Cajas, primos y timos
Nuestra fragmentaci¨®n en varias ciudades, villas y aldeas nos hizo pleiteantes, pero que no nos lleve ni al fratricidio ni a un est¨²pido suicidio colectivo.
Las cajas de ahorros, entes mixtos de finanzas y obra social, nacieron, se justificaron y justifican por el lugar donde nac¨ªan, por el territorio. ?ltimamente circula el discurso de una nueva derecha hiperliberal que imagina ciudadanos sueltos, solos y pisando nubes, sin formar parte de comunidades humanas y sin territorio debajo, pero lo cierto es que por ahora las personas seguimos formando comunidades y el territorio sigue determinando esas comunidades (tambi¨¦n a nosotros). Quien compre ese discurso integrista ultraliberal hace de primo en un timo, se ver¨¢ trasquilado por un "caloteiro" listo. Nuestras cajas o son gallegas o dejan de serlo; si otra caja absorbe a una de las dos nuestras, simplemente perdemos un recurso financiero creado a lo largo de generaciones por quienes hemos vivido y vivimos aqu¨ª. Hacemos el primo. Como lo hicimos cuando Fenosa fue comprada y en tantas otras ocasiones; tan bien se nos da hacer el primo. ?Qu¨¦ gan¨® Galicia cuando vendieron Fadesa o las empresas l¨¢cteas?
Las dos cajas las creamos entre todos, aunque los alcaldes de A Coru?a y Vigo piensen que son suyas
El truco de que se valen los timadores ultraliberales es reclamar que las decisiones sobre econom¨ªa o sobre cualquier otro asunto las tomen "los t¨¦cnicos, los especialistas". La libertad de mercado, ya se sabe. Corresponde preguntarse qui¨¦nes son esos tales t¨¦cnicos y sobre todo para qui¨¦n trabajan, y ante la duda y antes de nada, lo sensato y lo democr¨¢tico es que nos ocupemos todos de lo que es de todos. As¨ª pues, descorramos las cortinas que ocultan esos supuestos arcanos misteriosos que no podemos comprender los mortales (mucho menos quienes somos "de letras").
Aunque ya se han rasgado las cortinas del templo, la vergonzosa trifulca que zarandea a Caja Madrid muestra de modo desgarrador la lucha feroz por el poder entre facciones del PP. Una consecuencia es que dejemos de verla como una entidad financiera aut¨®noma y pasemos a verla como un brazo de la derecha madrile?a. Las cajas est¨¢n en crisis de transformaci¨®n y van a ser parte evidente de la reestructuraci¨®n de lo poderes dentro del Estado, por eso luchan en Madrid los partidos y las facciones de modo tan imp¨²dico. S¨ª, las cajas son poder, y todo poder es en ¨²ltimo t¨¦rmino poder pol¨ªtico.
En la actual crisis financiera nuestro sistema de cajas o bien retiene poder en Galicia o bien, siendo absorbidas por otras, engordar¨¢n poder radicado en otro lugar. O se trabaja para Galicia o se trabaja contra Galicia, este dilema nos retrata a todos. ?Y qui¨¦n debe debatir ese dilema? Antes que nadie la ciudadan¨ªa implicada, la ciudadan¨ªa gallega. Repaso papeles viejos y encuentro la cartilla de la "Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Santiago"; en otros cajones en otras casas habr¨¢ cartillas de la de Lugo, Pontevedra, Ourense, Ferrol... S¨ª, las dos cajas actuales las hemos creado entre todos, aunque los alcaldes de A Coru?a y Vigo crean que son suyas.
?Es una opci¨®n que se mantengan esas dos cajas? No lo parece, el futuro inmediato ser¨¢ fusionarse ambas o ser absorbidas una y luego otra. En Galicia, hasta ahora, los gobiernos auton¨®micos les han respetado a las cajas su autonom¨ªa hasta caer en el abandono de responsabilidades, lo cual retrata la inanidad del poder pol¨ªtico gallego. Al contrario que en el caso de la comunidad madrile?a, aqu¨ª el poder pol¨ªtico se someti¨® a todos los poderes econ¨®micos y comunicacionales. Una verdadera verg¨¹enza. Ahora la Xunta de N¨²?ez Feij¨®o afronta los dilemas de la reestructuraci¨®n de las cajas con pocos meses de plazo en un ambiente viciado por los localismos e intereses ocultos. Desde la prensa coru?esista se mantiene una campa?a, otra m¨¢s, para que Caixa Galicia absorba a Caixanova, ello desencadena la inevitable respuesta viguesa: no se dejar¨¢n absorber. Un cl¨¢sico pleito mezquino y autodestructivo, nuestra especialidad.
La ¨²nica soluci¨®n aceptable para Galicia como pa¨ªs es pactar una fusi¨®n que cree una gran caja, ambos localismos tienen que perder aunque el pacto reconozca intereses locales. Y quien debe pilotar eso tiene que ser el poder pol¨ªtico gallego leg¨ªtimo: s¨ª, la Xunta; s¨ª, N¨²?ez Feij¨®o, el presidente. ?O qui¨¦n si no, Touri?o, Fraga, Albor? Que dialogue, que pacte, pero que conduzca ese proceso, es su responsabilidad. Los intereses de partido deben subordinarse a la lealtad a los intereses colectivos.
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