El ¨²ltimo superviviente
Incluso para alguien tan acostumbrado a la soledad de lo excepcional, ¨¦ste es un momento cr¨ªtico. Karl Lagerfeld es el ¨²ltimo de una estirpe. La de los grandes monarcas de la moda, formados en la era dorada de la alta costura parisiense. Muerto Yves Saint Laurent y retirado Valentino, permanece como el ¨²nico superviviente de un oficio que se extingue. Pero que nadie espere que el septuagenario alem¨¢n enarbole con orgullo esa bandera. Detesta la cuesti¨®n generacional, aborrece la nostalgia y mentar glorias pasadas es la forma m¨¢s r¨¢pida de exasperarle. "La verdad es que los talleres de los a?os cincuenta eran de lo m¨¢s s¨®rdido", apostilla con el caracter¨ªstico deje teut¨®nico que tanto impresiona la primera vez que uno se enfrenta a su vertiginosa elocuencia.
"El dise?ador torturado esconde un complejo de inferioridad por no ser artista"
"Mi madre era divertida y ¨¢cida, no mala. siempre ten¨ªa raz¨®n. Fue perfecta para m¨ª"
"Nunca he querido hijos. Los tratar¨ªa como a m¨ª y estar¨ªan demasiado consentidos"
"Me gusta que piensen que soy perverso. Y tengo un vicioso talento para la venganza"
Para explicar la longevidad de Lagerfeld hay que entender ciertos aspectos de su personalidad. Adem¨¢s del olfato para identificar el signo de los tiempos, est¨¢ la germ¨¢nica intelectualizaci¨®n de cuanto le rodea. Su pose es extravagante y le gusta desafiar las convenciones, pero su disciplina le sit¨²a a a?os luz del hedonismo desbocado de Valentino y de la atormentada existencia de Saint Laurent. "Me mantuve a una distancia prudencial de la locura en los sesenta y setenta", admite. "Soy un voyeur, no una v¨ªctima. Mi instinto de supervivencia cre¨® un muro de cristal. Me gusta la idea de la decadencia, pero no lo soy demasiado. No me interesan las drogas, ni el tabaco, ni el alcohol. La verdad es que no siento la necesidad de para¨ªsos artificiales".
Si con Valentino mantuvo una relaci¨®n suficientemente cordial como para asistir a las interminables celebraciones de su 45? aniversario en la moda, con Saint Laurent mantuvo una rivalidad hist¨®rica. El planteamiento que Lagerfeld hace de su antagonismo vital arroja otra clave sobre ese esp¨ªritu de supervivencia en el que le gusta reconocerse. "Lo conoc¨ª muy bien a los 20 a?os. Hasta que apareci¨® Pierre Berg¨¦ y lo estrope¨® todo. Pero la aut¨¦ntica historia es muy distinta a lo que lees por ah¨ª. Yves interpretaba el papel de la v¨ªctima, pero no lo era. Me parecen pat¨¦ticos todos esos lloros sobre el chiffon. Hay algo imp¨²dico en semejante despliegue de emociones. En el fondo, el dise?ador torturado esconde un complejo de inferioridad por no ser artista. Todos querr¨ªan ser grandes artistas, pero han acabado haciendo ropa. Igual que querr¨ªan ser de la alta sociedad y s¨®lo pueden vestirla".
Un libro que ¨¦l desprecia, The beautiful fall, apunta que la enemistad entre Lagerfeld y Saint Laurent se debi¨® a motivos bastante menos conceptuales. Coloca en el centro del conflicto al tormentoso Jacques de Bascher. "Se dice que fue mi novio, pero no es cierto", asegura. "Era la persona m¨¢s divertida y m¨¢s distinta a m¨ª que he conocido. Salvaje, chic y divertido. Ten¨ªa todos los defectos y todas las cualidades. Para m¨ª era divino, pero otros lo encontraban diab¨®lico". De Bascher, que muri¨® de sida en 1989, est¨¢ enterrado junto a la otra figura fundamental de la vida de Lagerfeld -su madre- en un castillo de Breta?a que fue propiedad del dise?ador durante 15 a?os. "Es terrible vivir junto a alguien que sabe que va a fallecer", recuerda. "Cuando era joven fantaseaba con la idea de morir a los 23, pero, a los 30, cuando le lleg¨® la hora de morir, ya no quer¨ªa desaparecer tan pronto".
Lo asombroso de Lagerfeld es que no s¨®lo ha desplegado una carrera de una enorme vitalidad y potencia a lo largo de medio siglo. Adem¨¢s, ha exhibido su talento en distintos frentes y disciplinas. A una velocidad tan constante como mareante. Se instal¨® en Par¨ªs a principios de los a?os cincuenta y, tras su ¨¦poca como aprendiz en Balmain y Jean Patou, trabaj¨® como freelance para varias firmas. Hasta que estableci¨® una relaci¨®n duradera con Chlo¨¦ en los a?os setenta. A partir de la d¨¦cada siguiente -y hasta hoy- compagin¨® su trabajo de dise?o de pr¨ºt-¨¤-porter y alta costura en Chanel (lo que ya significa, al menos, ocho colecciones al a?o) con la direcci¨®n creativa de la casa peletera italiana Fendi y la de sus propias l¨ªneas (colecciones de hombre y mujer, de gafas, de novias o de perfumes). En 1987 empez¨® a fotografiar sus campa?as de publicidad y a disparar reportajes y retratos para revistas como Harper's Bazaar, Vogue o Visionaire. Su tri¨¢ngulo profesional se cierra con su faceta de librero y editor. Este ¨¢vido coleccionista -propietario de una biblioteca con m¨¢s de 200.000 vol¨²menes- inaugur¨® una tienda de libros en 1999 y poco despu¨¦s lanz¨® una editorial en colaboraci¨®n con Steidl.
"Es un omn¨ªvoro cultural", opina el periodista Tim Blanks, que lo entrevist¨® por primera vez hace 20 a?os. "Es el ¨²ltimo de una raza, porque ya no existe la cultura para producir tipos as¨ª. Las revoluciones que ¨¦l ha vivido, su sentido de la historia y su devoci¨®n por el conocimiento ya no son valores que la sociedad promueva. Aunque va a toda velocidad, es producto de un tiempo m¨¢s lento en el que se permit¨ªa el aprendizaje". Por famosa que sea su colecci¨®n de 20 iPods, su infancia pertenece ciertamente a otra era. El ¨²nico hijo var¨®n de una cultivada pareja de ascendencia sueca, rusa y alemana, naci¨® te¨®ricamente en 1938 en Hamburgo. La cautela se debe a una confusi¨®n alimentada por ¨¦l desde la aparici¨®n de un acta de bautismo fechada en 1933. "Esto no es un tribunal, as¨ª que puedo decir lo que me d¨¦ la gana", responde. "?A qui¨¦n le importa si nac¨ª cinco a?os antes o despu¨¦s? Este l¨ªo me hace re¨ªr y me permite tener en menor consideraci¨®n a los periodistas. Por perezosos. Es divertido ver los infantiles esfuerzos de la gente para escribir algo con sentido sobre ti".
Su padre, un pragm¨¢tico industrial nacido en 1880, hablaba nueve idiomas. Su madre, violonchelista de indocumentada fortuna, hab¨ªa vivido en el alocado Berl¨ªn de los a?os veinte. La familia se traslad¨® al campo en 1943, y all¨ª, aislado y rodeado de adultos -su hermana y su hermanastra fueron enviadas a internados-, se form¨® su car¨¢cter. Le gusta contar que la velocidad y el ingenio de su discurso se deben al peculiar instinto de su madre. Su escasa paciencia para las diatribas de un ni?o le obligaba a contar las historias muy r¨¢pido, antes de que ella consiguiera escapar de la habitaci¨®n. Y a esmerarse para captar su atenci¨®n. "T¨² tienes seis a?os, pero yo no. Haz un esfuerzo", le espetaba. Lagerfeld, que habla tres idiomas, asegura que no fue al colegio y que jam¨¢s pis¨® una iglesia. Una vidente predijo que ser¨ªa cura, y la idea asust¨® tanto a su madre como para prohibirle que se acercara a un templo. Ni siquiera para una boda.
"Siempre me sent¨ª protegido por mis padres", explica. "Nunca tuve necesidad de escapar al mundo exterior porque me gustaba la libertad y protecci¨®n de la que gozaba en el interior de casa. Mi madre era ¨¢cida, pero no mala. Era divertida y siempre ten¨ªa raz¨®n. Fue perfecta para m¨ª. Yo nunca quise ser un ni?o, de todas formas. Odiaba a los otros chavales y los usaba para que me lavaran la bici. Pasaba el tiempo dibujando o aprendiendo idiomas". Desde la muerte de su madre, Lagerfeld se enorgullece de no tener lazos familiares que le perturben. "Constantemente estoy de mal humor conmigo mismo, nunca miro el reloj... Siempre supe que no estaba hecho para la vida en familia o en pareja. Me gusta estar solo". Su hermana vive en Estados Unidos junto a su marido, sus hijos y un devoto y religioso c¨ªrculo de familiares pol¨ªticos en el que cuesta imaginar a Lagerfeld. "Soy demasiado raro para la Am¨¦rica profunda", explica divertido. Su obstinada renuncia a la nostalgia explica que vendiera la casa de Hamburgo y Gran Champ, el castillo en el que enterr¨® a su madre y a De Bascher.
Tal vez, el dato definitivo para entender a Lagerfeld est¨¦ encerrado en esa terca huida hacia delante. En su firme defensa de que el futuro es lo ¨²nico que importa y que en ¨¦l todo es posible. El definitivo triunfo de la voluntad. Capaz de doblegar hasta el m¨¢s primario de los apetitos. En la trastienda de su librer¨ªa, m¨¢s de 50.000 vol¨²menes cubren por completo las altas paredes de su estudio fotogr¨¢fico. Se cuelan por todos los rincones, desde los camerinos hasta la cocina. Envuelto en ese apabullante tapiz de letras, en el curso de una conversaci¨®n de dos horas regada por abundante Coca-Cola Light y marcada por su mordaz carisma, Lagerfeld repite varias veces una idea: "No es tan importante hacer las cosas como saber que puedes hacerlas. La posibilidad es excitante, aunque no la uses".
No puede estar quieto. No quiere hacerlo. Empez¨® el siglo quit¨¢ndose de encima 47 kilos y subastando su colecci¨®n de mobiliario del siglo XVIII y sus valiosas pinturas cl¨¢sicas. Obtuvo 30 millones de d¨®lares por la operaci¨®n y adapt¨® su h?tel particulier de la Rue de l'Universit¨¦ a su nueva figura y est¨¦tica. Lo decor¨® con piezas de afiladas l¨ªneas de Jean Michel Frank o Eileen Grey y pantallas de plasma. No le dur¨® mucho. Nunca lo hace, en realidad. En los ¨²ltimos 50 a?os ha tenido m¨¢s de 20 residencias: en Biarritz, Montecarlo, Berl¨ªn, Roma o, recientemente, en Vermont (EE UU). El a?o pasado cerr¨® la casa de Par¨ªs, que redecor¨® cinco veces en los 30 a?os que all¨ª vivi¨® de alquiler, y se traslad¨® a un apartamento en Quai Voltaire, a orillas del Sena. Un piso de ocho habitaciones y tres ba?os desapareci¨® para convertirse en un laboratorio hipermoderno -casi un platillo volante- de un ¨²nico espacio. Todo cristal, Corian, acero y muebles dise?ados despu¨¦s de 2000. Ya planea su pr¨®ximo movimiento, harto de o¨ªr su nombre por la megafon¨ªa de los barcos de turistas que recorren el r¨ªo. "Es poco saludable estar demasiado apegado a los espacios, ya que no puedes llevarlos contigo. Por eso he tenido casas tan distintas. En dos o tres de ellas ni siquiera llegu¨¦ a vivir: no me gustaron cuando estuvieron terminadas. Colecciono cosas, pero no quiero poseerlas. Construyo decorados de pel¨ªculas. Cuando quiero ver una nueva, lo cambio todo".
Por mucho que a Lagerfeld le guste la soledad, en esas pel¨ªculas tiende a utilizar abundantes extras. Los amigos son el ¨²nico v¨ªnculo afectivo que reconoce. "No son como la familia. Son una elecci¨®n", argumenta. "Nunca veo a gente de mi generaci¨®n. Me aburren mortalmente. Tengo un presente m¨¢s que placentero, ?por qu¨¦ desperdiciarlo recordando el pasado? As¨ª que mis amigos son m¨¢s j¨®venes, o mucho m¨¢s mayores". Entre ellos est¨¢ Stephen Gan, de 42 a?os y fundador de la revista Visionaire. "Conoc¨ª a Karl en 1996", recuerda. "En esa ¨¦poca organizaba fant¨¢sticas cenas en su jard¨ªn de la Rue de l'Universit¨¦. Recib¨ª una llamada diciendo que Karl quer¨ªa 'gente joven y divertida'. Le ped¨ª a Hedi Slimane uno de los primeros trajes que hab¨ªa dise?ado. Era de seda brillante. Cuando me presentaron a Karl, lo primero que me dijo fue: '?Lila?' con cara de asombro. Yo sab¨ªa que era estridente, pero Hedi me hab¨ªa dicho: 'Si no puedes pon¨¦rtelo en casa de Karl Lagerfeld, ?d¨®nde vas a poder?'. Despu¨¦s llev¨¦ a Hedi a conocerle y a partir de ah¨ª empez¨® a perder peso. El deseo por la moda consigui¨® alterar por completo su silueta".
Su fascinaci¨®n por la belleza y la juventud se ha concentrado ¨²ltimamente en un modelo, Baptiste Giacobini, que protagoniza sus campa?as publicitarias, desfiles y exposiciones. En la ¨²ltima edici¨®n de la feria de arte de Basel present¨® una serie de im¨¢genes de gran tama?o en platino de Giacobini, escult¨®ricamente desnudo y emulando a un dios contempor¨¢neo. Las ocho se vendieron -por 25.000 d¨®lares cada una- la noche de la inauguraci¨®n. Lagerfeld est¨¢ encantado con ¨¦l: "Cuando le preguntaron si no le importaba estar desnudo, ?sabe qu¨¦ dijo?: 'Pero si todo el mundo sabe que los chicos est¨¢n hechos as¨ª'. ?No es un planteamiento saludable? Estoy muy orgulloso de haberlo encontrado. Vi en ¨¦l algo que los dem¨¢s no ve¨ªan".
A s¨ª mismo, tal vez. Aunque niega buscar su reflejo en otros hombres, admite que se interes¨® por el chico porque le recordaba a ¨¦l en su juventud. No pudo resistir la tentaci¨®n de jugar a El retrato de Dorian Gray, una novela que ya inspir¨® uno de sus libros de fotograf¨ªas. "No estoy seguro de que yo fuera tan mono", confiesa sarc¨¢stico. "Es el mismo tipo de hombre, eso s¨ª. Est¨¢ incre¨ªblemente dotado para la transformaci¨®n y es muy inteligente... Si tuviera un hijo no me importar¨ªa que fuera como ¨¦l. Me entiende mejor que los dem¨¢s".
-?Alguna vez ha pensado en tener hijos?
-No. Los tratar¨ªa como a m¨ª mismo y estar¨ªan demasiado consentidos. Y no estar¨ªa preparado para que me decepcionaran. Mi hermana no fue lo que mi madre esperaba. Era amable y dulce, pero un incordio. As¨ª que cuando se fue a EE UU apenas volvieron a hablar. Eso es cruel.
-?Qu¨¦ actitud ten¨ªa su madre hacia su manera de vivir la sexualidad?
-Era m¨¢s que tolerante con la orientaci¨®n sexual. Cuando ten¨ªa 10 o 11 a?os le pregunt¨¦ qu¨¦ era la homosexualidad. Me dijo que era como el color del pelo: que unos eran rubios, y otros, morenos. Yo no le pon¨ªa nombre, pero supe muy pronto lo que quer¨ªa y nunca tuve ning¨²n problema con ello. Aunque no estoy convencido de que las parejas de hombres homosexuales adopten ni?os. Prefiero que lo hagan las lesbianas. Estoy a favor del matriarcado. Mi madre dec¨ªa que los hombres eran totalmente irrelevantes porque una mujer (si no era demasiado fea) pod¨ªa tener un hijo con el que quisiera.
-?Ella era guapa?
-Se consideraba la mujer m¨¢s bella del mundo. En las fotos tiene buen aspecto, pero cuando nac¨ª ya no era joven, as¨ª que no puedo saberlo. Si alguna vez le preguntaba por su juventud, me respond¨ªa: "Te puedo hablar de mi infancia o de mi vida adulta. Lo del medio no es asunto tuyo".
El rastro de la madre de Lagerfeld puntea constantemente su efervescente conversaci¨®n. Ella nunca aprob¨® que su hijo se dedicara a la moda y jam¨¢s asisti¨® a sus desfiles. "Tampoco fui a la oficina de tu padre", argumentaba. A sus ense?anzas le debe Lagerfeld acicalarse tanto para meterse en la cama como para ir a una fiesta. Aunque afirma dormir siempre solo ("estoy para los buenos momentos, no para los malos"), se acuesta con una camisa de noche hecha a medida por Hilditch & Key, el mismo artesano camisero que le proporciona los caracter¨ªsticos cuellos que luce en p¨²blico. El acicalado y caricaturesco personaje que ha construido con el tiempo -con sus ajustados vaqueros, anillos, gafas, guantes y corbatas- se ha convertido en un icono global. Una estrella para los adolescentes. "Conecto con los j¨®venes porque no me creo uno de ellos. Les aporto algo que no tienen, y a la inversa. En la calle, mis mayores fans son muy j¨®venes. La mediana edad no es mi p¨²blico", remata entre risas. Una popularidad a la que, sin duda, han contribuido la colecci¨®n que cre¨® para el gigante textil H&M en 2004 -inaugurando las colaboraciones entre dise?adores de prestigio y cadenas asequibles- y dos documentales recientes, Lagerfeld confidential l y Un roi seul.
El primero, presentado en 2007 en el Festival de Cine de Berl¨ªn, ofreci¨® la oportunidad de atisbar, por vez primera, su intimidad. A pesar de que se dej¨® acompa?ar por la c¨¢mara de Rodolphe Marconi durante dos a?os, la pel¨ªcula no consegu¨ªa desvelar el misterio del personaje. Lo fallido del ejercicio serv¨ªa para subrayar cu¨¢n poco en realidad sabemos de un hombre tan locuaz y p¨²blico. "Nadie tiene acceso a mi verdad", alardea. "Soy un gran actor. Puedo interpretar cualquier papel y siempre tendr¨¢ una parte de m¨ª. Pero la realidad es propiedad privada. Aun as¨ª, vivo en un mundo de comunicaci¨®n, ?por qu¨¦ deber¨ªa cerrar la puerta? No soy t¨ªmido y no tengo nada que esconder".
Su hiperactividad convierte en cansino cualquier intento de enumerar sus proyectos simult¨¢neos. Si no est¨¢ dise?ando un piano o un mu?eco, puede que acepte doblar a un personaje de dibujos animados o idear el vestuario de un ballet. ?Vacaciones? No, gracias. "Eso es para los que tienen que ir a una f¨¢brica a diario. La idea de viajar a una isla remota y ex¨®tica pertenece a una generaci¨®n que cree que tiene que escapar de su realidad. ?Para qu¨¦ iba a querer huir de mi mundo si lo he creado a mi?medida?". A pesar de su cerrada defensa de la modernidad, en ese universo privado -en el que no puede entrar ni el servicio, a no ser que sea expresamente llamado-, Lagerfeld disfruta de placeres antiguos y asc¨¦ticos. Sin m¨®vil, sin ordenador, con mucho papel.
"En unos a?os no encontrar¨¢s una sola m¨¢quina para reproducir un CD. En cambio, siempre podr¨ªas leer en papel. Si te quedas sin bater¨ªa, tu ordenador no vale para nada. Mientras tengas ojos, un libro nunca ser¨¢ in¨²til". Se confiesa desordenado e incapaz de hacerse la cama, y un cocinero elabora toda su comida en una cocina externa al piso. Es su secreto para mantener su escueta figura. De hecho, cena en casa antes de ir al m¨¢s exquisito de los restaurantes. Pescado y verduras, hervidas y a la plancha. Fruta, Coca-Cola Light y pan de ma¨ªz. Poco m¨¢s. "He olvidado que otras cosas pueden ser deliciosas. Me he convencido, no s¨¦ c¨®mo, de que cualquier alimento que antes me gustara y que ahora no me convenga, en realidad, no me apetece".
-Usted se define como un "mercenario de la moda" porque no se casa con nada, ni con nadie. No le interesa la parte empresarial de su trabajo y debe de ser una de las pocas personas en la industria que no han tenido que tomar partido por Bernard Arnault y Fran?ois Pinault y que trabaja al mismo tiempo para Chanel y para LVMH.
-?Sabe por qu¨¦? Porque soy serio y sincero con la gente que lo es conmigo. Por eso puedo estar en medio. No lo convierto en un problema personal y nunca har¨ªa nada a espaldas de estos hombres. Es s¨®lo una cuesti¨®n de honestidad, aunque me gusta que la gente piense que soy perverso. Si alguien es malo conmigo, tengo un vicioso talento para la venganza, que es una forma de arte muy refinada. No tuve una educaci¨®n religiosa y no creo en lo de poner la otra mejilla. A veces, la venganza es desproporcionada con la afrenta inicial, pero as¨ª es el juego. Soy la persona m¨¢s pac¨ªfica del mundo. Pero no tengo ning¨²n inter¨¦s en ser la v¨ªctima. Otros matan en oficinas, yo lo hago en cenas.
-?Tiene enemigos?
-Eso espero. Pero ir en mi contra es un lujo que sale muy caro. Porque s¨¦ c¨®mo manipular y c¨®mo tensar cuerdas... Incluso desde la distancia. No tengo nada en contra de que la gente intente oponerse a m¨ª. Deben saber que es un juego arriesgado, eso es todo.
Cada ma?ana, su agenda est¨¢ en blanco hasta que ¨¦l decide c¨®mo llenarla, y suele tener 20 libros abiertos al mismo tiempo en su mesilla de noche. Siempre es cuesti¨®n de opciones. "Los dioses nos dieron la posibilidad de la vida. Es cosa nuestra sobrevivir".
Detr¨¢s de las gafas
Chanel
Desde 1983 perfecciona el vocabulario establecido por Coco Chanel y, de paso, convierte a la firma, propiedad privada de la herm¨¦tica familia Wertheimer desde 1974, en una de las m¨¢s lucrativas de su sector. "Cuando llegu¨¦ estaba muerta y acabada. Tuve que destrozarla sin respeto para que fuera de nuevo respetada. No es una idea de marketing, es pensamiento l¨®gico. Yo hago lo que me dicta mi instinto. Y funciona".
Librero y editor
"Los libros son los mejores amigos que puedes tener". Como extensi¨®n de su voraz coleccionismo, en 1999 abri¨® su propia librer¨ªa. La llam¨® 7L (en referencia a su direcci¨®n: 7 Rue de Lille), y pront¨® se asoci¨® con la editorial Steidl para publicar algunos t¨ªtulos propios al a?o. En su cat¨¢logo, un cofre portafolio de Lou Reed, una cr¨®nica de Par¨ªs en los a?os treinta o una recopilaci¨®n de fotos de la revista Another Magazine.
K Karl Lagerfeld
Dentro de la amalgama de l¨ªneas y productos que forman Karl's World (es decir, todas las colecciones que llevan su nombre) destaca esta firma de jeans unisex. En ella proyecta su pasi¨®n por la juventud y el rock and roll. En el cat¨¢logo de la pr¨®xima primavera aparece la banda Neimo (en la imagen).
Fot¨®grafo
Descontento con las im¨¢genes que le ofrec¨ªan para el dossier de prensa de alta costura de Chanel de 1987, Lagerfeld decidi¨® dispararlas ¨¦l mismo. En estos 20 a?os ha firmado las campa?as de publicidad de las firmas para las que dise?a y las de productos tan diversos como el champ¨¢n Dom P¨¦rignon o los ch¨¢ndales Adidas. Colabora habitualmente con revistas y publica libros de fotograf¨ªa. Entre sus temas, la arquitectura de la casa Malaparte o un estudio de la evoluci¨®n del modelo Brad Kroening.
Karl Lagerfeld
Cre¨® su propia l¨ªnea en 1984, pero se llam¨® Lagerfeld Gallery entre 1997 y 2006. Desfila en Par¨ªs, y en 2004 la vendi¨® a Tommy Hilfiger. "Por el hecho de que sea mi nombre no vivo su venta de forma tr¨¢gica. Se trata de encontrar a la gente adecuada para cada negocio".
Fendi
Su colaboraci¨®n con la firma italiana se inici¨® en 1965 y ha conocido a varias generaciones de la familia. Desde 2001 pertenece al grupo de lujo LVMH. "Primero estaba la madre; luego, las cinco hijas, y despu¨¦s, los hijos de las hijas. Se convirti¨® en una casa de locos. Ten¨ªan que vender, no pod¨ªan continuar", explica.
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