Una temporada en el infierno
Cabe suponer que no ha sido el azar, sino los buenos reflejos de una peque?a distribuidora, los que han hecho coincidir en cartelera La vida loca, testamentario documental de Christian Poveda, con Sin nombre, el filme de Cary Fukunaga que triunf¨® en Sundance. El espectador tiene una oportunidad de oro para construirse su propio y revelador programa doble: una lecci¨®n ilustrada sobre las relaciones entre realidad y ficci¨®n, sobre el proceso que lleva de la captura objetiva de una patolog¨ªa social a su incorporaci¨®n estilizada en una mitolog¨ªa cinematogr¨¢fica.
La vida loca es el complejo documental que se sumerge en el turbulento universo de las maras, ¨²ltima modulaci¨®n apocal¨ªptica de la cultura pandillera en las zonas de mayor desintegraci¨®n social de El Salvador. La realidad que muestra es tan excesiva que a la ficci¨®n no le queda margen para la hip¨¦rbole. Rodar el documental le cost¨® la vida a Christian Poveda, asesinado de un tiro en la cabeza el pasado 2 de septiembre por un miembro de las maras. El perturbador dato es una siniestra prolongaci¨®n de la propia naturaleza de la pel¨ªcula, algunas de cuyas l¨ªneas narrativas se interrumpen con la brusca entrada de la muerte.
LA VIDA LOCA
Direcci¨®n: Christian Poveda.
G¨¦nero: Documental. Espa?a-M¨¦xico-Francia, 2008. Duraci¨®n: 100 minutos.
La vida loca suministra al espectador la ilusi¨®n de acceder a los territorios privados, a la intimidad menos adulterada de una comunidad asentada en el coraz¨®n de las tinieblas. Se palpa la sensaci¨®n de estar ante un problema aparentemente irresoluble, que las fuerzas encontradas de la religi¨®n, la ley y las ONGs de vocaci¨®n redentora no logran ni siquiera atenuar.
La mirada de Poveda encuentra humanidad y desvalimiento en el centro de ese infierno, pero no hay condescendencia: uno de los personajes del tejido humano que compone La vida loca ofrece la posibilidad de una conexi¨®n emocional con el espectador, pero, en los ¨²ltimos minutos de la pel¨ªcula, la c¨¢mara, fiel a la l¨®gica brutal del entorno, sigue el descenso de su f¨¦retro en la fosa del cementerio. No es una buena idea ir a ver La vida loca con Ricky Martin en el i-pod.
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