman que ha recibido amenazas de muerte mediante llamadas telef¨®nica y que tanto ¨¦l como Mariona Carulla, nueva presidenta del Orfe¨®, han sido objeto de seguimientos. Estos hechos, puestos en conocimiento de los abogados del Palau, tambi¨¦n han llegado a o¨ªdos de la fiscal¨ªa, que est¨¢ con la manos atadas porque no se ha formalizado denuncia alguna. El nuevo equipo, en todo caso, se vio obligado a contratar a una empresa privada de seguridad.
Al llegar al Palau, los auditores asistieron a una obra de nepotismo coral: la entidad estaba tomada por familiares y fieles al t¨¢ndem Millet-Montull. Algunos trabajadores ni siquiera dirig¨ªan la palabra a los reci¨¦n llegados.
La resistencia de los clanes familiares a abandonar la instituci¨®n ha sido numantina. Millet forz¨® la m¨¢quina y, cuando acept¨® irse, quiso dejar a un hombre de su confianza al frente de la nave. Su hija Clara dimiti¨® hace s¨®lo unos d¨ªas como responsable del departamento internacional de la entidad. Y a Gemma Montull, ex directora financiera, tuvieron que imponerle un despido disciplinario. No es s¨®lo obcecaci¨®n; tambi¨¦n es una estretegia defensiva: a finales de julio, pocos d¨ªas despu¨¦s de que los Mossos d'Esquadra registraran el Palau, Gemma fue sorprendida en su despacho destruyendo documentos con la ayuda de cuatro m¨¢quinas trituradoras de papel.
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