"No siento amor por Italia; no la odio, pero me invade la tristeza por ella"
Al maestro Scola le han perdido las maletas. La huelga de controladores a¨¦reos italianos no tuvo piedad ayer ni con uno de los grandes cineastas europeos. Sin embargo, Ettore Scola (Trevico-Avellino, 1931) aparece, aunque cansado, sonriente, a la salida del control de pasajeros del aeropuerto madrile?o de Barajas. S¨®lo pide tiempo para un caf¨¦ y un cigarrillo. Tras cubrir esos peque?os placeres se acomoda en la parte de atr¨¢s del coche que le llevar¨¢ hasta Valladolid.
Pasado el t¨²nel de Guadarrama, y calmado el l¨®gico disgusto por el extrav¨ªo del equipaje, Scola se recoloca su bufanda roja y comienza la conversaci¨®n. Antes de que suene una primera pregunta, asegura: "Est¨¢ muy bien lo que hace su peri¨®dico ahondando en la herida italiana". Berlusconi. El patrone de Italia. "Silvio Berlusconi lo controla todo, incluido la producci¨®n de cine a trav¨¦s de su empresa Medusa o de la RAI; al fin y al cabo como primer ministro es el responsable de la televisi¨®n p¨²blica. Siento cierta amargura. Para hacer una pel¨ªcula debes amar la ciudad o el pa¨ªs donde transcurre, y yo no siento amor por Italia. No la odio, pero s¨ª que me invade la tristeza".
"Ni los pol¨ªticos ni los intelectuales hemos sabido parar a Berlusconi"
Scola sigue siendo el rojo Scola, el cineasta que se preocupa por la gente de la calle, el realizador que mejor ha retratado Italia, un pa¨ªs por otra parte sobrepoblado de cineastas que han sabido exprimir su alma. En la Seminci de Valladolid recibi¨® anoche la Espiga de Oro de Honor- "premios as¨ª son clavos para tu ata¨²d"- y adem¨¢s comenz¨® su labor como presidente del jurado de la secci¨®n oficial.
"Eso de ser jurado es complicado. Yo he presidido el de Cannes y el de Venecia. En el certamen franc¨¦s apoy¨¦ No matar¨¢s, de Krzysztof Kieslowski, y sin embargo un distribuidor franc¨¦s apostaba por Pelle, el conquistador, de Billie August, que era m¨¢s televisiva. Como era una votaci¨®n democr¨¢tica, perd¨ª, y descubr¨ª que hab¨ªa medio comprado al resto de mis compa?eros ofreci¨¦ndoles sus servicios".
Vuelta a Berlusconi. "Lo posee todo. El cine italiano est¨¢ perdido, y parte es por culpa de Berlusconi, porque s¨®lo las peque?as productoras independientes son valientes. No tenemos una l¨ªnea clara, s¨®lo alg¨²n destello de calidad, como Gomorra. Igual que la izquierda de mi pa¨ªs. Ni los pol¨ªticos ni los intelectuales hemos hecho lo suficiente para encararlo, para pararlo. Lo peor es que Italia no mejorar¨¢ si muere Berlusconi. Su ideolog¨ªa est¨¢ ya enraizada". Y a¨²n le duele m¨¢s el esp¨ªritu compungido de los cineastas: "En realidad, creo que Berlusconi no censura, sino que los directores se autocensuran, ellos solos se cortan las alas", sostiene.
Ettore Scola ha basado su carrera de 35 pel¨ªculas en el cari?o a lo cotidiano, como demuestran Una jornada particular, La cena, La familia, Splendor o ?Qu¨¦ hora es? Reflejo de esa conexi¨®n con la calle es su ¨²ltima pel¨ªcula hasta el momento: Gente de Roma (2003). "Amo a la gente. La era berlusconiana y sus velinas no son culpa de la gente com¨²n, sino de c¨®mo han manipulado sus ideales".
Pregunta por Azcona -"ya muri¨®, ?no?"-, por Berlanga, por Manolo Zarzo, con quien rod¨® en Madrid en 1970 El demonio de los celos. Y recuerda a Gassman, Mastroianni, Vitti, la Loren... "Yo nunca trabaj¨¦ una vez con un actor, sino que repet¨ªa mucho. Porque cuanto m¨¢s les conoces, m¨¢s les sacas. Gassman era el m¨¢s inteligente".
Confiesa que desde hace cinco a?os lee cl¨¢sicos griegos y latinos -"ya tengo una concepci¨®n distinta del paso del tiempo"- y espera volver detr¨¢s de la c¨¢mara. ?Hace como Azcona, que viajaba en autob¨²s para escuchar y tomar notas? "Ya nadie quiere ser guionista, ?verdad? Azcona era grande. Yo soy guionista. Pero tambi¨¦n director, y por eso viajo en taxi". Y se permite una gran carcajada.
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