Sintra, villa melancol¨ªa
Inspiraci¨®n para rom¨¢nticos en la Quinta Rio de Milho. Brisa atl¨¢ntica y bodysurf en el portugu¨¦s cabo de Roca. Productos de la huerta, palacios, jardines y conventos escondidos
Es como si dieras cerrojazo a la llanura y entraras en un mundo diferente, m¨¢s fresco. Amanece y sobre la Quinta Rio de Milho, a cinco kil¨®metros de la villa de Sintra, se descuelga una niebla espesa que envuelve los manzanos y los mandarinos, las buganvillas y las camelias, las fuentes recubiertas de musgo y las seis casas de piedra. Parece imposible que llegue a despejar, pero lo hace, y a eso de las diez de la ma?ana, en el punto m¨¢s elevado de la finca, entre la frondosa vegetaci¨®n, se atisba la franja plateada del mar.
Esta quinta (www.quintariodemilho.com), situada en la villa de Colares, durante a?os lugar de recogimiento de escritores, pintores, intelectuales y, en general, apasionados por la naturaleza (por ejemplo, Pirandello, Fran?ois Mauriac o Mario Botas pasaron temporadas ah¨ª), es una edificaci¨®n caracter¨ªstica de la sierra de Sintra. Fue construida en el siglo XVIII por un diplom¨¢tico ingl¨¦s y en la actualidad, despu¨¦s de una cuidadosa restauraci¨®n que ha sabido preservar el entorno (los tanques de piedra son discretas piscinas y las casas con sus huertos de pepinos y patatas emergen entre camelias y ¨¢rboles centenarios), ofrece alojamiento de lujo y calidad en sus seis casas.
El entorno es inigualable, y si no, que se lo digan a Lord Byron, que anduvo por all¨ª visitando a sus amigos acaudalados, componiendo versos encendidos sobre Sintra y disfrutando de las bondades del clima. A media hora en coche est¨¢ Lisboa, y a 20 minutos, Cascais y Estoril. Lo que no sabemos es si el lord ingl¨¦s se atrevi¨® a ba?arse en las playas de Sintra, dispuestas alrededor del cabo de Roca, el punto m¨¢s occidental del continente europeo. Todo apunta a que no; playas de aguas g¨¦lidas, abiertas, ventosas, algo salvajes, s¨ª, pero ideales para espantar al turismo de masas.
Con las mejores olas para practicar el bodyboard, en la playa Grande lo m¨¢s recomendable es alquilar una caseta para protegerse del viento. Por esta playa pasea un hombre de piel cetrina con una cesta gritando: "?Bolhos!" (bollos rellenos de crema), ideales para recuperar las calor¨ªas despu¨¦s de un ba?o fr¨ªo. La playa de las Ma??s es m¨¢s recogida, m¨¢s familiar, pero igualmente ventosa. La m¨¢s espectacular es la playa de Adraga, incrustada entre rocas esculpidas por el mar, con una gruta natural y un excelente restaurante de comida casera a pie de playa (Restaurante da Adraga) donde cualquier pescado es una aut¨¦ntica delicia, especialmente el robalo grelhado (lubina asada).
De vuelta de esta playa, si es s¨¢bado, en una curva de la carretera que va hasta la villa de Colares hay un mercado de productos caseros. Mujeres silenciosas, algo distra¨ªdas y melanc¨®licas, venden frutas y hortalizas, moras silvestres, postres artesanales y hasta los mism¨ªsimos caracoles que merman las lechugas de sus huertos.
La ciudad de Sintra, con su palacio y sus casas se?oriales, es un lugar ideal para tomar un caf¨¦. Para los ni?os (y tambi¨¦n los adultos) est¨¢ el Museu do Binquedo, que exhibe una magn¨ªfica colecci¨®n de juguetes reunidos a lo largo del tiempo por el propietario, Jo?o Arbu¨¦s Moreira, un personaje que suele andar por ah¨ª y que cuenta que la mayor¨ªa de esas piezas, ahora ¨²nicas, las adquiri¨® cuando era joven en Madrid, en un mercadillo cercano a la estaci¨®n de Delicias.
Si decidimos quedarnos en las proximidades de Sintra, hay varias excursiones de inter¨¦s, lo que los folletos llaman Maravilhas de Portugal. De hecho, la zona fue la primera de Europa clasificada por la Unesco en 1995 como paisaje cultural de Sintra-patrimonio de la humanidad. Una de las excursiones es el castelo dos Mouros, fortificaci¨®n militar que se remonta al siglo IX, ¨¦poca de la ocupaci¨®n musulmana del territorio. Tiene el encanto de lo derruido, y desde el punto m¨¢s alto de sus murallas es posible observar toda la l¨ªnea de la costa y obtener una vista privilegiada de la sierra de Sintra.
Desde estas murallas se ve tambi¨¦n el parque y palacio de Monserrate, propiedad, desde 1856, del ingl¨¦s Francis Cook, comerciante de textiles. Cuando uno pasea por all¨ª -y por otros jardines y maravilhas de la zona como los impresionantes palacio de la Pena y la Quinta da Regaleira-, no puede dejar de pensar en lo aburridos que deb¨ªan de estar estos millonarios exc¨¦ntricos.
Azaleas de Jap¨®n
En su delirio rom¨¢ntico, Cook consigui¨® reunir a los m¨¢s prestigiosos arquitectos, paisajistas, bot¨¢nicos y jardineros de la ¨¦poca para plasmar su sue?o: una residencia de verano rodeada de un exuberante parque con helechos ancestrales y araucarias australianas, un jard¨ªn mexicano, camelias y azaleas provenientes de Jap¨®n, todo esto creciendo armoniosamente con plantas de la zona, reunidos por senderos sinuosos y complementados con ruinas, cascadas y lagos. Antes de que todo esto se hiciera realidad, Lord Byron hab¨ªa visitado la finca en 1809, cantando su belleza en el poema Childe Harold's Pilgrimage.
En contraste con esta exuberancia, el convento de los Capuchos -desde mi punto de vista, la mejor de las mencionadas maravilhas- es pura austeridad. Escondido entre la bruma de un bosque de acebos, avellanos, madro?os y robles, est¨¢ imbuido de una belleza extra?a, tal vez un poco inquietante. Fue mandado construir por don ?lvaro de Castro en 1560 y permaneci¨® habitado hasta 1834, fecha en la que se extinguieron las ¨®rdenes religiosas en Portugal. Cuando, en 1581, Felipe I de Portugal y II de Espa?a visit¨® el convento, dijo: "En mis reinos dos cosas tengo que mucho aprecio: El Escorial, por ser muy rico, y el convento de los Capuchos, por ser muy pobre".
Cuando uno llega ah¨ª y franquea la Puerta de la Muerte (que simboliza el desprendimiento del mundo material) para recorrer el sinuoso edificio articulado en torno al claustro, con biblioteca, comedor, celda de la penitencia (oscura, para meditar), sala capitular y ocho celdas individuales con ventanas aisladas con planchas de corcho, tan peque?as que el monje ten¨ªa que dormir sentado o yacer en posici¨®n fetal, no puede dejar de pensar que algo de exc¨¦ntrico tambi¨¦n hab¨ªa en las vidas de esos religiosos. Y es que la bruma enturbia los pensamientos, y no pocas veces los extremos se tocan.
? Cristina S¨¢nchez Andrade es autora de Coco (RBA, 2007).
M¨¢s propuestas e informaci¨®n en la Gu¨ªa de Portugal
Gu¨ªa
Dormir
? Quinta Rio de Milho (www.quintariodemilho.com; 00351 21 483 28 00). Las casas m¨¢s peque?as, de dos habitaciones, salen por 1.000 o 1.200 euros por semana.
Visitas e informaci¨®n
? Museu do Brinquedo (www.museu-do-brinquedo.pt). Rua Visconde Monserrate, 26. Sintra. Entrada, 4 euros.
? Palacio Nacional de Sintra (www.imc-ip.pt). Plaza da Rep¨²blica. Entrada, 5 euros.
? En la web de Parques de Sintra (www.parquesdesintra.pt) se encuentra toda la informaci¨®n necesaria para visitar el castelo dos Mouros (5 euros), los jardines de Monserrate (parque y palacio, 5 euros), el palacio y parque de la
Pena (8 euros) y del convento dos Capuchos (5 euros).
? Oficina de turismo de Sintra (www.cm-sintra.pt; 00351 21 923 11 57).
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