Hay arte m¨¢s all¨¢ del 'boom'
La feria Frieze muestra en Londres signos de vitalidad y optimismo en el futuro de la creaci¨®n, pese a que las ventas de piezas contempor¨¢neas caen un 80%
"Menos tambi¨¦n puede ser m¨¢s". El resumen valdr¨ªa para definir el esp¨ªritu con el que coleccionistas, marchantes, cr¨ªticos, y en general aficionados del arte contempor¨¢neo han encarado la cita anual de la feria internacional Frieze en Londres, una de las m¨¢s importantes del mundo. La mala noticia es que su s¨¦ptima edici¨®n est¨¢ marcada por el impacto de la crisis econ¨®mica. La buena, que tambi¨¦n est¨¢ m¨¢s volcada en atribuir al talento su justo valor.
Hace un a?o de la ¨²ltima vez,pero se dir¨ªa que ha transcurrido un siglo. Doce meses de aquella subasta en la que Damien Hirst vendi¨® en 24 horas obra por valor de 111 millones de libras en los estertores del capitalismo tal como lo conoc¨ªamos. Un gesto ir¨®nico que sell¨® el ep¨ªlogo de una ¨¦poca de excesos. ?La consecuencia? Los interesados en el arte como especulaci¨®n muestran hoy sumo cuidado, especialmente con los artistas vivos.
Borja-Villel: "Tras la burbuja es de esperar que salga un sistema mejor"
El descenso de galer¨ªas ha dejado m¨¢s espacio a las propuestas j¨®venes
Frente a las optimistas sugerencias de repunte en el sector, las subastas que organizan las grandes salas coincidiendo con la feria Frieze -obras posteriores a 1945 y sobre todo contempor¨¢neas- han puesto los pies en el suelo: las estimaciones econ¨®micas auguran una ca¨ªda global de las ventas que rondar¨ªa el 80%. Y en Frieze ha disminuido la n¨®mina de expositores bajo la enorme carpa del Regent's Park a 135 (once menos que el a?o pasado). La "burbuja del arte" ha pinchado, resume la directora del prestigioso Arts Newspaper, Georgina Adam. Se ha resentido tanto la demanda como la oferta. Quienes confiaban en que la debilidad de la libra animar¨ªa el mercado en Londres no tuvieron en cuenta que tambi¨¦n se ha devaluado la liquidez de los compradores rusos y del Golfo. Los vendedores, por su parte, se amilanan a la espera de ¨¦pocas mejores.
De momento, hay cierta esperanza en que el nuevo orden tras la explosi¨®n de la burbuja art¨ªstica sea m¨¢s creativo y retador. Piezas como esa trompetilla de bronce conectada a una inmensa oreja blanca que obsequia a los visitantes con m¨²sica de Beethoven o un fantasmag¨®rico ¨¢rbol blanco hablan en Frieze de las extravagancias a las que nos tiene acostumbrados el arte contempor¨¢neo. Pero tambi¨¦n hay obras de la talla de la que presenta Miroslaw Balka coincidiendo con su entrada por la puerta grande de la sala de las turbinas de la Tate Modern. Y el despliegue de la Frieze incluye por supuesto algunos de los nombres m¨¢s consolidados de la escena, los disparatados autorretratos de Cindy Sherman, las experiencias sexuales de Tracy Emin plasmadas en dibujo, los espejos c¨®ncavos de Anish Kapoor y las famosas vitrinas con instrumentos quir¨²rgicos, de Hirst.
La diferencia, a decir de los expertos que dan cuenta de los regateos entre bambalinas, reside en una contenci¨®n del frenes¨ª inversor de anta?o. Y eso tiene a veces estimulantes consecuencias. Las numerosas bajas estadounidenses han sido en parte reemplazadas por la presencia de nuevos galeristas de Ruman¨ªa, Corea del Sur o Dubai, pero sobre todo han permitido doblar el espacio consagrado a la refrescante secci¨®n Frame, un marco para exhibir los trabajos de un ramillete de artistas emergentes. En este reci¨¦n estrenado rinc¨®n del arte m¨¢s nuevo. Destacan las pinturas de la india Sarnath Banerjee, que devienen novelas gr¨¢ficas. O las esculturas abstractas de la bit¨¢nica Susan Collins. El Frieze aporta su prestigio y difusi¨®n a 29 galer¨ªas seleccionadas entre m¨¢s de dos centenares. Todas ellas cuentan con menos de seis a?os de vida y les costar¨ªa pagar las hasta 28.000 libras que puede suponer la presencia en este escaparate del elitismo.
Tras la visita, lejanos parecen los tiempos en que los que, por ejemplo, Lucien Freud colocaba el desnudo de una gruesa trabajadora social por 33 millones de d¨®lares. Parad¨®jicamente, el actual panorama puede resultar ventajoso y estimulante para el arte en s¨ª mismo. La marchante Carolina Wiseman sentencia que estamos en un buen momento para invertir en arte contempor¨¢neo, porque finalmente resulta asequible al bolsillo medio. El an¨¢lisis de Manuel Borja-Villel, director del Reina Sof¨ªa, para este diario se centra en el horizonte de ambiciones creativas que se abre: "La capacidad de degeneraci¨®n del sistema nunca deja de sorprendernos, pero de la ruptura de la burbuja art¨ªstica es de esperar que salga un sistema de arte m¨¢s creativo, m¨¢s limpio e interesante. Podr¨ªa volver a hincharse, pero soy optimista y creo que el paisaje tras la batalla es mejor que el pasado".
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