Murillo antes de Murillo
Una muestra sobre sus a?os formativos otorga una nueva dimensi¨®n al pintor
Hay un Murillo m¨¢s all¨¢ de las Inmaculadas entre nubes rodeadas de angelotes. Fue mucho antes del estallido barroco. Antes tambi¨¦n de las escenas religiosas de la madurez de Bartolom¨¦ Esteban Murillo (Sevilla, 1617-1682). En sus a?os de formaci¨®n, que protagonizan la fascinante muestra del Museo de Bellas Artes de Bilbao El joven Murillo, pint¨® los cuadros que cincelaron su estilo, cercanos al realismo y atentos al tiempo que le toc¨® vivir.
Suman 42 obras, pinturas que el artista realiz¨® entre los 23 y los 38 a?os. Y descubren un artista todav¨ªa bajo la influencia de los maestros de la generaci¨®n anterior, preocupado por los juegos de luces y sombras y con una sorprendente conciencia social.
Con los a?os gan¨® recursos t¨¦cnicos, "pero pierde garra", afirma el comisario
Los franciscanos despertaron su inter¨¦s por los desamparados
De ah¨ª que las santas pintadas por el joven Murillo resulten reales. Las telas est¨¢n plasmadas en toda su riqueza y materialidad y la miseria de los ni?os mendigos se muestra con crudeza. La exposici¨®n, coproducida por los museos de Bellas Artes de Bilbao y Sevilla, presta atenci¨®n a un periodo ignorado hasta ahora frente a las im¨¢genes evanescentes con las que el artista se fij¨® en el imaginario colectivo. Y bien que lo lamenta el profesor Benito Navarrete, comisario de la exposici¨®n junto a Alfonso E. P¨¦rez S¨¢nchez, director honorario del Museo del Prado. "Murillo ha sido desvirtuado por el uso que el nacional catolicismo hizo de sus Inmaculadas", critica Navarrete.
Popular en vida, con el paso de los siglos el pintor se hizo con sus Inmaculadas una "imagen de marca" que le llev¨® de la gloria de los altares barrocos al kitsch de las l¨¢minas de calendario religioso.
Navarrete defiende que para entender al gran Murillo, el pintor que desplaz¨® a Zurbar¨¢n del primer plano de la escena art¨ªstica sevillana, no puede obviarse la ¨¦poca de juventud. "Sus grandes temas, como los ni?os mendigos o las escenas de la infancia de Cristo, ya est¨¢n presentes en estos a?os", explica. Fue una etapa en la que el pintor conectaba con las clases populares. "El Murillo posterior piensa m¨¢s en la clientela y en la devoci¨®n religiosa que en la realidad". En la madurez reelabora con los c¨®digos barrocos las escenas que ensay¨® de joven. "Gana en recursos t¨¦cnicos, pero pierde garra, inmediatez, frescura y espontaneidad".
Benjam¨ªn de una familia de 14 hermanos, Murillo qued¨® hu¨¦rfano y fue criado por una hermana en un ambiente familiar cercano a los gremios art¨ªsticos en la pr¨®spera Sevilla de principios del siglo XVII, la ciudad que s¨®lo abandon¨® en un par de ocasiones para visitar la corte. Dibujante precoz, el pintor veintea?ero hered¨® la tradici¨®n naturalista de Herrera el Viejo, Ribera y Zurbar¨¢n para iniciar su propio camino, bajo la influencia de Caravaggio en el uso de la luz.
La exposici¨®n vuelve a reunir los seis lienzos realizados para el claustro chico del desaparecido convento de San Francisco. El contacto con los ideales de pobreza y caridad de los franciscanos despertaron la conciencia social de Murillo. El joven mendigo, prestado por el Museo del Louvre; La vieja gitana con ni?o o La vieja hilandera (atribuida al autor tras el estudio realizado para la exposici¨®n) revelan en los temas profanos la preocupaci¨®n por los desamparados. Y tambi¨¦n demuestran que fue un hombre del Siglo de Oro, impactado por la lectura de la picaresca del Guzm¨¢n de Alfarache.
Babelia
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