Europa ten¨ªa tetas
En los ¨²ltimos tiempos se tropieza una a menudo con im¨¢genes de esas tres supervivientes del cine europeo -espero que sigan bien pimpantes cuando lean ustedes esta columna- que son Brigitte Bardot, Sof¨ªa Loren y Claudia Cardinale. No creo que la letra impresa referida a ellas genere en las j¨®venes generaciones noci¨®n alguna acerca de la impresi¨®n -redundo, luego existo- que su aparici¨®n despert¨® en mis coet¨¢neos. Aquellos escotes latinos florecieron de repente entre nuestros reclinatorios y permitieron, por ejemplo, que se afirmara entre nosotros la expresi¨®n corporal de aquella Emma Penella de Fedra y de El verdugo.
Alcanzaron el ¨¦xito, por suerte para ellas, antes de que la democratizaci¨®n de la moda que empez¨® en la segunda mitad de los sesenta del pasado siglo decretara que las mujeres de las clases populares tambi¨¦n ten¨ªan derecho a ser anor¨¦xicas como las modelos Twiggy y Jean Shrimpton, brit¨¢nicas que hab¨ªan reaccionado a las carest¨ªas de la posguerra cerrando la boca, mientras que, en el continente, las mujeres persegu¨ªan desesperadamente a los hombres ricos tanto como a los bocadillos de mortadela.
"Estas tres actrices que hoy gloso ten¨ªan pechos, caderas, culo y desparpajo"
Estas tres actrices que hoy gloso ten¨ªan pechos, caderas, culo; ten¨ªan desparpajo y ofrec¨ªan sexo indudablemente femenino desde la punta del cardado hasta la u?a nacarada del dedo gordo del pie izquierdo. Estaban llenas de vida, como la Europa continental y, sobre todo, meridional de entonces que, d¨¦cada y pico despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial, alimentaba esperanzas de futuro, de reconstrucci¨®n, de paz. Entre la devastaci¨®n que ya empezaba a escampar, los bustos de estas mujeres se levantaban como las pir¨¢mides. Representaban el seno materno y, adem¨¢s, estaban hambrientas. De ¨¦xito, de amor, de vida.
Bardot nunca fue una actriz. De las tres, es la que tiene en su haber las peores pel¨ªculas, mientras que Cardinale -que cabalg¨® entre la comedia costumbrista y el melodrama viscontiano- cuenta con un inmejorable curr¨ªculo, desarrollado en los tiempos en que el cine europeo era tambi¨¦n inmejorable. Bardot representaba a la ni?a salvaje, sexualmente precoz. Hablaba directamente a la bragueta de los hombres, pero cualquier realizador con dos dedos de talento -a Louis Malle le pas¨®, en Vida privada- lo perd¨ªa provisionalmente mientras Brigitte estaba a sus ¨®rdenes. S¨®lo Roger Vadim, mediocre donde los haya, le dio forma como ninfa-devoradora de hombres, y s¨®lo el viejo cuco de Clouzot le arranc¨® una interpretaci¨®n vagamente cre¨ªble, en La v¨¦rit¨¦. Pero qu¨¦ gran placer fue siempre contemplarla, tan hermosa y tan libre, descalza y amoral.
Sof¨ªa Loren -y por eso es la m¨¢s rimbombantemente respetada de las tres- se decant¨® por el atlantismo desde el principio. Pasada su ¨¦poca frescachona, y afianzada su sociedad matrimonial con el productor Carlo Ponti, la Loren adelgaz¨®, abandon¨® la autenticidad napolitana que la distingu¨ªa y reconstruy¨® su imagen a la medida de la italianidad que Hollywood era capaz de asimilar. Es decir, poca, pero muy sobreactuada. En aquella ¨¦poca, las italianas que trabajaban en Estados Unidos hac¨ªan tambi¨¦n de ni?eras -como har¨ªa Pen¨¦lope cuando les llegara la hora a las inmigrantes de habla hispana-, pero ten¨ªan la suerte de que, en el reparto de papis viudos, les tocara Cary Grant. Sof¨ªa jug¨® sus cartas bien, y ah¨ª est¨¢. Loor y gloria.
En cuanto a Cardinale, el cine ha dado pocas mujeres tan hermosas, tan carnales, tan luminosas, tan heridas. La chica con la maleta cargar¨¢ para siempre con el amor de una generaci¨®n. En Vaghe Stelle dell'Orsa, su entrecejo se frunc¨ªa hasta hacernos da?o: ten¨ªa la pobre un destino de hermana incestuosa con el bobo de Jean Sorel. Nunca olvidaremos su aparici¨®n en El gatopardo, a la hora de la cena, en la casona donde los arist¨®cratas est¨¢n aprendiendo a cambiar un poco para que nada cambie. Ver a Claudia y contener el aliento era todo uno.
Brigitte ven¨ªa de la burgues¨ªa convencional e hizo siempre lo que le vino en gana; m¨¢s que subvertir, elev¨® el capricho a la categor¨ªa de tentaci¨®n. Sof¨ªa hab¨ªa corrido por las calles de Pozzuoli?pidiendo chicles a los libertadores USA. Claudia naci¨® en T¨²nez en los tiempos del rid¨ªculo neocolonialismo mussoliniano. Las tres son conservadoras cuando no directamente reaccionarias, como en el caso de la lepenista Bardot, aunque se dedican a las causas pol¨ªticamente correctas.
Como Europa, aproximadamente.
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