Un pa¨ªs empantanado
Tras el fraude de Karzai, es dudoso que las nuevas elecciones afiancen la democracia en Afganist¨¢n
Si hay algo que Estados Unidos necesita en Afganist¨¢n es un Gobierno estable en Kabul. Esa circunstancia parece lejana despu¨¦s de que el fraude masivo en las elecciones presidenciales de agosto, en favor del actual jefe del Estado, Ahmed Karzai, haya obligado, contra la voluntad de ¨¦ste, a convocar una segunda ronda el pr¨®ximo 7 de noviembre. En qu¨¦ condiciones vaya a desarrollarse esa nueva cita con las urnas, con los talibanes y sus aliados crecidos militarmente y el crud¨ªsimo invierno afgano a las puertas, es una cuesti¨®n relevante. Todo se complica en Afganist¨¢n, una guerra poli¨¦drica y de enormes implicaciones para Occidente.
Karzai ha venido calificando de invenci¨®n de periodistas hostiles el escandaloso fraude afgano, que permiti¨® hace dos meses atribuirle m¨¢s del 50% de los votos y por tanto la victoria sin m¨¢s. Ayer no lo mencion¨® al anunciar que aceptaba una segunda vuelta con su rival, el ex ministro de Exteriores Abdul¨¢ Abdul¨¢. Tampoco mencion¨® la posibilidad de un acuerdo con ¨¦ste para formar un Gobierno de unidad nacional, lo que sin duda aliviar¨ªa la cr¨ªtica situaci¨®n afgana. S¨®lo bajo intensa presi¨®n de Washington, Londres y la ONU el presidente ha dado su brazo a torcer. Parec¨ªa imposible no hacerlo despu¨¦s de conocerse que pr¨¢cticamente un tercio de los votos que recibi¨® (alrededor de un mill¨®n) son falsos.
Ese fraude pasar¨¢ una costosa factura. La situaci¨®n militar se deteriora para los aliados que combaten la simbiosis de talib¨¢n y Al Qaeda; el presidente Obama sigue deshojando la margarita de si enviar o no m¨¢s tropas al pa¨ªs centroasi¨¢tico; y es poco probable que aumenten ahora los escasos votantes de agosto, poco m¨¢s de cuatro millones de papeletas v¨¢lidas. En el mejor de los casos, la nueva ronda exacerbar¨¢ la tensi¨®n pol¨ªtica y dif¨ªcilmente su vencedor aportar¨¢ un plus de legitimidad democr¨¢tica. Los expertos de la ONU, que organizar¨¢ los comicios, anticipan en privado que poco pueden hacer para evitar una repetici¨®n del pucherazo.
La guerra de Afganist¨¢n no puede ser ganada en t¨¦rminos absolutos, pero hay que evitar un paso atr¨¢s, el cuarteamiento de la OTAN y la ca¨ªda libre de Pakist¨¢n. Obama precisa imperiosamente la cooperaci¨®n en Kabul de un Gobierno cre¨ªble, sobre todo para los propios afganos, libre de la corrupci¨®n y el amiguismo actuales. Con o sin Karzai. Es poco probable que noviembre aporte eso.
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