Trabajo y pensi¨®n

M¨¢s de la mitad de las personas en situaci¨®n de dependencia que recibe una ayuda ha optado por la prestaci¨®n econ¨®mica para la atenci¨®n en el entorno familiar, ofrecida por cuidadores no profesionales. Por un lado, parece evidente que la escasez de centros y servicios adecuados es una de las causas que hacen m¨¢s apetecible la ayuda econ¨®mica. Y, por razones culturales, muchas familias se sienten en la obligaci¨®n de cuidar a los suyos a¨²n a costa de importantes sacrificios personales.

Es necesario conjugar el respeto a esta opci¨®n con la profesionalizaci¨®n de los cuidados. Establecer v¨ªnculos entre la tarea de los familiares y los servicios que recoge la ley. Es decir, complementar los cuidados en casa con estancias temporales en residencias, centros de d¨ªa y con servicios de ayuda a domicilio profesionales.

Si entre los cuidadores familiares s¨®lo un 36% est¨¢ dado de alta en la Seguridad Social, es f¨¢cil deducir que la mayor¨ªa tiene otro trabajo o bien es pensionista. En el primer caso estar¨ªamos hablando de personas que ponen en riesgo su estabilidad laboral por compaginarla con los cuidados al familiar. En el segundo, estamos ante pensionistas y jubilados que asumen una carga que conlleva desgastes emocionales y f¨ªsicos.

Desde el profundo respeto a la libre decisi¨®n de las personas, hay que pensar en los l¨ªmites que tiene la sobrecarga f¨ªsica y psicol¨®gica para los cuidadores familiares. Quiz¨¢ se deba revisar el que los pensionistas asuman de manera exclusiva el papel de cuidadores, sin unos apoyos contundentes. Tienen derecho a disfrutar de una convivencia agradable con atenciones profesionales en su entorno.

Y se impone reflexionar sobre la generaci¨®n de empleo que se preve¨ªa con esta ley y que no tendr¨¢ lugar, a la vista de los datos.

Jos¨¦ Manuel Ram¨ªrez preside la Asociaci¨®n Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales.